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El mayor búnker antiatómico de la Albania comunista se convierte en Bunk Art

El mayor búnker antiatómico de la Albania comunista se convierte en Bunk Art

EFE

Tirana —

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La apertura al público del mayor búnker antiatómico de la época comunista en Tirana ha suscitado el interés de miles de albaneses, que se han acercado a visitar este símbolo de la Guerra Fría oculto durante casi cuatro décadas.

Tras escuchar la noticia de la reciente apertura del búnker, en tan solo 4 días más de 6.000 personas, entre albaneses y extranjeros, se han apresurado a visitar esta misteriosa fortaleza, convertida ahora en un espacio histórico y artístico bajo el nombre de Bunk Art.

“En el pasado oímos rumores sobre la existencia de un enigmático túnel secreto de los dirigentes comunistas y, ahora que lo hemos podido ver, estoy sorprendida. No entiendo por qué nos lo ocultaron tanto tiempo”, dijo a Efe la visitante Mira Sinanaj.

“Pese a haber vivido bajo el comunismo, jamás me habría imaginado ver una obra tan impresionante. Un palacio de cinco pisos enterrado en la montaña para defender a Hoxha, no al pueblo que pasaba hambre”, señaló Petrit, llegado desde la ciudad sureña de Fier.

Inaugurado con motivo del 70 aniversario de la Liberación de Albania de la ocupación italiana y alemana, que se celebra cada 29 de noviembre, el refugio antinuclear se podrá visitar hasta finales de año.

“Queremos convertirlo en una atracción turística junto con otros túneles secretos aún escondidos, que se encuentran en el monte Dajti”, explicó a Efe Julinda Dhamo, directora de la Agencia Nacional de Turismo.

Camuflado entre colinas simétricas del monte Dajti, en el este de Tirana, el refugio fue construido en secreto entre los años 1972 y 1978 para albergar a la elite política y militar en caso de un ataque nuclear extranjero que nunca se produjo.

Tras la ruptura con los soviéticos en 1960 y con los chinos en 1978, el paranoico dictador Enver Hoxha vivió bajo el temor constante de un posible ataque imperialista y revisionista y para defenderse construyó medio millón de búnkeres en suelo albanés, lo que arruinó la paupérrima economía del país.

Albania se convirtió en el estado europeo más aislado y militarizado con centenares de túneles subterráneos para cobijar el enorme arsenal militar de submarinos, aviones y tanques que poseía.

El mayor de todos los búnkeres es éste, desde donde se suponía que se dirigiría la lucha armada en caso de un ataque, por eso era el lugar elegido por los altos cargos del Ejército, que se entrenaban allí todos los años simulando situaciones de conflicto.

El túnel tiene una superficie de 2.685 metros cuadrados repartidos en cinco pisos con cinco salidas, que dan a un cuartel militar.

En el quinto piso, donde está la entrada principal, el túnel se aisla del mundo exterior a través de dos puertas de hormigón de 20 centímetros de grosor, con una lámina de acero intercalada preparada para resistir explosiones, seguidas de otras tres puertas de hierro con cierre hermético y capaces de resistir sustancias químicas y radiactivas.

Tras cruzar la puerta principal, ante el visitante se abre un gigantesco mundo subterráneo de 106 habitaciones unidas por largos y estrechos pasillos, varias escaleras, una cafetería y una enorme aula con capacidad para albergar a los 250 diputados de la Asamblea Popular, ideada según el modelo de Corea del Norte.

La estancia más lujosa y espaciosa es la diseñada para el dictador y comandante general del Ejército.

Este espacio cuenta con una habitación para la que fue su secretaria, un despacho, un dormitorio con una cama de matrimonio y un baño.

En su despacho destaca un escritorio sobre el que reposan un teléfono codificado, que fue de los mejores sistemas de comunicación de la época, aparatos de descontaminación radiactiva, sillones y un mapa de Albania.

Hoxha visitó en dos ocasiones esta instalación, donde charló con los comandantes militares, pero nunca vivió y durmió en ella.

A su oficina le sigue la del ex primer ministro comunista, Mehmet Shehu, y la del jefe del Estado Mayor del Ejército.

Algunas de las habitaciones del Bunk Art se han convertido ahora en salas de exposiciones que narran la historia de Albania durante la ocupación en la Segunda Guerra Mundial o la creación del ejército y otras estancias están dedicadas al arte contemporáneo.

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