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Wonder Woman, 75 años de una maravilla del cómic en lucha por la igualdad

Wonder Woman, 75 años de una maravilla del cómic en lucha por la igualdad

EFE

Madrid —

Un símbolo “para todas las mujeres del mundo”, ese fue el objetivo con el que en la década de los 40 la editorial DC Cómics alumbró el personaje de Wonder Woman, una maravilla de mujer que desde una ficción aparentemente inofensiva lleva más de 75 años como acicate por la igualdad de género.

El reciente estreno de la película que lleva su nombre (en España esta misma semana) ha devuelto a la primera línea de la actualidad a la más grande de las superheroínas, la cual, pese a no ser siempre atendida con la misma fruición que sus colegas Batman y Supermán, ha alcanzado igualmente la condición de icono gracias a un grupo de autores que vieron en ella un propósito revolucionario.

Fue en 1941 cuando hizo su primera aparición en el número 8 de la serie “All Star Comics”. A diferencia del resto de creadores del universo DC, muy jóvenes en su mayoría, este personaje lo alumbró William Moulton Marston, abogado, psicólogo y novelista que concilió en ella su interés por la mitología, las mujeres y el comportamiento social, especialmente las relaciones de sumisión y dominación.

“Siempre pensé que Wonder Woman, como Superman, debía tener un punto de vista propio sobre la sociedad. Criada en el mundo igualitario de las amazonas, donde todos son tratados como iguales en derechos, se sentiría particularmente ofendida por la estrechez de miras y sexismo de América”, observaba Gerry Conway, uno de los artífices de aquella primera época.

Las mujeres respondieron y se unieron a la lista de lectores de los cómics de la editorial, incluida Gloria Steinem, referente del feminismo en EE.UU. durante los años 70 y la persona que ayudaría a convertirla en un símbolo de su lucha por la igualdad, no en vano, como fundadora de la revista liberal Ms., la llevó a la portada en 1972: “Wonder Woman for president”.

En 1982, en el número 41 de “DC Comics Presents”, se produce otro momento de profundo significado. Cambia el emblema del águila dorada por dos W encastradas en el pectoral, diseñadas por Milton Glaser. “La causa hará que la w no sea solo por Wonder Woman, sino por todas las mujeres del mundo”, proclama el personaje.

Entre los guionistas que ayudaron a expolearla está George Pérez. “Era un libro que se asignaba siempre a quien estuviese disponible, sin importar su interés ni su compatibilidad”, escribe en el prólogo de “Grandes autores de Wonder Women. La mujer maravilla” (editado en España, como casi todo el contenido, por ECC Ediciones).

El también dibujante pidió en 1987 encargarse de la cabecera y, de la mano de Greg Potter primero y de Len Wein después, pasó casi cinco años en los que redefinió pautas tan sensibles como que las amazonas, que no nacían de hombre, fuesen la reencarnación de mujeres asesinadas en la prehistoria. De hecho, reinició la historia con un crudo caso de violencia de género.

Las amazonas, que algunos estudios relacionan con el término que se empleó a principios del siglo XX para referirse a las sufragistas en EE.UU., debían ser la encarnación de los mejores valores del ser humano, físicos y mentales, como ejemplo a seguir en pos de un mundo de concordia.

“No mates si puedes herir. No hieras si puedes someter. No sometas si puedes apaciguar. Y no alces en ningún caso tu mano, si antes no la has extendido”, señala el dicho que rige Themyscira, capital de estas supermujeres.

Claro está, entre los mejores guionistas de Wonder Woman no todos son hombres. Ahí está Gail Simone, autora de “El círculo”, con los lápices de Terry Dodson, uno de sus dibujantes más carismáticos.

También destaca la obra de Jill Thompson “La verdadera amazona”, relato libre que se centra en el origen no ya del personaje sino de sus convicciones, desde el egoísmo hasta el carácter compasivo que hace de ella una superheroína especial y que es clave en “El espíritu de la verdad”, de Paul Dini, en defensa del tercer mundo.

Existen muchas otras etapas y obras interesantes, como “Hiketeia”, de Greg Rucka, en el que un debate moral la lleva a vérselas cara a cara con Batman, sin olvidar la reciente etapa de Brian Azzarello, especialmente “Sangre”, como aspirante a diosa de la guerra.

Que el personaje sigue despertando interés en la actualidad se percibe en ensayos como “Wonder Woman. El feminismo como superpoder”, en el que la periodista Elisa McCausland (Madrid, 1983), la reivindica frente a las voces críticas por su “imagen sexualizada”.

“Diana no fue juzgada por lo que ha representado en numerosas ocasiones como personaje, sino por cómo viste”, escribe, en alusión a su efímera elección como embajadora de honor de la ONU por ser, decía la petición en su contra, “representación de una mujer blanca, con pechos exuberantes, proporciones imposibles y un traje escueto”.

Para McCausland es ante todo “una recodificación pionera en cuanto al género”.

“Amazona nacida sin intervención del hombre y formada por mujeres en una isla, ha sido educada en el ejercicio de la voluntad, en una formación del control emocional. Eso simbolizan sus brazaletes: el foco, la concentración, una idea de feminismo amazónico en la que cuerpo y mente se alinean en pos de un bien mayor”, insiste.

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