El MNAC descubre a Ramon Pichot, figura destacada del arte catalán de finales del siglo XIX

Considerada una de las figuras más destacadas del arte catalán de finales del siglo XIX, Ramon Pichot es, sin embargo, un desconocido para el gran público, un pintor que se inició en la Barcelona modernista, acabó en París y ahora llega al Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) en una retrospectiva.

Unas 50 pinturas, dibujos y grabados, la mayoría procedentes de colecciones particulares, se exhibirán hasta enero en “Ramon Pichot. De Els Quatre Gats a la Maison Rose”, una muestra organizada por el MNAC y la Obra Social la Caixa, comisariada por la doctora Isabel Fabregat, quien hoy ha reivindicado al artista, con un estilo que se caracteriza por “el tratamiento y la preeminencia del color”.

Asimismo, ha aseverado que París y la localidad costera de Cadaqués, muy querida para él, son una “idea transversal” en su obra, que incluye unas 300 piezas, muchas de ellas actualmente ilocalizables, en las que hay retratos, paisajes de este pueblo del Empordà, así como escenas parisienses o de Marsella.

Hijo de una familia con inquietudes artísticas, que nació en uno de los edificios que hoy forman el Museo Picasso, Pichot, al que a veces se confunde con dos sobrinos suyos, también pintores y con el mismo nombre, vivió plenamente el ambiente modernista de la Barcelona de finales del siglo XIX, formando parte de la denominada Colla del Safrà, junto con Joaquim Mir o Isidre Nonell.

Inició su carrera con exposiciones en Els Quatre Gats y fue amigo también de Ramón Casas, Santiago Rusiñol y Pablo Picasso, mostrándose en la exposición una gran fotografía en la que se le ve sentado en el estudio del malagueño en el año 1910.

Fabregat ha destacado que fue “una figura puente” entre estas dos generaciones y no ha escondido tampoco que el joven Salvador Dalí descubrió el impresionismo a través de las obras de Pichot que se encontraban en el comedor de la casa familiar.

A principios de siglo decidió viajar a París, donde acabó residiendo hasta su muerte en 1925, y donde se integró en los ambientes artísticos y bohemios del barrio de Montmartre, donde contactó con mecenas, como la influyente Aline Ménard-Dorian, aunque Isabel Fabregat ha reconocido que no llegó a triunfar y que incluso pasó dificultades económicas.

En 1908 se casó con Germaine, nombre con el que era conocida Laure Gargallo, una mujer que había sido una obsesión para su amigo Carlos Casagemas, otro de los artistas que el MNAC ha redescubierto en los últimos años, y que había intentado matarla, suicidándose posteriormente.

En la exposición tampoco se obvia que hacia 1923 fue a vivir a la Maison Rose, un edificio singular de Montmartre, donde su esposa regentaba un restaurante.

Fabregat, autora de una tesis doctoral sobre el artista, ha querido mostrar toda su trayectoria vital, el conjunto de su obra, que incluye ilustraciones para libros de Santiago Rusiñol o Eduard Marquina, que era de la familia.

Por otra parte, ha lamentado que apenas haya obras suyas en los museos, en el mismo MNAC solo hay un óleo, tres dibujos, un grabado y un cartel, y que en Francia haya lienzos dispersos, puesto que hay constancia de que cuando murió en 1925 su viuda subastó algunos.

Este hecho, según la comisaria de la exposición, “explica en parte por qué no se le ha llegado a conocer bien”.

La exposición, que ha supuesto una inversión pública de unos 110.000 euros, se exhibirá posteriormente en el CaixaForum de Lleida y en el CaixaForum Girona, con una selección de una serie de dibujos que ahora no se muestran en Barcelona, sobre la Primera Guerra Mundial y que denotan que el artista fue uno de los pocos españoles que trató sobre el conflicto en sus obras.

Además, se ha publicado la primera monografía sobre el artista, con material inédito localizado en París, que contribuyen a situar y entender mejor al pintor.