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Rigor histórico y la pasión por escribir de Alfredo Conde en “El Beato”

Rigor histórico y la pasión por escribir de Alfredo Conde en "El Beato"

EFE

Santiago de Compostela —

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El escritor Alfredo Conde (Allariz, 1945) entremezcla su pasión por tejer aventuras con su dominio y conocimiento de la historia a revivir en las páginas de 'El Beato', la leyenda de un emigrante gallego en el México de Hernán Cortés, con el matiz de que el protagonista “no es un conquistador, sino un emigrante”.

'El Beato' (Algaida) es una obra basada en la vida de personajes reales, siendo un relato con “rigor histórico” que tiene también rasgos de una novela de aventuras, ha contado el escritor a Efe sobre el libro con el que el año pasado se alzó con el Premio de Novela 'Ateneo-Ciudad de Valladolid'.

Hace más de un lustro una amiga de Alfredo le habló de la historia del que ahora es el protagonistas de su novela, y, tras cinco viajes a México en 2011 y “mucho investigar e informarse” sobre las peripecias de Fray Julián de Chaguazoso, se dijo: “¡Coño, este tío se merece una novela!”, y así fue.

En las páginas del libro, Alfredo Conde narra la vida que tuvo el Fray Julián de Chaguazoso, una trayectoria en la que pasó por muchas adversidades pero también disfrutó de buenos momentos a miles de kilómetros de su Galicia natal mientras convivía con aventureros, soldados, frailes e indígenas, por lo que “hay varias historias dentro de la historia de mi beato”.

Chaguazoso, que fue coronado como santo de la Iglesia Católica y fue un hombre que falleció en el siglo XVI, “no era un tonto, era un hombre normal que acabó siendo subido a los altares” pero que, ciertamente, nada tenía que ver con las hagiografías de las que le hablaron en sus viajes a México.

Su personaje todavía se conserva como una 'momia' y es venerado por muchos mexicanos.

Para hilar esta curiosa historia, el escritor Conde emplea como hilo conductor las pinturas que Fray Tadeo de la Aguadilla hizo sobre el Fray Julián de Chaguazoso y que se recopilaron en un libro que alguna persona dejó olvidado en los bancos de un templo, justo el pretexto con el que se inicia la novela.

Un libro olvidado es el inicio de su novela, no en vano, aunque Alfredo Conde admite que él no tiene olvidados a los libros, pero últimamente sí siente hacia ellos un “desapego material”, ya que tras una complicación médica que lo tuvo una larga temporada ingresado volvió a casa, a su gran biblioteca, y se preguntó “qué iba a ser de ellos, si ahora nadie quiere libros”, lamenta en esta conversación.

Bajo esa premisa es consciente de que la literatura atraviesa un momento complicado y que vivir de ella, se vuelve cada vez más difícil, pero ni con esas se plantea volver a la política después de haber sido, primero diputado autonómico en el Parlamento gallego y luego conselleiro de Cultura en el Gobierno tripartito de Fernando González Laxe.

“La política ya la abandoné hace mucho, estoy vacunado y revacunado y menos como está en el panorama. Ni cuentan conmigo ni yo con volver, la veo desde casa”, zanja Conde.

Con el panorama literario así de complicado, el escritor ve en los premios como el Ateneo la mejor salida para publicarlos, como en este caso que había escrito 'El Beato' en lengua gallega y se cansó “de esperar” a que se la publicasen, por lo que decidió traducirla él mismo, y presentarla al concurso.

Conde buscaba un certamen con prestigio e historia después de haber ganado ya, en anteriores ediciones y con otras obras, el Premio Nacional de literatura o el Premio Nadal.

Por ello admite que alzarse con el 62º Premio Ateneo Ciudad de Valladolid supuso “una enorme satisfacción” para él, además de considerar que era la mejor forma de dar “proyección” a la obra.

“Es el mejor recurso para los escritores de mi edad”, asevera.

Alfredo Conde confiesa que escribe por la “satisfacción” que le produce, de lo contrario no entendería su oficio, “te cansa, pero te gusta el juego”, comenta.

Con esa especie de adicción que crea en él desarrollar la vida de sus personajes, ya se ha embarcado en la escritura de la que será su décimo novena novela.

En todo caso, también ha escrito cuentos, poesía y guiones de teatro o televisión, pero como de joven vacilaba con que se moriría después de escribir la novela número veinte, “ahora no sé si parar, no vaya a ser”, ironiza como despedida... de este encuentro.

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