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Los frutos secos brillan en fiesta del solsticio del invierno “Yalda” en Irán

Los frutos secos brillan en fiesta del solsticio del invierno "Yalda" en Irán

EFE

Teherán —

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Los frutos secos, entendidos como un símbolo de su cultura, brillan con luz propia en la mesa de los iraníes durante la celebración de Yalda, el solsticio de invierno, una tradicional fiesta que cada año se celebra en Irán en la casa de los mayores de la familia.

Como cada año desde un tiempo inmemorial, la noche más larga del año se celebra en la República Islámica como un recuerdo de los tiempos preislámicos y que tiene en los frutos secos su elemento más simbólico y llamativo.

Desde hace días, los mercados de todo el país, que ya de por sí ofrecen habitualmente un gran despliegue de estos productos, muy presentes en la comida local, exhiben y venden una combinación especial de frutos secos denominada “Ayile Shabe Yalda”, que juega un papel importante en la mesa de la población durante la noche.

El “Ayile Shabe Yalda” contiene pistachos, avellanas, almendras, nueces, higos secos, pasas, albaricoques y moras blancas, todos tostados sin sal para evitar producir sed en el frío del invierno y para aportar así más calor y energía en el cuerpo.

Alí, un vendedor de frutos secos de mediana edad en un mercado de Teherán, explicó a Efe que en la cultura iraní “es muy importante servir fruta a los invitados” y que para eso se “secaba para poder consumirla en invierno y poder compartirla”, una práctica que quedó arraigada “en la cultura de la gente”.

Además, siguiendo la también tradicional costumbre local de preocuparse por la alimentación saludable, el tendero subrayó la satisfacción de que los iraníes aún sigan consumiendo estos productos, “una gran fuente de calcio, potasio y minerales, lo que no está nada mal”.

Maryam, una mujer de aspecto moderno de 56 años, apuntó a Efe durante sus compras para Yalda que “los frutos secos ya forman parte de la cultura” en las fiestas de todo el país y que están presentes en toda “ceremonia tradicional”.

“En la noche de Yalda nos juntamos para cenar y después de la cena entremezclamos nuestras charlas, cuentos y recuerdos con el té, frutas y frutos secos”, explicó la mujer, que se mostró muy orgullosa de que la antigua cultura de Irán se haya logrado transmitir a los más jóvenes.

“Mis hijos desde hace días me recuerdan que este lunes por la noche es Yalda, no salen con sus amigos e incluso ayudan en la compra”, afirmó.

Durante la noche de fiesta, además de frutos secos, en la mesa se ponen granadas, sandías, dulces, pasteles y velas, así como un libro del gran poeta iraní Hafez Shirazí, que para todo el mundo forma una parte muy curiosa, fundamental e imprescindible de la ceremonia.

Todos los asistentes a una reunión, uno por uno, deben pedir un deseo y le deben preguntar al poeta respecto a su futuro, para que luego alguien de la casa recite el texto e interprete a raíz del mismo qué es lo que va a suceder.

La noche de Yalda significa nacimiento y es una fiesta de origen milenario, parecida a la de Yule que se realiza en el norte de Europa y que también sirve para festejar el solsticio del invierno.

En Irán la ceremonia empieza el atardecer del día 21 de diciembre, que es el último día del otoño, y dura hasta el amanecer del 22, donde se sitúa el inicio del invierno.

El saludo “Yalda Mobarak”, (feliz Yalda) se repite estos días en las calles de todo el país y cada vez más en las redes sociales, de uso muy extendido en el país pese a su teórica prohibición por las autoridades.

Precisamente, este año la noche de Yalda se celebra con aparente mayor entusiasmo que en 2014, donde el festejo coincidió con el luto oficial por el aniversario de la muerte de Mahoma y en un contexto de mucha tensión social por la crisis económica que golpeaba al país fruto de las sanciones económicas internacionales.

Sin embargo, al calor del acuerdo nuclear logrado el pasado 14 de julio entre Irán y las potencias del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que se espera entrará en vigor a principios de 2016 y que traerá el fin de las sanciones, ha generado grandes esperanzas en la población, que se han traducido en un mayor espíritu festivo en esta nueva edición de Yalda.

Por Artemis Razmipour

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