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Larraín y Guzmán, dos Osos berlineses, exponentes del poderío del cine chileno

Larraín y Guzmán, dos Osos berlineses, exponentes del poderío del cine chileno

EFE

Berlín —

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Chile acudió a la Berlinale con dos pesos pesados en la sección a competición, Pablo Larraín y Patricio Guzmán, y se llevó del festival europeo la confirmación del poderío de su cinematografía en forma de dos Osos, uno para cada cineasta.

“El Club”, la película de Larraín centrada en un grupo de sacerdotes perdidos entre atrocidades inconfesables, obtuvo el Oso de Plata, Gran Premio del Jurado, segundo galardón del festival tras el Oro que obtuvo el iraní Jafar Panahi con “Taxi”, a modo de gesto solidario hacia el cineasta al que Teherán pretende acallar.

“El botón de nácar”, de Guzmán, ganó otra Plata, esta vez al mejor guion, con un documental que arranca del desierto de Atacama y recala en el cementerio marino que rodea la isla de Dawson, escenario de sucesivos genocidios.

Larraín recibió su galardón de manos de su emocionada colega peruana Claudia Llosa, Oso de Oro en 2009 con “La teta asustada” y ahora miembro del jurado internacional que presidió el director estadounidense Darren Aronofsky.

Guzmán, asimismo emocionado, se hizo acompañar sobre el escenario del Berlinaler Palast por su esposa, Renate Sachse, alemana y omnipresente en las sucesivas apariciones del cineasta durante el certamen.

El sábado se había abierto ya un “aperitivo” para Guzmán en forma de Premio Ecuménico de los jurados independientes del festival a su documental que recupera las voces de las comunidades indígenas prácticamente exterminadas por los colonizadores y los destinos de los desaparecidos durante la dictadura de Augusto Pinochet.

Su película, como “El Club”, es un clamor contra la impunidad, en el caso del filme de Larraín la eclesiástica, empeñada en revolver “de puertas para adentro” los casos de pederastia, connivencia con los torturados u otros crímenes cometidos en su seno.

Larraín llegó a la Berlinale arropado por el éxito internacional de sus anteriores “Tony Manero” y muy especialmente “No”, el filme sobre la campaña por el referéndum contra Pinochet de 1988. Guzmán, con la reputación atesorada con sus 14 filmes, especialmente “Nostalgia de la Luz”, su anterior documental de corte similar al actual.

Ambas representantes chilenas a competición se colocaron de inmediato en la cabecera de las preferencias de la crítica internacional que ha seguido el festival.

Se olía un triunfo chileno en la Berlinale, que este año se presentaba más latinoamericana que nunca -unos 50 títulos en sus distintas secciones- y que, por parte de Chile, concurría con dos máximos representantes, de generaciones y estilos distintos.

Los premios de esta 65 edición de la Berlinale siguen al Oso de Plata de Paulina García en 2013, con “Gloria”, la película de Sebastián Lelio que devolvió al país a la sección oficial tras 21 años de ausencia -“La luna en el espejo”, de Silvio Caiozzi (1990).

Para la directora de CinemaChile, Constanza Arenas, la cinematografía chilena está viviendo un “momento mágico, que se venía gestando desde hace diez años”, según comentó a Efe, de lo que daban constancia no solo esas dos películas a concurso, sino también la abultada presencia de sus cineastas en el resto de secciones.

Hubo premios para Chile en la sección oficial y también fuera de ella: “Nasty Basty”, de Sebastián Silva, gano el Teddy al mejor filme de contenido homosexual por esa película exhibida en la sección Panorama, mientras “San Cristóbal”, de su compatriota Omar Zúñiga, recibía el correspondiente a cortometrajes.

La coproducción uruguaya-chilena “El hombre nuevo”, de Aldo Garay, también tuvo un Teddy en el apartado de documentales, a lo que se sumó el galardón Arte Internacional del mercado de coproducciones para la directora Marcela Said, con “Los Perros”.

Por Gemma Casadevall

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