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“Touché” de Dagoll Dagom con su espectacular montaje de capa y espada

"Touché" de Dagoll Dagom con su espectacular montaje de capa y espada

EFE

Barcelona —

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El público ha caído rendido tras varios “touché” de la compañía Dagoll Dagom, que se ha ganado hoy a los espectadores con las vistosas coreografías de capa y espada de “Scaramouche”, el musical que ha estrenado en el Teatre Victòria de Barcelona y con el que espera repetir el éxito de “Mar i Cel”.

Los espectaculares números musicales, las emotivas escenas románticas, los guiños cómicos, los equívocos y el espíritu revolucionario se alternan con ritmo fluido en este montaje ambicioso, inspirado en las películas de espadachines de los años cincuenta y las comedias de Goldoni.

Desde el primer minuto, los presentes han quedado deslumbrados con la belleza de las primeras escenas, que suceden en el suntuoso palacio del marqués de L'Échalonne.

Todo es tan lujoso en los ambientes nobles de finales del siglo XVIII que sólo la ropa del marqués pesa 25 kilos, un lastre que no impide que el actor que da vida al villano, Ivan Labanda, se mueva con ligereza por los diferentes niveles del escenario, que juega con acierto con dos pisos de palcos laterales.

El marqués representa el poder totalitario de la nobleza a la que se enfrenta Scaramouche, un héroe enmascarado que trae las ideas de la Revolución Francesa y está dispuesto a defender al pueblo de la opresión.

Antes de que Scaramouche logre su objetivo, cortesanas con pelucas imposibles y nobles despóticos se pasean por el escenario y comen faisán en salones imponentes.

Pero ese mundo tiene los días contados, tal como anuncia la escenografía cuando, como por arte de marte, desaparecen palacios enteros por la parte alta del escenario, en un milimetrado despliegue de técnica que ha sido muy aplaudido.

También cabe destacar la música de Albert Guinovart, que se adapta a los diferentes tonos de la obra y a los dos mundos enfrentados, interpretada en directo por diez músicos situados en el foso del escenario, todo un lujo para los tiempos que corren.

Dieciocho actores, otro lujo, representan los personajes de este historia de aventuras, cuyo reparto pasó un proceso de casting de dos meses y medio con más de 300 aspirantes.

Cabe destacar las interpretaciones de Ana San Martin en el papel de Olympia, la prometida del marqués, y Mireia Mambo, en el papel de Camilla, la actriz enamorada de Scaramouche (Toni Viñals).

Otro punto fuerte de la puesta en escena son las luchas con espadas, que más que peleas son coreografías musicales, en las que los actores han contado con la ayuda del maestro de armas Jesús Esperanza, el que fue profesor de Viggo Mortensen cuando preparaba su papel de Alatriste.

La preparación técnica ha sido estricta, aunque el musical de Dagoll Dagom no es una historia de capa y espada al uso, sino que está salpicada de momentos cómicos.

Una comicidad que no impide que el texto que ha escrito Joan Lluís Bozzo a partir de la obra de Sabatini subraye el mensaje revolucionario y lance varias arengas en favor de los que se revelan contra el poder establecido y en favor de la igualdad de géneros.

Este espíritu revolucionario, sumado a la espectacular escenografía, el buen hacer de los actores y la música especialmente compuesta para la ocasión, ha cosechado varios minutos de aplausos de un público puesto en pie para agradecer el esfuerzo que supone levantar un montaje de esta envergadura.

Una ovación que hace prever larga vida a “Scaramuche”, aunque Dagoll Dagom compite contra sí mismo y siempre será muy difícil alcanzar el éxito que consiguió “Mar i Cel”.

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