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Una exposición reúne la gran aportación española a la escultura del siglo XX

Una exposición reúne la gran aportación española a la escultura del siglo XX

EFE

Madrid —

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Picasso, Chillida, Tapies, Martín Chirino, Jaume Plensa. Son solo unos pocos de los 24 artistas españoles que han protagonizado la mayor aportación a la escultura contemporánea en los últimos cien años, el denominado Siglo de Picasso, reunidos en una exposición en la Marlborough.

“Picasso es el artista que cambia la escultura, que lanza una mirada al arte primitivo, a otras civilizaciones, y que comienza el ensamblaje. España es quizá el país que mas ha aportado en el siglo XX al desarrollo de la escultura en el mundo”, ha explicado en una entrevista a EFE Kosme de Barañano, comisario responsable de la selección, ex director del IVAM y catedrático de Historia del Arte y de la Escultura.

“Escultura Española S.XX-XXI”, en la Marlborough en Madrid hasta el 21 de marzo y después en Barcelona, es, asegura Kosme de Barañano, una exposición de prestigio en la línea de las muestras que las grandes galerías presentan en Nueva York. Hay muchas obras cedidas por museos, instituciones y legados de los artistas, que no están a la venta.

Con Picasso, en la primera mitad del siglo XX, están Julio González, que introduce el hierro y una nueva forma de soldar para dibujar en el espacio con el pesado material, y Gargallo, que aporta el espacio vacío interior y del que ha llegado desde París su gran escultura El Profeta.

Kosme de Barañano recupera dos “olvidados”. Paco Durrio (1868-1940), que pasa a Picasso la antorcha de las otras culturas y las investigaciones plásticas descubiertas por Gauguin, de quien fue albacea, y de quien el Museo de Bilbao ha cedido “El sueño de Eva”.

El otro “olvidado” es José de Creeft (1884-1982), el único español que tiene una escultura en Central Park, en Nueva York, del que ha recuperado la impresionante pieza del Picador, anterior al “arte povera”, hecho con los restos de una estufa, que triunfó en 1925 en la Exposición Internacional de París.

Difícil no emocionarse con La mujer de los tres pliegues, de 1931, de Julio González, que descubrió la soldadura autógena con la que revolucionó la escultura trabajando de aprendiz en una fábrica de la Renault en París.

Y recuerda el comisario que colaboró con Picasso en su llamativa escultura ensamblada Mujer en el jardín, que se puede ver en el Reina Sofía: el rostro triangular, la boca abierta en vertical, el cabello al viento realizado con tiras de metal afiladas como hojas de cuchillo y los elementos anatómicos punzantes como el pecho o el vientre.

En la primera mitad del siglo está también Antoni Clavé (1913), con su Guerrero Attaché, en bronce, de 1964, y Joan Miro (1893), cuya Cabeza y pájaro, un bronce de 1981 con una calabaza, despierta en el visitante todo el humor que animó al artista, acentuado por el contraste con la pieza que tiene al lado: “Ilarik” de 1954, de Chillida, una estela en madera, su primera obra abstracta.

“En la segunda mitad del siglo XX, la fuerza de un joven llamado Eduardo Chillida (1924) arrasa en la escultura Europea”, asegura el comisario. Y con él Tapies (1923), y con ellos, Palazuelo (1916), Martín Chirino (1925) y Alfaro (19929), todos “con una obra singular, permanente, sin veleidades filosóficas y palabrería y falsedades históricas”,

De Tapies podemos ver su espectacular Pie de 1991 y de Chirino su gran Viento El Alisio VII, de 2005, en hierro forjado. A su lado, la soledad de la Eva de Antonio López (1936), de 2010.

Y después el relato del comisario continúa con una generación que busca desde el principio el mercado internacional.

En ella están, entre otros, Jaume Plensa (1955), “el artista de hoy más internacional”, con una obra en hierro fundido de su etapa primera, “Cavall negre” (caballo negro) de 1986 y Manolo Valdés (1942) con una gran Librería en madera.

De Cristina Iglesias (1956) está su protector techo de alambre trenzado y cable de acero en el que las sombras forman parte de la escultura. Y de Juan Muñoz (1954) una rotunda escultura de 1999, Blotter figure with Shutter III.

El recorrido finaliza con Blanca Muñoz (1963) y David Rodríguez Caballero (1970).

Kosme de Barañano advierte que es su reflexión y que hay muchos escultores que faltan, como Angel Ferrant, Oteiza, Pablo Serrano, pero, argumenta, hay 2.500 y hay que hacer una selección.

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