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Víctor Olmos ilumina “los nortes” vitales de Enrique Jardiel Poncela

Víctor Olmos ilumina "los nortes" vitales de Enrique Jardiel Poncela

EFE

Madrid —

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“Si buscáis los máximos elogios, moríos” es la frase que quiso tallada en la losa de mármol de su nicho Enrique Jardiel Poncela, que dedicó su vida a “dos nortes”, la mujer y la literatura, según Víctor Olmos, autor de la biografía más completa hasta ahora del autor de “Pero ¿hubo alguna vez cien mil vírgenes?”.

Además de trabajar en novelas y comedias, el madrileño Jardiel Poncela (1901-1952) jugó un papel muy importante en la industria del cine, explica Olmos en una entrevista con Efe, pues trabajó en Hollywood para doblar y poner texto en español a las películas norteamericanas para el mercado latinoamericano.

El escritor “consiguió convencer” a los dirigentes de Hollywood para rodar una de sus comedias en verso, “Angelina o el honor de un brigadier”, que se convirtió en la primera película filmada en verso en Hollywood y en el mundo, en 1934.

Jardiel, recuerda Olmos, también ha pasado a la historia del cine por la creación de dos cortos de título “Celuloides rancios”, que filma en París para la FOX en 1933, y “Celuloides cómicos”, que realiza en San Sebastián en 1938.

El artista fue “posiblemente” el comediógrafo y novelista que revolucionó el humor español durante la primera mirad del siglo XX, hizo reír y pensar con la risa, que era hija de la observación, el lenguaje y la poesía“, narra el autor de ”Haz reír, haz reír. Vida y obra de Jardiel Poncela“ (Renacimiento).

Esta nueva biografía aporta “muchas más críticas de sus comedias y de sus novelas tanto a favor como en contra, que aparecieron en la prensa española tras el estreno y publicación” de sus obras, indica Olmos.

Cuenta Olmos que el título “Haz reír, haz reír” surge de una canción de la película “Cantando bajo la lluvia” y del hecho de que esa era “la razón de ser” de la creatividad de Jardiel.

El autor dedicó su vida a sus “dos nortes”, cita Olmos, “la literatura y la mujer” y, aunque nunca se casó, tuvo dos relaciones importantes, con Josefina Peñalver y Carmen Sánchez Labajos, además de “treinta y cuatro amantes”.

“Jardiel decía 'para trabajar necesito ruido a mi alrededor y en ese ruido me encuentro como el pez en la pecera'”, cuenta Olmos, cuyo escrito enumera varios de los cafés en los que escribió sus obras, trece de ellas en el Gijón, donde creó la comedia “Eloisa está debajo de un almendro”.

“Triunfó más” como dramaturgo que como novelista, aunque sus cuatro novelas, “Amor se escribe sin hache”, “Espérame en Siberia, vida mía”, “Pero ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?”, y, en especial, “La tournee de Dios” tuvieron, según expresa el autor de la biografía, un “gran impacto”.

Al morir, su valor literario y artístico creció, añade Olmos, que recuerda que, tras las malas críticas de “Agua, aceite y gasolina”, Jardiel afirmó que los críticos no sabían “ni una palabra de teatro” y cuando muriera le proclamarían “una de las figuras más relevantes y honrosas que haya dado el singular y fecundo ingenio español”.

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