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Pierre Huyghe escarba en la azotea del museo Metropolitano

Pierre Huyghe escarba en la azotea del museo Metropolitano

EFE

Nueva York —

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La azotea del museo Metropolitano, una de las vistas más privilegiadas de Nueva York, cede su espacio este año a la creatividad de Pierre Huyghe, que traza un juego geológico desmontando los adoquines de la terraza a la vez que reflexiona sobre piedra y agua, tiempo y peso, destrucción y erosión.

Cada primavera florece en el Met una de las atracciones más populares del museo: su terraza. Pero desde 1998, además de ofrecer servicio de cafetería, está acompañada de una propuesta artística diferente, que apuesta por un autor que juegue con el edifico, con sus vistas a Central Park y al “skyline” de la ciudad.

Desde que se impuso esta iniciativa han pasado nombres como Jeff Koons, Sol LeWitt o, a título póstumo, Roy Lichtenstein. Los ha habido que han optado por el gran formato, como los icosaedros gigantes del argentino Tomás Saraceno, en 2012, o tan sutiles como la del paquistaní Imran Qureshi, que repartió en 2013 pinceladas de sangre por el pavimento.

En 2015, el francés Pierre Huyghe, que ha expuesto en el centro Pompidou de París, en el Reina Sofía de Madrid o en el museo Tamayo de México, ha sido el elegido y no ha desaprovechado la oportunidad.

Se ha tomado la licencia de levantar y recolocar las grandísimas baldosas de la terraza e intercambiarlas con rocas naturales y un acuario con una gran piedra flotante e inquietantes peces.

“Este año Pierre ha estado literalmente minando el museo, excavando en él. También, metafóricamente, ha usado a muchos miembros del museo como herramientas. Ha hablado con muchos departamentos del Met, ha hablado con la comisión del parque, con científicos de Harvard y Columbia o con un taller de metal de Brooklyn”, explica el comisario de la instalación, Ian Alteveer.

El artista parisino, adicto a las experiencias transformadoras, bien sea en su propuesta de viajar a un viaje helado en un tren de 1910 o a través de un videoarte que borra los límites de la realidad y la ficción, cava no tanto en el Met como en sus propias obsesiones.

Bajo ese pavimento, Huyghe encuentra su habitual fusión de arte y naturaleza, como cuando puso una réplica de una escultura de Brancusi a modo de caparazón de una caracola de mar o pintó de rosa fucsia la pata de un perro blanco. También evoca el poder devorador del paso del tiempo, la expresión más paciente de la naturaleza.

“Huyghe espera que la gente baje el ritmo. Ese es parte del objetivo, que esta obra les fuerce a explorar, a tomarse tiempo para ver de cerca. Hacer algo que no pudieras ver de un vistazo”, asegura Alteveer sobre una obra que convierte la terraza en una ruina de sí misma, como un pequeño guiño a “El planeta de los simios”, en una experiencia que confunde seres vivos con seres inertes.

¿Una naturaleza que erosiona silenciosamente y se impone a la construcción del hombre? ¿O un hombre que trabaja sobre el entorno natural?

La primera impresión es poco más que una terraza en obras o su eufemismo artístico: un “work in progress”.

Luego va emergiendo el discurso, “evoca procesos naturales, como el tiempo atmosférico que ha causado que las piedras emerjan, como los movimientos tectónicos y líquidos que las hacen flotar”, según el comisario.

Una obra llena de estratos sobre la que actúan factores “naturales, culturales, científicos, historiográficos, todos juntos”, matiza quien, con humor dice, después de que todavía puedan verse algunas “heridas de guerra” de otras instalaciones como la de Qureshi, con la de Huyghe “se ha llegado al límite”.

“Hemos ido más allá y estamos muy emocionados de ver cómo el público reacciona. Me ha sorprendido a mí mismo aceptando hacer lo que Pierre ha hecho. Poner un acuario fuera era un reto, ver la manera de hacerlo, de mantener la temperatura para que sobrevivan los peces, hacer una filtración que, aunque parezca natural, no lo es”, explica Alteveer.

Otra obra de Huyghe, el vídeo de 19 minutos en una sola toma “Human Mask” (2014), complementará, ya dentro de las paredes del Metropolitan, esta instalación que permanecerá abierta, como la terraza, hasta el 1 de noviembre.

Mateo Sancho Cardiel

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