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La Puerta del Sol es el “ombligo” de España, según el escritor Ignacio Merino

La Puerta del Sol es el "ombligo" de España, según el escritor Ignacio Merino

EFE

Madrid —

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La Puerta del Sol siempre ha sido el “ombligo” de España porque es el lugar donde han ocurrido hechos importantes de la Historia madrileña y española, afirma el escritor Ignacio Merino, autor de la “Biografía de la Puerta del Sol. De los comuneros al 15M”, publicada por Kailas.

En una entrevista con Efe, Merino explica que el haber sido creada durante la revuelta comunera del siglo XVI y ser escenario del movimiento 15M “es una hermosa parábola”.

Además de la “justicia poética” que supone para la biografía de la plaza, explica también su carisma, ese valor emocional por encima de los designios de la voluntad humana que la Historia ha ido construyendo, según Merino.

Entre otros hechos históricos de los que fue testigo la Puerta del Sol está el levantamiento del 2 de mayo de 1808, el Motín de Esquilache y la proclamación de la II República.

El escritor explica que el nombre se debe a que en el dintel superior del portillo que franqueaba el paso a Levante de la segunda cerca medieval, el maestro cantero que pulió la piedra grabó en la dovela central un sol.

Aunque la plaza ha estado también asociada a la modernidad en este país, pues entre otras cosas tuvo la primera estación de metro o la instalación del alumbrado por gas y la electricidad, también fue la quintaesencia de lo castizo.

Allí se reunían desde el siglo XVII los majos, manolos y chisperos, enfrentados entre sí y cuyo origen se describe a fondo en el libro.

Pese a la abundancia de iglesias y parroquias, fue lugar de truhanes, prostitutas, golfos, descuideros y chulos.

El rey que más contribuyó al desarrollo urbanístico de la Puerta del Sol fue Carlos III, cuya estatua le hace justicia.

La única gran reforma fue la de finales del XIX; las demás han sido parches, reordenamientos puntuales, añade Ignacio Merino.

La plaza llama la atención por su diseño oblongo aunque en realidad se tomó como referencia la plaza de Oriente reformada por José Bonaparte, explica.

“A mí me gusta mucho, se aleja del estereotipo hispano de plaza cuadrada o rectangular y le da personalidad, además de elegancia”.

El elemento arquitectónico más discutido a lo largo de su historia fueron las farolas de los años 70, llamadas 'supositorios'.

En cuanto al reloj que marca las campanadas en Nochevieja no estuvo siempre asociado a las 12 uvas de Fin de año, ya que antiguamente estuvo en la iglesia del Buen Suceso, en el solar que ahora ocupa una tienda de Apple.

Más tarde se instaló en la torreta de la Casa de Correos, bajo la cúpula pero funcionaba mal, añade el escritor.

Un gran relojero llamado Losada, y que estaba exiliado en Londres por demócrata liberal, regaló el actual reloj que nunca se ha estropeado y marca con tanta precisión las horas y los cuartos que hasta los boletines de Radio Nacional se guiaban por él.

Merino añade que la costumbre de las uvas con champán llegó a finales del siglo XIX cuando el pueblo madrileño quería celebrar la Nochevieja como hacían los aristócratas y grandes burgueses en sus salones. Su salón fue, naturalmente, la Puerta del Sol.

A principios del siglo XX hubo una gran cosecha de uva de moscatel en Alicante y un viticultor tuvo la iniciativa de regalar uvas en la Puerta del Sol para promocionar la variedad alicantina.

Así se popularizó y se extendió a toda España hasta hacerse costumbre obligada, rito sentimental y elemento lúdico en la noche de San Silvestre, concluye Ignacio Merino.

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