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Kings of Convenience: hay un paraíso pop (noruego) lejos del mundanal ruido

Kings of Convenience: hay un paraíso pop (noruego) lejos del mundanal ruido

EFE

Hace medio siglo, Paul Simon y Art Garfunkel no podían seguramente ni imaginar que sus alumnos más aventajados serían dos chicos noruegos que proclamarían a los cuatro vientos las bondades de cantar, añorar y amar en un paraíso folk-pop con olor a madera y a libros, a melancolía y a buena vida.

Kings of Convenience han triunfado esta noche en Valencia con el segundo de los conciertos en España de su gira europea acústica basada en el primer disco de su carrera, “Quiet is the new loud” (2001), ante un público extasiado con el ritmo sosegado, el rasgueo sutil de guitarras y la sensación de estar lejos del mundanal ruido.

Catorce años después de su debut, Erlend Oye y Eirik Glambek Boe han decidido recuperar la docena de canciones que les abrió las puertas del entonces “indie” más pausado y placentero, ese que se bautizó como “New acoustic movement” y donde estaban desde los británicos I am Kloot hasta el sueco José González.

El de esta gira es un novedoso formato, al incluir una entrevista sobre el escenario a cargo de un periodista de cada ciudad, que hoy ha correspondido al crítico musical Rafa Cervera en un Espai Rambleta con las entradas agotadas desde hace semanas, al igual que ayer en la sala Apolo de Barcelona y las dos noches que tienen por delante en el Teatro Lara de Madrid.

Y es que la gran expectación que despierta esta gira se basa, al menos en España, en lo poco que han actuado por este país durante su carrera, de apenas tres discos cuyos seguidores se saben de memoria mientras esperan nuevo trabajo como agua de mayo, o más bien de marzo, dada la querencia del dúo sueco por la mejor bossa nova, amén del folk, el pop y el jazz que tan bien mezclaban Simon&Garfunkel.

En el concierto de esta noche -dividido en las caras A y B del álbum, como homenaje al mundo del vinilo- ambos han dejado claro que no tenían especialmente al dúo estadounidense como una de sus influencias más claras; de hecho, Erlend ha confesado que ninguno de los discos en estudio grabados por aquellos le gusta de principio a fin.

Sin embargo, al escucharles es inevitable la comparación -aunque en el caso noruego ambos son guitarristas- y los susurros, la dejadez melancólica de sus historias y su apariencia de chicos educados y presentables retrotrae desde hace casi quince años a los autores de “Mrs. Robinson” o “The boxer”.

Al recuperar “Quiet is the new loud”, Kings of Convenience han querido también promocionar el libro que un escritor noruego ha editado sobre su obra, en el que se desgrana tanto su gestación -lo grabaron en dos semanas- como el significado de su portada -un homenaje a un pintor escandinavo- y los entresijos del dúo en sus inicios.

Desde entonces, ambos han madurado y destilan un constante sentido del humor al echar la vista atrás y ver cómo han evolucionado sus carreras, especialmente la de Erlend Oye, inquieto con su querencia a la electrónica -con su banda paralela The Whitest boy alive- y la música de baile aunque también, como en su reciente “Legao”, hacia los ritmos brasileños y el pop más cristalino.

Tras acometer con cariño once de los doce cortes de su debut, con Erlend como maestro de ceremonias a lo Mary Poppins haciendo chasquear los dedos para poner, o no, orden en la sala, han regalado como bises tres temas de “Riot on an empty street” (2004), “Homesick”, “Know how” y “Misread”, este último con toda la sala puesta en pie y protagonizando el momento más movido de la noche.

Con Nick Drake, la lluvia de un domingo por la tarde y los acordes melancólicos de Bacharach y Mancini como eternos lugares comunes de su música, el dúo ha regalado su cara más encantadora para, como la espartana ambientación del escenario, mutar del rojo intenso de un club nocturno a la palidez de un inminente amanecer.

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