“La casa más grande del mundo” redondea el exitoso debut guatemalteco en la Berlinale

El conmovedor filme “La casa más grande del mundo”, de la guatemalteca Ana V. Bojórquez y la mexicana Lucía Carreras, contribuyó al exitoso debut de Guatemala en la Berlinale tras la proyección en competición de “Ixcanul”, drama indígena sobre infancias robadas, dirigido por Jayro Bustamante.

La cinta de las dos cineastas narra la historia de Rocío, una niña maya que vive en las montañas del altiplano en Guatemala y que cuando su madre comienza a estar de parto tendrá que superar el reto de salir por primera vez a pastorear sola y hacer frente a sus peores miedos.

La película, que hoy se proyecta por cuarta y última vez en la Berlinale tras celebrar en el festival su estreno mundial, aborda un tema “muy universal” -el del “descubrimiento de la responsabilidad y el enfrentar los miedos”- con el que pueden conectar por igual niños, adultos y viejos, afirma Carreras en entrevista a Efe.

La historia, que permite “conectar con los recuerdos de la pérdida de la inocencia”, habla de “ese momento que vivimos todos de querer ser independiente, de querer comernos el mundo”, agrega.

Cuando sales por primera vez, “siempre tomas alguna decisión que te hace perder algo irrecuperable y es entonces cuando realmente creces y entiendes el nivel de la responsabilidad”, subraya.

Según Bojórquez, para quien esta película es su primer largometraje, la historia tiene un “carácter de fábula” que transmite que “alguna consecuencia tiene que haber de la toma de decisiones completamente errada”.

Aunque la cinta se proyecta dentro de la sección Generation de la Berlinale, dedicado al cine infantil y juvenil, desde el principio la idea “un poco ambiciosa” era la de una película con la que también un adulto pudiera “disfrutar, conmoverse y dialogar”, indica.

Por eso, “toda la propuesta visual y la puesta en escena está puramente dirigida a los adultos”, pero la protagonista y todo lo que sucede alrededor, el “encanto del lugar”, la historia, “que realmente es bastante sencilla”, han hecho que los niños “también se enganchen y se identifiquen” con Rocío, agrega.

En este sentido, los niños se mostraron “muy cariñosos” y “muy receptivos” y fueron “muy espontáneos” en su reacción a la película durante las proyecciones en la Berlinale, subrayó.

La película, con imágenes espectaculares, se ha rodado en la Sierra de los Cuchumatanes, en la frontera con México, con paisajes “muy bonitos, particulares y bastante únicos”, pero a la vez “fríos, agrestes y llenos de piedras”, explica Carreras, que con este filme firma su segundo largometraje.

Se trata de un espacio que es a la vez “el gran jardín de las niñas para jugar” y “un jardín muy peligroso”, precisa.

El filme, inspirado en la realidad de los que habitan estas zonas, muestra “esta analogía tan bonita de la belleza de un mundo, pero la hostilidad al mismo tiempo”, cuando tienen que salir por primera vez y enfrentar situaciones, indica Bojórquez.

En el caso de Rocío, agrega, es el momento en el que “deja de ser una niña y empieza a adquirir compromisos mayores”.

Respecto a la presencia por primera vez de Guatemala en la Berlinale, Bojórquez afirma que “es una locura, porque es un país sin ley de cine y por lo tanto sin ningún apoyo ni incentivo”, donde la distribución es uno de los grandes problemas.

El hecho de que se hayan presentado dos películas guatemaltecas en el festival es “completamente increíble”, agrega la realizadora, y subraya que la Berlinale supone en este sentido “un escaparate” para su película, con el que esperan lograr “visibilidad”.

Las dos cineastas se encuentran ya listas para comenzar a rodar en mayo su nuevo proyecto, “Tamara y la Catarina”, en el que Carreras se encargará de la dirección y Bojórquez y Sandra Paredes de la producción.

Esta coproducción entre México y España narra la historia de una mujer con retraso mental que se lleva un bebé de un puesto de revistas y de cómo otra mujer se da cuenta de que la tiene en su casa y se involucra en la situación, avanzan.