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Moderna de Pueblo y muchos más quieren que Tino Casal lo vuelva a petar

Tino Casal delante de uno de sus cuadros

Mónica Zas Marcos

El homenaje póstumo al músico es el género periodístico más perezoso. Se repite en los aniversarios de cifras redondas con titulares poco ingeniosos y la típica lista de éxitos infalibles. Aunque la intención es muy noble y escapa de amiguismos, la nostalgia sirve de excusa perfecta para reciclar los textos sin apenas retoques. Pero, a veces, surgen proyectos desde el anonimato que ponen en alza el valor de los mitos y de sus seguidores.

Oro negro es el soplo fresco de este año, cuando se cumple un cuarto de siglo de la muerte de Tino Casal. La fortuna de recuperar a este genio es que parece que sus aportaciones son inagotables. Ya sea en la música, donde nadie duda que el asturiano (Tudela Veguín, 1950) marcó impronta con sus métodos capilares y las provocaciones encima del escenario, como en otros campos que se suelen mencionar de pasada.

Ya sabemos que José Celestino Casal tardó más en despegar de lo que se permitía en la movida madrileña. Como recuerdan nuestros compañeros de Canino, la crítica solía referirse a él con sorna como “el-joven-esteta-asturiano”. Esto ocurría bastante después de su incorporación a Los Archiduques con 16 años, cuando ya coqueteaba desde hacía tiempo con la pintura y la escultura. 

Antes de deberse al glam, Casal estudió cinco años de Bellas Artes en la universidad de Oviedo. Las artes plásticas se retroalimentaban con su música y le servían tanto de respiro como de inspiración para sus looks imposibles. Empezó con tímidos bodegones de flores, pero la influencia de Fabio McNamara en los 80 transformó su obra en un reflejo de sí mismo, exagerada y colorida, que no se limitaba a las dos dimensiones de un lienzo. También metió mano en la escultura, la decoración de interiores y el diseño de vestuario y bisutería.

Por eso no extraña que el libro Oro negro (y rosa) se haga eco de su poliédrico perfil artístico en más de setenta ilustraciones. Este viernes ha tenido su presentación oficial en Oviedo, pero el proyecto lleva dando qué hablar desde que tres amigos decidieron lanzar su campaña de crowdfunding en Verkami. “La idea nació donde lo hacen muchas de las grandes ideas: en los bares”, cuenta el diseñador gráfico Pablo Fernández Tejón, alias El Tejo, a eldiario.es. “Quedamos para tomar unos Bitter Kas y surgió el tema de Tino, un gran figura para nosotros como asturianos”, recuerda. 

Así, quisieron reunir a los mejores ilustradores y calígrafos del país alrededor de la memoria del divo para que donasen una lámina cada uno. Ese era el primero de los retos, pero el verdadero aro de fuego pasaba por conseguir el dinero necesario para materializar el libro en papel: 8.000 euros. “No era nada barato y, aún así, todavía no podemos creer que se moviese en 50.000 redes y que llegásemos casi a los 13.000 euros”, admite El Tejo.

El resultado es una pieza de coleccionista bicolor, en tapa dura y acabados dorados que solo han obtenido los 1.000 más veloces. El interior lo firman en rosa y negro nombres influyentes de la ilustración como Paula Bonet, Juan Díaz-Faes o Moderna de Pueblo.

Pero los promotores entendieron que el homenaje estaba cojo sin unos párrafos que complementasen esas imágenes. “No se podía quedar solo en algo gráfico, sino que debía también ser entretenido y didáctico para el lector”, dice el diseñador gráfico. De ahí surge la aportación de 30 articulistas como Pepe Colubi, Carlos Jean o Patricia Godés -colaboradora de este medio- que cuentan anécdotas y curiosidades para rematar el perfil más desconocido de Tino Casal. 

“¿Y si te decimos que grababa en Londres con Hugh Padgham o le hacía arreglos Andrew Powell y que, gracias a él, se empezaron a ver tachuelas en la estética heavy española, más concretamente en Vallecas, además de elevar las expectativas de su sonido? ¿Sabrías a quién nos referimos? ¿No? Pues por eso teníamos que hacer algo al respecto”, afirman en la página web

Tino en la era Facebook

Muchos de los adeptos primerizos de nueva generación son los propios ilustradores que prestan su pincel al libro. “Nos pareció una gran oportunidad no solo para el público que no le conozca, sino para los propios colaboradores que aportaron un punto de vista fresco y diferente”, dice El Tejo. Ese es el caso de Raquel Córcoles, más conocida como Moderna de Pueblo, y una de las viñetistas más seguidas de nuestro país.

“Cuando empecé a investigar sobre él, descubrí que es un personaje muy adelantado para su época y que encajaría mejor en la nuestra”, cuenta Raquel sobre la temática de su lámina. En ella, Tino Casal aparece enganchado a su teléfono móvil como buen influencer de la era tecnológica. Pero la artista no ha olvidado que, aunque a título póstumo todas las palabras parecen dulces, Tino Casal tuvo también grandes -y crueles- detractores.

“Un consejo: invierte en un estilista”, reza uno de los comentarios de su vídeo ficticio en Youtube. Porque mostrarte Tal como eres sigue siendo igual de difícil que antes. A ella le tocó interpretar sobre el papel la famosa versión de Killing me softly, que se puso en bucle para entender cómo sería si Tino sacara un temazo hoy.

Lo más probable es que el fenómeno que despertó en su día en los medios de comunicación se multiplicase por mil durante el monopolio de las redes sociales. “En su momento fue rompedor porque también tenías que ser pionero si querías destacar. Ahora es más difícil en un mundo lleno de referencias. Pero también tenías la ventaja de no estar en el punto de mira de todas las redes sociales”, dice Moderna. 

Sin embargo, a la artista le resulta fácil imaginar que sería un animal de Internet. “Demostró que no quería quedarse atrapado en el arte por el que se dio a conocer. Que es un poco lo que somos ahora los jóvenes, que nos dedicamos a muchas más cosas que nuestra profesión. Tal y como ponemos en nuestra biografía de Twitter o Instagram”.

Esa era la esencia que perseguían los promotores. Que oídos jóvenes escuchasen canciones incombustibles, con los prejuicios y las libertades de hoy, y las plasmasen con un estilo heterogéneo. “Es una manera de concebir algo que no existiría si unos frikis fantásticos de Tino Casal no hubiesen pensado pensado que muchos adorarían tener este libro”, agradece Raquel.

También destaca la pureza del crowdfunding y el significado último que tiene este tipo de proyectos colectivos. “Se rompe un poco el mito de que necesitas una gran empresa detrás para sacar el proyecto que quieres. Además salen cosas un poquito más independientes, y el resultado es maravilloso”, sentencia.

Y, por último, una moraleja de nuestros tiempos. “Lo que me averguenza un poquito es no haberlo conocido antes. Creo que es una llamada muy importante para que la gente se acerque a este hombre que fue tan impresionante”, reconoce Raquel. Porque, aunque suenen repetitivos con los años, esa es la magia de los homenajes: siempre sorprenden a alguien por primera vez.

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