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La diáspora china vuelve a casa por Año Nuevo

La diáspora china vuelve a casa por Año Nuevo

EFE

Pekín —

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Con las maletas a cuestas y una buena carga de emoción, miles de inmigrantes chinos que viven repartidos por el mundo regresan estos días a su país de origen para empezar, en la madrugada del lunes, el año lunar del mono junto a sus familias.

Es la vuelta a casa por Año Nuevo chino de la diáspora migratoria del gigante asiático, la mayor del mundo, de la que participa gente como Huang Qian, una joven de 26 años de la provincia china de Fujian (sureste) que se marchó hace algo más de dos años a Barcelona a estudiar un máster y se quedó para hacer su doctorado.

“El Año Nuevo chino es muy importante. Tengo que pedir unos días a mi tutor para volver, pero lo hago todos los años. Es el requisito que me ponen mis padres para dejarme estudiar fuera”, cuenta a Efe Huang antes de viajar desde España.

A falta de dos días para coger el avión, la joven doctoranda reconocía no haber hecho la maleta, aunque ya sabía que tendría que reservar espacio para el turrón que, en una fusión de la Navidad española y el Año Nuevo chino, le lleva a su padre.

“Hablamos mucho, así que no nos sentimos muy distantes. Pero cuando vuelvo es lo de siempre: como hacen todos los padres que tienen un hijo único, se quieren pegar a mí el máximo tiempo posible”, comenta esta universitaria.

El reencuentro de Huang Qian con sus padres dista mucho de ser un caso aislado, aunque la vuelta de los inmigrantes en Año Nuevo chino suele quedar eclipsada por el enorme volumen de desplazamientos internos que vive el país durante su principal fiesta, para la que en esta ocasión se esperan 2.900 millones de viajes.

En la actualidad hay más de 60 millones de chinos viviendo en el exterior, la mayoría de ellos en países vecinos de Asia, según el último informe elaborado por el Centro para China y la Globalización.

El gigante asiático no sólo es el país con más habitantes del mundo, sino que, si se sumara a toda su población en el extranjero, sería una de las 30 naciones más pobladas, con cifras similares a las de Italia y superiores a las de España, Colombia y Argentina.

Con una centenaria tradición migratoria que se intensificó hace dos siglos, existen amplias comunidades chinas en Europa, Estados Unidos y Australia, así como colectivos en rápido crecimiento en África y América Latina, llegados de la mano de los intereses empresariales de la segunda economía mundial.

“Se nota que mucha gente vuelve por el Año Nuevo porque en el avión la mayoría de los que viajan son chinos”, explica a Efe una de las que ya ha tomado el camino de regreso, Liu Xuejie, natural de la provincia de Qinghai (noroeste) y que trabaja en Caracas.

En los dos años que lleva en Venezuela, Liu, de 25 años y empleada de una constructora estatal china, no había podido pasar el cambio de año lunar junto a sus familiares, dado que su empresa no detiene la actividad en estas fechas y los trabajadores hacen turnos para tomar vacaciones.

También llevaba tiempo sin celebrar el Año Nuevo en casa una profesora de mandarín que trabaja en Corea del Sur, que se identifica por su nombre inglés, Cynthia, y que confiesa a Efe estar feliz por haber regresado esta vez.

“Es como la Navidad para los occidentales. El Año Nuevo es el mayor festival de China”, explica Cynthia, de la provincia de Heilongjiang (noreste).

Huang, la estudiante de doctorado que vive en Barcelona, cree que la motivación por volver a la principal festividad china aumenta a medida que se está más tiempo lejos de casa.

“Para la gente que lleva menos o se va para poco tiempo no es tan importante. Piensan: ¿qué más da, si es sólo un año? Pero los que ya llevamos tiempo fuera o los que están instalados en el extranjero somos los que más hacemos por volver”, asegura esta investigadora.

Con su vuelta a casa por Año Nuevo, los inmigrantes chinos se aseguran de que, si los augurios de buena fortuna para el nuevo Año del Mono no se cumplen, al menos habrán pasado unos días con sus familias, un hecho a prueba de supersticiones.

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