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Rosi denuncia la ceguera de Europa ante la inmigración en “Fuego en el mar”

Rosi denuncia la ceguera de Europa ante la inmigración en "Fuego en el mar"

EFE

San Sebastián —

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Los inmigrantes pasan por Lampedusa como fantasmas. Cada año llegan a la isla decenas de miles. Muchos mueren en el camino y los que llegan no tienen ocasión de contactar con la población local (apenas 5.000 habitantes), según cuenta Gianfranco Rosi en el documental “Fuego en el mar”.

La película ganadora del Oso de Oro en la pasada Berlinale ha llegado hoy al Festival de San Sebastián de la mano de su director, que ha denunciado en una entrevista con Efe “la ceguera” de Europa ante el problema de los refugiados.

“Lampedusa siempre se ha dejado de lado, lo mismo que Grecia y España”, ha señalado. “Hasta el verano pasado, la UE no se dio cuenta de lo que pasaba y entonces entraron en pánico y reaccionaron de la manera más equivocada: tratándolo como si fuera una situación de emergencia, cuando esto es un flujo continuo que no acabará nunca”.

Pese a la claridad de la denuncia, en su película nada funciona desde lo obvio. “Sin metáfora, el cine no existe. Lo otro es el estilo Michael Moore”, señala irónico.

Rosi pasó un año y medio en Lampedusa. Los tres primeros meses los dedicó a buscar a sus personajes: Samuele, un niño de diez años con un ojo vago y un carácter especial, y Pietro, médico de la isla que ha estado presente en cada desembarco de inmigrantes rescatados en los últimos treinta años.

“Contarlo desde la perspectiva de un niño me daba mucha libertad”, dice Rosi. “Mientras le filmaba, me daba cuenta de que su mundo me llevaba a algo más profundo; había un vínculo entre las dificultades de ese chico para crecer y nuestras dificultades como europeos para entender algo que no conseguimos afrontar”, explica.

Después conoció al médico, un personaje “de una enorme humanidad” que le contó historias y le mostró imágenes desgarradoras. “Los dos se complementan: una es la mirada inconsciente, y la otra la consciente”, explica.

Lo más difícil era precisamente acceder a los inmigrantes. “El flujo de llegada es constante pero no existe contacto real. La isla y los inmigrantes son dos mundos separados”, afirma.

“Los inmigrantes llegan por la noche, los interceptan en el mar y los trasladan al puerto, donde les espera un autobús para llevarlos directos al centro de detención, y ahí permanecen dos o tres días antes de ser enviados a otro lugar de Italia”, detalla.

Rosi pidió permiso para embarcar en un buque de la Marina italiana que opera frente a la costa de África y pasó cerca de un mes abordo, mientras participaba en dos misiones.

Más allá de eso, solo una vez pudo filmar a un grupo de nigerianos. “Los conocí en el mar y, cuando les llevaron al centro de detención, fui a verlos al día siguiente y me permitieron filmar en su habitación”, relata.

El resultado es un testimonio musical, entre el rap y el gospel, que resume la épica de su viaje mucho mejor que cualquier entrevista. “Nunca hago preguntas”, dice Rosi, “captar la verdad de las personas requiere tiempo y observación, no preguntas”.

Precisamente, ayer la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) desveló que, tras cumplirse un año de los compromisos de reubicación y reasentamiento firmados por los países de la Unión Europea, sólo se ha cumplido un 7 por ciento de estos acuerdos.

“Es un desastre total que llevará a más populismo. Veo un futuro negro para Europa, no tenemos líderes políticos en este momento”, advierte el cineasta, que en 2013 se llevó el León de Oro de Venecia con otro documental, “Sacro Gra”.

En su opinión, el problema es que Europa sólo piensa en el corto plazo, con la vista puesta en las elecciones nacionales, y falta una visión global.

“No podemos permitir que países como Austria, Hungría o Polonia tomen las grandes decisiones políticas. Solo una política unitaria puede salvar el futuro de Europa. Si no se entiende eso, estamos destinados al hundimiento”.

Por Magdalena Tsanis

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