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Los danzadores de Anguiano reviven la tradición encaramados a sus zancos

Los danzadores de Anguiano reviven la tradición encaramados a sus zancos

EFE

Logroño —

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Los ocho danzadores del municipio riojano de Anguiano han vuelto a revivir hoy esta centenaria tradición al lanzarse por una empinada cuesta empedrada mientras bailaban al son de la música encaramados a unos zancos de madera de 45 centímetros.

Cientos de personas han presenciado su vertiginoso descenso en Anguiano, que celebrado su fiesta mayor en honor a su patrona, la Virgen de la Magdalena.

Este rito, en el que los danzadores parecen “peonzas humanas”, está declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional desde 1970, lo que ha dado a conocer este pequeño pueblo de unos 500 habitantes.

Los danzadores, que siempre son ocho, en esta ocasión tienen edades comprendidas entre 20 y 28 años, ha detallado a Efe el alcalde de la localidad, Gerardo Sobrón.

La primera referencia histórica recogida en un documento escrito sobre el origen de esta danza se remonta al año 1603, en un “Libro de acuerdos y decretos”.

El origen de esta danza ha generado diversas interpretaciones por parte de historiadores y folcloristas, que apuestan tanto por ritos paganos como por tradiciones religiosas relacionadas con ceremonias propiciatorias de buenas cosechas; así como que fuera una especie de rito iniciático a la madurez, debido a la valentía necesaria para encaramarse a los zancos.

La cuesta empedrada por la que se lanzan los danzadores, a cuyos lados se congregan apiñados todos los espectadores, tiene una pendiente del 20 por ciento y está rellenada por miles de cantos rodados, procedentes del río Najerilla, que se incrustan en la tierra dejando hueco suficiente para que se agarre el zanco.

La colorida vestimenta de los danzadores es uno más de los protagonistas de esta tradición, ya que la saya de color amarillo-naranja, con dibujos ribeteados en hilo blanco, simula una campana y les da estabilidad mientras giran sobre sí mismos.

Además de camisa blanca, alpargatas y faja azul, todos llevan un chaleco confeccionado con cintas de siete tonalidades distintas: roja, blanca, verde, rosa, granate, amarilla y azul.

Mientras bailaban, estos jóvenes han tocado con energía unas castañuelas elaboradas de forma artesanal con madera de boj, mientras que para tallar los zancos se utilizan madera de haya.

En esta jornada, Juan María López, de 28 años, ha sido el veterano del grupo, tras 14 años en los que ha participado en esta tradición, durante los que ha reconocido a Efe que no ha perdido “los nervios previos y el respeto”.

Además de varios músicos que tocan la gaita y el tambor, acompaña a los danzadores el “cachiberrio”, Martín Quintanar, quien interpreta a un poeta que compone y recita versos de sencilla rima para la Santa, según ha relatado a Efe.

Quintanar, de 53 años y quien emigró cuando tenía siete a Estados Unidos, regresa cada año para participar en estas fiestas y desde hace seis es el “cachiberrio”.

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