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¿Y si John Wayne fuera una mujer?

Liakesha Dean in "Gigante". Óleo sobre lienzo. 2013. Felice House ©

Francesc Miró

En 1985 el MoMA de Nueva York realizó una ambiciosa exposición que quería ser una instantánea del arte del momento. En ella había solo 19 mujeres frente a una aplastante mayoría de 150 hombres. El hecho provocó uno de esos revulsivos tan interesantes que hacen avanzar cualquier arte: desde el activismo nació como respuesta el colectivo Guerrilla Girls, que mediante el humor y el manejo de los códigos de las más actuales corrientes artísticas ha dedicado más de treinta años a denunciar la constante obliteración de la mujer en el mundo de las artes.

Felice House cita a Guerrilla Girls como un referente cuando habla de su último y más celebrado trabajo: Re•Western, una colección de pinturas con las que reimagina famosas películas del Oeste y en las que Clint Eastwood o John Wayne son sustituidos por mujeres. La exposición ha impactado en su Texas natal como una bala.

Además, esta colección de obras ha llegado en un momento en el que la imagen de este Estado norteamericano quedó cuestionada por dos de las más celebradas películas del pasado año -Animales Nocturnos y Comanchería-, pintaban una Texas misógina hasta la médula. Ella es consciente, como lo era Guerrilla Girls en el 85, de que el arte no es independiente de su contexto social. Y en el contexto en el que estamos es palpable la pugna por reimaginar iconos y crear nuevos relatos que derriben prejuicios ancestrales.

El wéstern como terreno fértil para el feminismo

Felice House no hubiera empezado a trabajar en Re•Western si no fuese una enamorada del género. “Pero me perturbaban los papeles asignados a las mujeres en las películas clásicas del wéstern. Así que en lugar de descartar el género, lo usé para iniciar un diálogo”, cuenta la artista a eldiario.es.

Es un lugar común decir que el wéstern es un género históricamente ligado a la representación de la masculinidad. Menos común es reivindicar a la Joan Crawford de Johnny Guitar, cuya redención sólo es posible si viene dada por los brazos de un hombre, o a la Jennifer Jones de Duelo al sol, cuya fortaleza es utilizada como toque de sensualidad para sus coprotagonistas. Aunque es difícil negar que ellas fueran pioneras en empuñar el revólver en el género, años de cine y pistoleros han inclinado mucho la balanza a favor de ellos. Hacia ahí apunta, justamente, Re•Western.

“Para crear la serie, cogí algunos de los papeles masculinos más icónicos en películas clásicas del wéstern y los replanteé dándole una vuelta de género”, cuenta Felice House. “Este nuevo planteamiento apunta a la disparidad entre género y poder y su reflejo en nuestra  cultura”. Con el simple ejercicio de darle la vuelta a la tortilla, “se pone en relieve a quién se le está asignando poder, y a quién se le ha negado siempre”.

Re•Western es una reflexión sobre la capacidad de crear estereotipos y narrativas si se configuran a base de imágenes. En su caso son personajes masculinos en el género cinematográfico más plagado de ellos. Por eso, cada uno de sus retratos remite directamente a películas como Solo ante el peligro, El bueno, el feo y el malo, Centauros del desierto o El tren de las 3:10.

Todos son clásicos, pero sus inspiraciones llegan hasta la actualidad. A la pintora le encanta Westworld: “Cuando empecé a verla me horroricé al pensar que el papel de las mujeres no hubiera cambiado desde la película original. Hasta que me di cuenta de cómo ganaban en conciencia y evolucionaban, y me cautivó completamente”, confiesa la artista.

Lo resumía bien la periodista Henar Álvarez en un artículo: “Debajo de todos esos sombreros de cowboys y de la carne artificial, se esconde la historia de la humanidad desde el punto de vista femenino, ese que siempre se olvidan de enseñar en los libros de texto. Aparenta ser una distopía pero no veréis en televisión nada que sea tan actual”. Westworld podría ser a las series lo que Re•Western al arte.

El arte es una lucha contra la obliteración

Por desgracia, si comparamos el audiovisual con el arte de galería, la representación de la mujer cambia. De nuevo, la artista admite que Guerrilla Girls explica la representación de la mujer en el arte contemporáneo mejor que nadie, citando su famoso cartel del 89 que se preguntaba si tenían que estar desnudas las mujeres para entrar en el Museo Metropolitano de Nueva York: menos del 5% de los artistas expuestos en la secciones de arte moderno eran mujeres, pero el 85% de los desnudos eran femeninos.

Decía Rebecca Solnit en Los hombres me explican cosas, que el feminismo de los ochenta se particularizó por atreverse a “señalar que el sexo también era una escena de poder”. Sin embargo, desde la lucha del arte feminista de los ochenta hasta este Re•Western corre un claro hilo conductor: la preocupación por quién ostenta dicho poder, quién se asume como icono y quién domina la escena.

“Hay infinitos ejemplos de la mercantilización de las mujeres en la historia del arte y específicamente en la pintura. Sin ir más lejos El nacimiento de Venus de Sandro Botticelli era una pintura del boudoir, pensada para colgar en las habitaciones privadas de los varones”, reflexiona Felice. Aunque para ella no es tanto que “el arte contemporáneo del retrato haya dado pasos atrás, sino que podemos dar muchos más pasos adelante. Por eso me inspiran artistas como: Paula Rego, Jenny SavilleKehinde Wiley o Alice Neel”.

El retrato, en su opinión, es una rama artística que tiende a pintar a las mujeres de una manera menos sexualizada que el arte mercantilista genérico “porque el propósito histórico de un retrato es resaltar el estatus, la riqueza o la posición social de quien era retratado”. Pero eso no significa que “durante siglos los hombres hayan creado pinturas de mujeres para un público masculino”. Por suerte, “hoy las mujeres están creando imágenes de mujeres que representan más plenamente nuestras vidas y experiencias. El movimiento Women Painting Women es un ejemplo de herramienta importante para destacar a las mujeres artistas que trabajan en la tradición figurativa”, explica House.

Para ella, igual que para Solnit, la batalla se juega en todos los ámbitos, por supuesto también el artístico. “Creo que la expresión ‘eres lo que comes’, no se aplica solo a la comida sino a todo tipo de imágenes visuales. Algunos alimentos e imágenes nos mantienen en pie, pero otras nos enferman”.

Cambiar la idea de género pasa por imaginar de nuevo la imagen que de cada uno de ellos tenemos. Ese ejercicio también se hace desde el arte contemporáneo, creando nuevos imaginarios feministas con los que empoderar a la mujer. Por eso, parece que tanto una historiadora como Rebecca Solnit como una artista como Felice House coinciden en que sólo estamos empezando. “Que se hayan transformado tantas cosas en las últimas cuatro décadas es algo increíble, que todo no se haya cambiado definitivamente no es ninguna señal de fracaso”, decía la primera en su famoso ensayo sobre el mansplaining. “Hemos recorrido un largo camino pero hay un largo camino por recorrer”, concluye la pintora.

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