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El polémico arranque de Breslavia como Capital Cultural Europea 2016

La arquitectura protagoniza el debut de Breslavia como capital cultural europea

elDiarioes Cultura

El acto de inauguración de Breslavia como Capital Europea de la Cultura 2016 fue reflejo de la crisis política que vive Polonia, con una polémica intervención del ministro de Cultura, Piotr Glinski, que defendió “los valores cristianos” y la buena salud de la democracia polaca.

Glinski, además vicepresidente del nuevo Gobierno nacionalista y euroescéptico (aunque él prefiera la expresión 'eurorrealista') del país centroeuropeo, afirmó en su discurso que “Europa no estaría aquí y no sería lo que es sin los valores cristianos”. El discurso político se hacía así protagonista de un acto que tendría que haberse ceñido a la cultura, y que refleja el clima de crispación que vive Polonia tras la llegada del nuevo Gobierno.

Un Ejecutivo, en palabras de Glinski, “estable”, “defensor de la cultura, el diálogo y la solidaridad”, y continuista con los “proyectos positivos” iniciados por el anterior Gobierno, como muestra su apoyo a la capitalidad de Breslavia. Entre los asistentes al acto se encontraba el comisario europeo de Cultura, el húngaro Tibor Navracsics, cuyo partido FIDESZ (al que pertenece el primer ministro húngaro, Viktor Orbán) se considera aliado de la formación gobernante en Polonia.

El alcalde de Breslavia, Rafal Dutkiewicz, quien gobierna la ciudad desde 2002 al frente de un partido independiente de centroderecha y que recibió una ovación prolongada de la mayoría del público presente en la gala, dijo que “los nacionalismos son cosa del pasado” y que “Europa es el futuro”.

Breslavia se convirtió este fin de semana en Capital Europea de la Cultura 2016, título que este año comparte con la localidad española de San Sebastián. La ciudad polaca cuenta con un presupuesto superior a los 70 millones de euros, aunque se han gastado más de 400 millones en infraestructuras culturales que se utilizarán durante este año, y durante su capitalidad hay previstas más de mil actividades, todo con el objetivo de situar a Breslavia en el centro del mapa cultural europeo.

Un gran concierto inspirado en las obras de uno de los compositores de la posguerra más importantes, Iannis Xenakis, y un espectáculo que mostrará los cuatro espíritus o esencias de la ciudad -el agua, la reconstrucción, la diversidad religiosa y la innovación- servirán esta tarde de arranque de un año en el que se espera que la cultura y sólo la cultura sea la protagonista.

Recuperando el espíritu histórico

El responsable del espectáculo Los cuatro espíritus de Breslavia, el artista británico afincado en Asturias, Chris Baldwin, confía en que más de 100.000 personas se reúnan en la plaza central de Breslavia, donde convergerán las cuatro esencias que representan el carácter y la historia de la localidad.

Baldwin, que es uno de los ochos comisarios que se ocupan de las diferentes disciplinas artísticas en Breslavia 2016, explicó que el objetivo es identificar este año cultural con estas cuatro características de Breslavia. El primero, el espíritu de la reconstrucción, recuerda la destrucción que causó la II Guerra Mundial (alrededor del 80 % fue arrasado) y el posterior esfuerzo para levantar la ciudad.

El siguiente, el de la diversidad religiosa, constituye otro recuerdo, en este caso del pasado multicultural de Breslavia hasta la II Guerra Mundial y el Holocausto. El espíritu del agua y las inundaciones es otro componente de la historia de esta localidad, conocida como la Venecia del Norte por estar asentada sobre diferentes islas, que en 1997 sufrió la última gran riada por una crecida del río Odra.

El último espíritu mira al futuro, y es el de la innovación, el de una ciudad con 180.000 estudiantes (de un total de 630.000 habitantes), que quiere ser referencia tecnológica para el país. Es ese espíritu de futuro el que pisa fuerte y ofrece un ejemplo de optimismo y vitalidad al resto de Europa, como muestra de una ciudad que ha pasado del drama de la destrucción de la II Guerra Mundial a lograr reinventarse para ser hoy el centro cultural europeo.

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