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Laszlo Nemes, director de “El hijo de Saúl”: Solo veo lo malo de mi película

Laszlo Nemes, director de "El hijo de Saúl": Solo veo lo malo de mi película

EFE

San Sebastián —

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Cuando ya parecían imposibles nuevas miradas que añadir a la extensa filmografía sobre el Holocausto, el realizador húngaro Laszlo Nemes sorprendió en Cannes con su opera prima, “El hijo de Saúl”. Desde entonces, todo han sido elogios, aunque él solo ve “lo malo” de su película.

De ella habla en una entrevista con EFE con motivo de la presentación del filme en la sección Perlas del 63 Festival de Cine de San Sebastián, adonde llega avalado por el Gran Premio del Jurado del certamen francés y por el premio Fipresci que otorga la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica.

Nemes (Budapest, 1977) ve con la distancia los defectos de su película, pero admite su satisfacción por el recibimiento que está teniendo en todo el mundo.

“Es maravilloso que pueda verse en diferentes países, que pueda viajar y la gente pueda hablar de ella”, agrega este realizador, algunos de cuyos familiares fueron víctimas de Auschwitz.

Poderosamente visual, “El hijo de Saúl” es de una dureza arrasadora, pese a no mostrar explícitamente los horrores de ese campo, como los cadáveres de judíos amontonados, que aparecen poco, en un segundo plano y la mayoría de las veces desenfocados.

Es de Saúl, miembro de un “sonderkommando”, del que no se separa la cámara, que le sigue allá donde va en su obsesivo afán por enterrar con la presencia de un rabino a un joven que ha muerto en la cámara de gas.

A través del ir y venir de Saúl y de sus compañeros de esos comandos especiales, implicados en el ritual del exterminio de los suyos para sobrevivirles un poco más, como el realizador húngaro ha querido contar el Holocausto.

“Desde un principio decidimos que no íbamos a hacer la película de la manera tradicional y no solo porque nos parecía que este era el enfoque correcto, también porque pensábamos que de esta manera el espectador podría reconectar una vez más con el tema”, explica el cineasta.

Comenta que el actor protagonista, Géza Röhrig, “suele decir que en cada generación tiene que haber alguien que vuelva a abordar la barbarie nazi desde un nuevo punto de vista”.

En su caso, lo ha hecho de una forma muy personal, pero con un título como referencia, “Masacre: ven y mira”, que el ruso Elem Klimov rodó en 1985 sobre las matanzas perpetradas por los nazis en los pueblos bielorrusos durante la II Guerra Mundial.

Otros “modelos” para su forma de concebir el cine son Stanley Kubrick y Michelangelo Antonioni.

“Tienen capas en sus películas que me parecen muy atractivas”, destaca el director húngaro, que alaba también el trabajo del estadounidense Paul Thomas Anderson.

Afirma que cuando se acomete un proyecto “la presión siempre esta ahí” y que así le va a ocurrir con su segundo largometraje, sobre todo por las expectativas puestas en él tras su exitoso debut.

“Pero como tuve que enfrentarme a tanta frustración y escasez de medios para rodar 'El hijo de Saúl', probablemente no acabe sintiendo tanta, sino que voy a poder disfrutar más el proceso y a tener mas libertad”, enfatiza.

Su segundo largometraje se trasladará al Budapest de 1910. Será un “thriller” que tendrá como protagonista a una joven y que contará con financiación húngara en casi su totalidad.

“Es una historia que hablará de lo sofisticada que se presiente que va a ser la civilización en adelante. Quiero contar lo que subyace tras la idea que se tenía en ese tiempo sobre un siglo que luego se vio inmerso en todo un proceso de destrucción”, precisa.

No cree tampoco que en estos primeros años del siglo XXI “la empatía en el mundo haya mejorado mucho”.

A la pregunta sobre su opinión acerca del drama de los refugiados sirios y las trabas de su país para acogerlos, responde de forma general.

“Hemos visto cómo desde el principio de esta guerra se sucedían las masacres y los exterminios, y nadie se ha preocupado. De hecho los cristianos europeos tampoco han defendido a los cristianos que estaban en Siria. Y ahora que los refugiados empiezan a llegar en masa a nuestras costas, comenzamos a preocuparnos un poquito más, pero en el fondo esto no es más que la onda expansiva de algo que empezó mucho, mucho antes”, subraya.

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