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La novela gráfica indaga el extraño mundo de las relaciones paternofiliales

La novela gráfica indaga el extraño mundo de las relaciones paternofiliales

EFE

Barcelona —

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Los padres son a veces unos grandes desconocidos para sus hijos, relaciones llenas de zonas de sombra que se suelen complicar con la vejez y que han servido de argumento a varias de las mejores novelas gráficas de 2015, como “La casa”, de Paco Roca, o “¿Podemos hablar de algo más agradable?”, de Roz Chast.

La dibujante norteamericana Roz Chast (Nueva York, 1954) logra con este título autobiográfico, que narra los últimos años de vida de sus progenitores -un humilde matrimonio judío que reside en el Brooklyn más destartalado-, una emocionante reflexión sobre el cariño y la impotencia vital que genera ser testigo de la decadencia y la muerte de los seres queridos.

Con un dibujo sencillo y unos textos que no se ciñen únicamente a las viñetas, sino que incorpora cartas, poesías y pequeños relatos sobre la vida de sus antepasados directos, Chast no obvia ningún aspecto de todo este proceso que nunca tiene final feliz, con una mezcla perfecta de realidad, dramatismo y comicidad, sin filtros edulcorados.

Ahí están las penurias económicas que conlleva una larga enfermedad en familias de recursos limitados o los remordimientos que cruzan la cabeza de la autora cuando se pregunta si está actuando como una buena hija. Pero también, las manías y tics de sus padres o la falta de conexión con una madre excesivamente exigente y dictatorial, con la que nunca acabó de intimar y que se resiste a que sea la hija la que tenga que tomar ahora las decisiones.

“¿Podemos hablar de algo más agradable?” (Reservoir Books), irónico título de cómo en ocasiones se evita abordar lo inevitable, ha sido finalista del Book Award en Estados Unidos y además se “coló” en la lista general de los mejores libros del año para The New York Times, como ya ocurrió hace unos años con “Fun house”, la genial novela gráfica de Alison Bechdel sobre el mundo familiar.

Otra brillante aportación a este “subgénero” de relaciones paternofiliales es “La casa”, de Paco Roca, una novela gráfica que cuenta la reunión de tres hermanos que han de decidir qué hacen con una sencilla casa de campo que acaban de heredar tras la muerte de su padre.

Esas cuatro paredes, construidas con las propias manos de la familia, y los terrenos que la rodean, en un entorno de huerta que huele a azahar y al mar Mediterráneo, que se intuye cercano, contienen tantos recuerdos que a los herederos les comienzan a flaquear las piernas y el corazón sobre su destino.

Los sucesivos “flashback” que se van intercalando para hacer avanzar la narración, bosquejan la relación particular de cada uno de los hijos con el padre y con los objetos y rincones de la casa, a la vez que puntean las pequeñas rencillas y celos entre todos ellos, aunque el afecto predomine en todo momento, sin que la sangre llegue nunca al río.

Con esta novela gráfica de formato apaisado, quizás buscando la misma proporción que el edificio que alberga la historia, Paco Roca (Valencia, 1969) ha querido rendir un homenaje a su padre y demuestra, una vez más, la sensibilidad del premio nacional de cómic 2008 a la hora de acercarse al mundo de los mayores y de la vejez, que ya mostró en “Arrugas”.

Aunque publicada originalmente en 2006, la editorial Astiberri acaba de volver a poner en el mercado “Metralla”, de Rutu Modam (Tel Aviv, 1966), otra conflictiva relación en el seno familiar, en este caso la de un joven taxista cansado de buscar a su huidizo padre, que nunca asumió las responsabilidades afectivas con sus dos hijos al enviudar.

El hilo conductor de “Metralla”, premio Eisner y seleccionado como Esencial en el Salón de Angouleme, viene marcado por el paisaje donde se desarrolla la historia, la ciudad Tel Aviv y otros territorios israelíes, donde la población vive bajo el riesgo de los atentados terroristas.

De hecho, Kobi, nombre del joven protagonista, cree que su padre, del que no tiene noticias desde hace un tiempo, podría ser la víctima sin identificar de un atentado ocurrido semanas atrás.

En la búsqueda desesperada, Kobi no sólo encontrará pistas, verdaderas y falsas, acerca del posible paradero de su padre, sino que las personas y situaciones con las que se va cruzando, en el convulso y violento Israel actual, le servirán para reconstruir una figura paterna, que tiene muy poco que ver con la que él recordaba.

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