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Picasso y Casagemas, una amistad rota por el amor y recordada por el cómic

Picasso y Casagemas, una amistad rota por el amor y recordada por el cómic

EFE

Madrid —

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Por la misma Barcelona que camina el dibujante Tyto Alba pasearon también hace años Pablo Picasso y Carles Casagemas, y quizá por eso, en su último cómic, “La Vida”, ha conseguido meterse en sus pieles, como reconoce a Efe, y construir un relato intimista que muestra la pasión y dureza de esta amistad.

“Creo que la primera vez que oí hablar de Casagemas fue de adolescente en aquella serie de TVE ”El joven Picasso“. Recuerdo que me sorprendió mucho que un amigo tan intimo suyo, tan unido a él, se hubiese suicidado tan joven y de esa manera”, relata Alba sobre ese recuerdo que años después se ha convertido en el cómic donde se reafirma como autor completo.

“La Vida” (Astiberri) aborda la relación entre estos dos artistas que se conocen en Barcelona, se hacen amigos y en 1900 viajan a París gracias a que el padre de Casagemas les paga el billete de tren.

Y es en la capital francesa, donde desarrollan su carrera artística, y donde Picasso vive de primera mano el enamoramiento de su amigo de la modelo gala Germaine Gargallo.

Una mujer con ideas muy liberales e incompatibles con la mentalidad española de la época, y por la que Casagemas enloquece al no ser correspondido. Y lo hace hasta el punto de suicidarse de un disparo en la cabeza ante los ojos de su amada.

El suicidio del pintor catalán desemboca en la depresión de Picasso y el inicio de su etapa azul con la realización de un retrato de Casagemas, periodo que terminará con un lienzo en el que aparece representado de nuevo y que da título a esta obra, “La vida”, su obra maestra de esta etapa.

Tras publicar en 2014 “La Casa Azul”, cómic donde abordaba la relación entre Chavela Vargas y Frida Khalo, Alba reaparece ahora con otro relato intimista sobre dos personajes llenos de misterio.

“Supongo que el hecho de ser personajes que han existido te marca unas pautas para trabajar con ellos, eso hace que esté mas concentrado, sin el descontrol que a veces me ocasiona el tener demasiada libertad creando personajes imaginarios”, matiza.

Aunque detrás de estas historias reales Alba encuentra otro atractivo, porque para el catalán (Badalona, 1975) investigar y documentarse acerca de personas de carne y hueso siempre le lleva a “descubrir datos ocultos, casualidades, conexiones con otros personajes, datos históricos o anécdotas”.

Y eso, puntualiza, “siempre es fascinante y divertido”.

En esta ocasión, y “sin buscarlo”, el dibujo con acuarela de rostros angulosos se ha adaptado a la perfección a la estética del cómic, algo que “preocupa” a Alba en cada una de sus obras.

Así, en las páginas de esta novela gráfica el autor despliega todo un abanico de colores azules dignos de los lienzos de Picasso, así como otros ocres sacados de la propia luz parisina.

Una paleta que refleja en un gran número de viñetas mudas, así como otras con diálogos sacados de su “imaginación” o de su “propia juventud (...) Como la escena en el cementerio y la fosa común. En ese caso solo imagino lo que hablaría con un amigo cuando era chaval”, puntualiza.

Respecto a esas viñetas en las que el silencio llena de contenido todo el espacio, el autor de “La Vida” se muestra muy a favor de esta manera de narrar.

“He querido eliminar en todo lo posible los cartuchos de texto e intentar que los diálogos fuesen mínimos para buscar mas expresividad utilizando las posibilidades del cómic. Creo que en las obras mudas, al igual que las películas, es probablemente en donde más se ve el talento de un creador a la hora de contar historias”, concluye.

Pilar Martín.

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