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Latinoamérica, el personaje del que no saben huir los escritores de la región

Latinoamérica, el personaje del que no saben huir los escritores de la región

EFE

Guadalajara (México) —

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La fuerza arrolladora de América Latina anega, inevitablemente, la gran mayoría de las novelas escritas por autores de la región, quienes a menudo intentan sin éxito desapegarse de esta figura omnipotente.

“Más que influir, Colombia te traga. No hay manera, no te deja en paz, es tan fascinante y a la vez tan terrible que estás agarrado de manos y pies”, explicó la escritora Laura Restrepo (Bogotá, 1950) al participar en una charla dentro de la 30 Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

En la conferencia “¿Qué rayos es América Latina?”, región invitada de honor este año en el certamen, se reflexionó poco sobre lo que supone el subcontinente en sus múltiples vertientes, pero se habló mucho del impacto que tiene en las obras literarias.

Restrepo habló de “Delirio” (2004), que ambientada en los ochenta tiene como protagonista a Aguilar y a Agustina, una mujer enloquecida. “Yo no quería que Colombia se colara en esta novela, pero no logré evitarlo”, apuntó.

Ello se debe en que el país, como en toda la región, los hechos y la violencia son “tan avasalladores” que no permiten hacer una “literatura más interior”.

Exactamente en esta misma línea se movió el Alberto Barrera (Caracas, 1960), cuando “la identidad” venezolana inundó “Patria o muerte” (2015).

El relato empieza el día en que el expresidente de Venezuela Hugo Chávez anunció que tenía cáncer y acaba el día en que falleció, en 2013, pero esta ubicación temporal no buscaba tener tanto peso.

“Contra mi intención literaria de hacer ficción apareció el país”, explicó este escritor que consideró que precisamente “la ficción” ayuda a comprender mejor la realidad, el entorno.

Para la brasileña Nélida Piñón (Río de Janeiro, 1937), la literatura iberoamericana tiene “una voz invisible” que “gobierna la ficción”.

“Tenemos una ansia desesperada de aclararle al mundo quiénes somos. La literatura (latinoamericana) tiene este deber, este impulso estético”, aseguró la autora de “La dulce canción de Cayetana”.

El peruano Alonso Cueto (Lima, 1954) se preguntó hoy por qué América Latina vive empeñada en definirse cuando, por ejemplo, no lo hacen los europeos o los asiáticos.

El autor de “La hora azul” consideró que ello se debe a que en la región hay identidades que mezclan desde “modelos extranjeros” a “raíces indígenas” y mestizaje.

Y este cóctel, agregó, “se expresa en las obras latinoamericanas”, que tienen la ventaja de estar creadas o ambientadas en el conflicto.

“América Latina es un lugar muy prodigo para todo esto”, concluyó.

En una emotiva charla, cinco autores iberoamericanos hablaron también de la influencia y del magnetismo de la bibliografía del nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.

Por su enorme impacto en la literatura, esta figura del “boom” latinoamericano podría ser, precisamente, un punto de unión entre los escritores de la región.

El peruano Santiago Roncagliolo (1975) agradeció al autor de “La ciudad y los perros” haberle transportado a un mundo de libros que describían su entorno.

Hasta entonces, aseveró, “los escritores no tenían nada que ver conmigo”.

El mexicano Xavier Velasco (1964), premio Alfaguara 2003 por “Diablo Guardián”, alabó la capacidad de Vargas Llosa por “escandalizar” y mantener firme su forma de pensar a pesar de las críticas.

En tanto, el escritor y periodista peruano Jeremías Gamboa (1975), quien fue apadrinado por Vargas Llosa durante la creación de su obra, “Contarlo todo”, celebró que el nobel le hiciera darse cuenta de la importancia de tener “método y disciplina”.

En tanto, Carlos Franz (Chile) resaltó la “libertad” que impregna las novelas de Vargas Llosa y Juan Bonilla (España) destacó su capacidad por hacer desde “novelas totales” a otras que son puro “encanto por narrar”.

Así, a golpe de anécdotas y lecciones de vida, los ponentes de esta charla, que contó con la mismísima presencia del peruano, destacaron su influencia en las siguientes generaciones de autores iberoamericanos.

Contento, Vargas Llosa se sentó entre el público e incluso firmó algunos libros poco antes de salir por una puerta lateral, muy probablemente para reunirse con su prometida, Isabel Preysler, con quien hoy paseó su amor por la FIL ante un remolino de ojos.

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