Luis de Lezama: “¡Menos mal que ha venido Francisco!”

“¡Menos mal que ha venido Francisco!”. Así de expresivo, así de claro habla Luis de Lezama, el cura Lezama, cuando se refiere al momento tan oportuno en el que el Papa ha llegado al trono de San Pedro, a hacerse cargo de una Iglesia que vive “un momento crítico, de cambio”.

Y eso que, advierte, hay muchos, en el propio seno de la Iglesia, que ni ven con buenos ojos lo que hace ni apoyan lo que dice, es más se resisten a difundir sus enseñanzas, destaca quien antes que periodista y hostelero de éxito, se considera “cura”.

Un cura de parroquia, confesionario y despacho, que saca también horas al día para estar al tanto de cuanto pasa en sus negocios de hostelería, en su fundación o en el colegio que creó en un barrio nuevo del extrarradio de Madrid, y que añora los años en los que ejerció el periodismo, oficio que le sigue apasionando.

“Estamos -dice en una conversación con Efe- en un momento crítico, de cambio. No solo la Iglesia per se, por el cambio generacional, que indudablemente se va a producir, pero esta vez se va a producir fuera de los movimientos”.

Y ¿a qué llama él movimientos?. Pues a esas “instituciones que han protegido en cierta forma a la Iglesia pero quitándole vitalidad”.

A ese cambio contribuirá, sin duda, en su opinión, el Papa Francisco. “Ha llegado y ha dicho que muy bien, que hay carismas de un lado, carismas de otro, carismas nuevos, movimientos y todo eso..., pero la Iglesia es la Iglesia y el Evangelio el Evangelio. Y o confluimos todos o lo demás son autodefensas de instituciones parasectarias”.

“A este Papa se le entiende lo que dice”, y ello es debido a que “es un pastoralista, ha vivido entre la gente”, cree el cura Lezama.

Luis de Lezama compara a “esa” parte de la Iglesia que se resiste al cambio inevitable con “lo que les pasa a nuestros políticos, niños pijos criados al calor de las estufas del poder, de los partidos políticos, donde no se sabe qué ocurre en la calle”.

Este vasco de Amurrio (Alava), sacerdote en la diócesis de Madrid desde 1962 y antiguo secretario del cardenal Tarancón, no se considera una “rara avis en el seno de la Iglesia. No, no -dice-, lo que ocurre es que uno, lógicamente, ha vivido y vive dentro de una disciplina”.