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José Luis Cuerda: “Hay que ser muy sinvergüenza para ser de este sistema asesino, cruel y matamasas”

Edu Galán / Alejandro Navarro Bustamante

José Luis Cuerda siempre se me ha parecido mucho a José Luis Cuerda. Se sienta con parsimonia albaceteña en una butaca de la librería 'La buena vida' de Madrid para hablar sobre lo que fue, muy al principio, su 'Amanece, que no es poco'. Una serie de la que ahora se publican sus guiones en 'Amanece, que no es poco. (La serie)' (Editorial Pepitas de Calabaza).

Al principio, ¿por qué piensas “Amanece, que no es poco” como serie?

A partir de “Total” (1983) me dijeron que por qué no hacía una serie de televisión con esos mimbres. Yo ya tenía una idea en la cabeza: una reinvindicación del Mediterráneo. Una serie que tan pronto transcurriese en una calle de Génova como en una de Roma o de Nápoles… era carísima y además la titulé “Ab urbe condita”, en romano clásico. Aquel proyecto empezaba diciendo “Amanece, que no es poco. Canta un gallo en la niebla y suena un saxo…”. El que lo leyó me contestó que aquello no se podía hacer pero que si existiese alguna vez tendría que titularse “Amanece, que no es poco” y no “Ab urbe condita”, que ni los curas saben qué significa ya. Decidí entonces hacer algo del estilo de “Total” pero cometí otro error. En la época que no podías tener en casa las series, yo escribí un serial en continuidad: no entendías el tercero si no habías visto los dos anteriores. Me la rechazaron y llevaban razón. A partir de ahí, unos productores me pidieron un largometraje del estilo de “Total” y, de esos cinco pilotos de una hora que yo escribí para la serie, lo que sí era fácil era adaptarlos a la duración de una película.

En la serie hay personajes que aparecen menos y más pero es interesante el personaje del negro, Ngé Ndomo, que adquiere un lugar central en la serie.

Hombre, es que era el más vistoso.

Y muy actual, porque se preguntan muchas cosas sobre su estatus y todas alrededor de la idea de “no les gusto porque soy de fuera”.

En el pueblo donde rodamos, Ayna, en la plaza, debajo de un árbol, estaban dos viejitos sentados y yo pasaba por allí sin que supiesen quién era. Hablaban sobre la película y les oí comentar “pues no dicen que van a traer rusos y tó”. Entre el temor y la admiración, andaban.

En la serie está casi todo, por ejemplo, el Jimmy y Teodoro que luego interpretarían Ciges y Resines. ¿Dónde se te ocurren estos personajes?

En las fuentes, en cuanto al talante del trato entre personajes, yo reconozco a la picaresca, al costumbrismo, al realismo, a la observación del comportamiento de las poblaciones campesinas tradicionales. Ahora mismo todo eso se ha perdido, se ha uniformizado con la aparición de la televisión, que nos hace a todos iguales siempre por abajo, teniendo el rasero bajísimo.

Es cierto que eso se ha perdido pero hay un espíritu, llamémoslo español, que se refleja en la conversación de Jimmy y Teodoro con el dueño de una posada que no les quiere dar habitación a pesar de que están todos los cuartos libres. Ellos le preguntan por qué y él dice “pues que prefiero que se jodan”. ¿España es esto?

No sé muy bien las causas de por qué hay tanta mala leche en este país, además cada caso particular tiene sus razones particulares para, particularmente, si puede, joderte la vida. Tengo una bodega de Ribeiro y hay una casa metida en medio, ruinosa, que no me venden. Y la hermana de la dueña me dice “¿sabe usted por qué no se la vende mi hermana?”. “¿Por qué?”. Y contesta “por joder”. Eso es una razón sagrada: yo no puedo ir contra su alma, que lo que le pide es joder.

Se ha perdido el insulto autóctono y creativo (“Me cago en mi nombre”) y el piropo autóctono y creativo (“A dónde va el porvenir”, le sueltan a una chica en el guión).

Era muy del Régimen hablar del porvenir de España, que era hermosísimo, lo mejor, lo más bonito… no fueron nada proféticos. Sobre la novia de mi primo José Manuel, que era la que más nos gustaba de todo Albacete cuando teníamos doce o trece años, siempre decíamos “mira, el porvenir de España”. Era una vivencia habitual, “por ahí va el porvenir de España”, cuando la veíamos a diario.

Tanto la película como esta serie de guiones inacabados terminan con un insulto a la lógica: el “sindiós” de Saza en la primera y, en este caso, la lluvia de arroz.

El cierre total debía ser que el mundo cambiase de rumbo: el Sol saliendo por el lado contrario, a una hora que no es la suya. Un caos total que no puede permitir la Guardia Civil, y hace bien en intervenir.

Lo tuyo es putear a las Fuerzas del Orden.

Que para mantener el orden haya que usar la violencia… Como la represión en las manifestaciones, ¡poco desorden es ese!, teniendo en cuenta las causas del desorden de fondo, que es magmático y estructural. Encima, te llaman antisistema como anatema… no, si lo que tendría que ser anatema es ser del sistema, que es lo malo. ¿Cómo vas a ser de este sistema asesino, cruel, matamasas? Hay que ser muy sinvergüenza.

El paleto, un personaje central en “Amanece”, posee una dignidad desconocida para la globalización.

El hombre, que tiene el enorme privilegio de ser capaz de pensar, razonar y de someter a otros, en vez de a trompadas, con el noble arte de la palabra, ha resultado el más dañino y gilipollas de toda la creación. Sobre todo, porque le ha dado por acumular capital, que es ridículo. ¿Para qué quieres más de lo que puedes gastar? Calcula un límite y, cuando llegues, detente, porque si no te conviertes en un sádico. Además, de ese capital no vas a poder beneficiarte porque se lo tendrás que dejar a tres hijos tontos, cuatro gandules, siete sinvergüenzas…

El Pequeño Nicolás no sería un personaje de Berlanga porque ha llegado…

A mi este tío me produce una repugnancia… (Me empiezo a reír) Ya físicamente: me parece un pastelito encima de una tarta, de esas americanas, dulce que no hay quien lo coma… Su conversación en el taxi de Valencia ya no es repugnancia. Es que no quiero verlo de frente porque seguramente le escupo a la cara, sin querer, y luego le pido perdón. Perdóname que te haya pegado el salivazo ese en plena boca cuando me estabas insultando y llamándome “rojo de mierda”. ¿Por qué se peinará así?

Comparte gomina con Granados y otros.

Ayer estaba comiendo en Valladolid y en la mesa de al lado había dos que parecían sacados de un dibujo de El Roto. De la “putocracia”, la plutocracia. Estaban con unos puros caros, hablando de que alguien de Podemos había ido a un programa de televisión y se había llevado los niños y les pusieron un catering. Al entrar al programa, los niños se comieron los bocatas… y decían estos dos: “Unos muertos de hambre, unos rojos de mierda… Fíjate qué cultura puede tener esa gente que arramplan con todo. Y esa manía con los bancos…”. Me dio ganas de caerme encima de ellos.

Y escupirles.

¿Qué lleva esa gente dentro?

Que somos los otros. En su mundo, somos la nada. ¿Para ser de derechas tienes que ser un poco sinvergüenza?

Puedes ser muy ignorante y muy intencionado. O muy laxo: “qué vas a hacer, si la vida es así”. O ser un cabrón con pintas. O puede ser también eso de “que yo en mi infancia lo pasé muy mal y no estoy dispuesto a volver ahí. Tengo que morder los testículos de todo el que venga de frente”.

Twitter. ¿Por qué te pusiste @cuerda1936 si naciste en el cuarenta y siete?

Porque me equivoqué, pensé que eso era la contraseña. (Me río mucho) Era poner un número del que me acordase y, de pronto, entro y me veo con mi sombrero y con lo de cuerda1936…van a decir esto de “ya está este rojo con lo del 36, ¡qué ponga el 39!”

Tu última joya en Twitter: “¿Estamos aguantando por encima de nuestras posibilidades?”. ¿Estamos aguantando por encima de nuestras posibilidades?

Primero, aquello que se inventaron de que vivíamos por encima de nuestras posibilidades es una chorrada. Es imposible vivir por encima de lo posible: si hemos vivido así es porque podíamos vivir así. Otra cosa es que digas que hemos vivido por encima de lo que debíamos vivir. Con “deber ser” ya entras en otra discusión. Así no se puede vivir: están imposibilitando la vida físicamente, que la gente se está tirando por la ventana porque no pueden pagar.

La corrupción no solo existe en España, pero lo parece.

El acceder al dinero fácil ha sido una tentación de toda la vida. Al hombre ha dejado de importarle la dignidad o el buen nombre. Ahora, como sabe todo el mundo, lo que cuenta es lo que aparentas, no lo que eres. A partir de ahí, importa acceder por la vía que sea a aquello que pueda mejorar tu imagen pública. Si lo reduces, mediante una reducción a la que te lleva lo empírico, ¿para qué? ¿Para follar más? Si luego te cansas… ¿Para eso robar tanto?

Freud… si miras los extractos que ha publicado eldiario.es de las tarjetas black son putas, farlopa y bebida…

No sé por qué se lo estamos aguantando… habría que montar...

Escraches… están justificadísimos…

¡Ya me contarás! ¡Qué daño se le hace con decir “estamos aquí para decirle que no nos gusta”! Yo propugno que cada vez que nos encontremos a uno de estos, le digamos “perdona, no me gusta lo que haces”. Ya está. Que sepan que no nos gusta, que lo mismo piensan que nos da igual.

La gente del cine puede decir cosas.

¡Hombre, claro! El gesto de Jordi Savall hay que agradecérselo. Hay que renunciar a 30.000 euros. “No los quiero porque no me gusta cómo hacen ustedes las cosas”.

Me encanta la frase que te dijo tu padre a ti y a tus hermanos y que citas en el epílogo de “Amanece, que no es poco. (La serie)”, “vosotros habéis salido buenos porque os ha dado la gana”.

Con eso quería decir muchas cosas.

¿Hay que esforzarse más para ser bueno o para ser malo?

Depende de la gente. Ojalá fuese verdad eso de que el hombre nace bueno y lo estropea la sociedad. Lo primero que decimos es “mío, mío”. Dí “papá”. Y va el otro y dice “mío”.

La entrevista completa a José Luis Cuerda

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