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Ramoncín: “Si te subes al ring, no puedes pensar que solo vas a dar tú”

Ramoncín: "Si te subes al ring, no puedes pensar que solo vas a dar tú"

EFE

Madrid —

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Un año después de su absolución judicial, Ramoncín presenta repaso discográfico a su carrera, “Quemando el tiempo”, y un documental titulado como uno de sus discos, “Una vida en el filo”, alegato de descargo en el que le pintan como “Quijote de la música” y, en el símil pugilístico, como “gran encajador”.

“Si te subes al ring, no puedes pensar que solo vas a dar tú”, ha señalado hoy a Efe este compositor, intérprete, actor y presentador de televisión nacido como Ramón Julio Márquez (Madrid, 1955), además de destacado defensor por los derechos de autor, lo que le costó cierta animadversión social y boicots en actuaciones.

En ese sentido, declara que los que parecían los peores golpes “se terminan perdiendo en una nebulosa” y que lo importante va más allá de lo profesional y trata sobre “cómo se te pasa la vida y se muere la gente a la que quieres”.

Probablemente uno de los ganchos más duros de cuantos ha recibido sin irse a la lona fuese su imputación por una supuesta trama de emisión de facturas falsas a cargo de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), que acabó en enero de 2016 con su absolución.

“Una opción habría sido esconderse, pero eso tendría que ver con tener cierto sentido de culpabilidad o no soportar ese rollo; la otra, cuando no se tiene nada que esconder, es hacer tu vida y dejar que sea el tiempo el que hable”, señala.

Pero en “Una vida al filo”, documental dirigido por Charlie Arnaiz y Alberto Ortega con testimonios de compañeros como Miguel Ríos, Loquillo y Juan Echanove o del expresidente Felipe González, hay espacio para muchos otros episodios accidentados.

Arranca en el madrileño barrio de Delicias, hijo de una madre soltera que a los dos años lo dejó a cargo de uno de sus hermanos y de su pareja (a los que llama sus “viejos”) y del abuelo del niño (al que llama “papá”).

“Mi abuelo era un sabio que nació en el siglo XIX y leyó todo lo que tenía que leer. Cuando yo entraba en casa después del colegio, lo encontraba leyendo en voz alta, con los vecinos alrededor”, relata Ramoncín, que de su mano llegó a autores como Balzac, al que citaba en el célebre “Marica de terciopelo”.

En este punto, presume de que Gonzalo Torrente Ballester calificara la canción como “un poema en métrica libre que remitía a la poesía americana de la 'Beat Generation'”.

“Se la dedico a todos los presos políticos que tenéis en las cárceles”, llegó a decir cuando la interpretó en el programa de TVE “2x2”, ataviado con traje, la cara pintada de blanco con dos rombos (como los que determinaban el rango de edad de los contenidos) y pendiente.

Estaba cantada en primera persona, en el año 1978, “cuando todavía te podían aplicar la Ley de Vagos y Maleantes por ser gay o llevar un pendiente”, recuerda Ramocín, que escribió el tema a los 17 años en homenaje al quiosquero de su barrio, “un tío muy simpático que había sido bailarín y al que llamaban 'Antonio el Marica'”.

De aquel primer álbum, “Ramoncín y W.C.?” (1978), también salieron “Rockandroll dudua” o “El rey del pollo frito”, apelativo insistente que ha terminado odiando.

Allí estaba impresa ya su mordacidad característica. “Yo hice un chiste sobre Carrero Blanco en una revista universitaria con Franco vivo”, recuerda el músico, que califica de “acojonante” la condena por un hecho similar a la tuitera Cassandra.

“El terrorismo es una lacra terrible y a Carrero Blanco se lo cargaron unos terroristas. Pero Carrero Blanco era un ser despreciable y, si no hubiese muerto allí, es probable que la democracia no hubiese llegado tan pronto a España”, argumenta.

El rock era entonces “el espacio donde se expresaban los jóvenes”, un territorio hoy invadido en gran media por el hip hop. “¿Cuánto hace que el rock no cuenta cosas, no habla sobre maricas de terciopelo o reyes del pollo frito?”, lamenta.

Entre 1978 y 1991 él publicó doce discos, la mayor parte material inédito de estudio, con éxitos indiscutibles como “Hormigón, mujeres y alcohol” o “Como un susurro”. Después, su ritmo se ralentizaría, con la publicación en 1998 del disco “Miedo a soñar”, que incluía una canción homónima.

“Si quisiera dejar una canción para que se supiese quién soy, sería esa”, cuenta Ramoncín, quien repone acto seguido que, para recordarle, nada mejor que el tema de “los litros de alcohol”. “Alguien en algún lugar esta noche va a pincharla y habrá gente que la cante”, justifica el músico, que espera grabar entre otoño e invierno su próximo disco, “Descalzo entre ascuas”.

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