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El humor más canalla toma las calles de Cádiz

El humor más canalla toma las calles de Cádiz

EFE

Cádiz —

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El Carnaval convierte a Cádiz en el epicentro del humor más canalla, atrevido, irreverente, irónico y políticamente incorrecto, de la mano de las chirigotas callejeras y los romanceros que se despliegan por la ciudad para ofrecer desde cualquier esquina su jocosa visión del mundo.

Alejadas de las estrictas normas que sujetan a las agrupaciones que participan en el Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz (COAC), las chirigotas callejeras, junto a los romanceros, se han convertido en las principales protagonistas del Carnaval de Cádiz.

A su búsqueda y a su encuentro se lanza el público, para poder escuchar las desternillantes historias en las que se transforma la realidad a través de sus cuplés, popurrís, estribillos y canciones.

Las llamadas chirigotas callejeras son grupos de amigos, familiares o conocidos que, ataviados igual, ofrecen un repertorio que durante meses han preparado y ensayado para poner en escena hasta que el cuerpo aguante, varias veces al día y las nueve jornadas que dura el carnaval de Cádiz.

Cualquier esquina, calle o rincón es susceptible de convertirse en escenario para estas agrupaciones, rodeadas por sus espectadores que a veces les encuentran casualmente y otras les buscan y siguen.

Porque dentro del mundo de las chirigotas callejeras, en auge en los últimos años, también hay algunas que, por la calidad que han demostrado año tras año, son las más buscadas por el público dada su trayectoria.

Entre ellas está la “Chirigota del perchero”, que este año toma por nombre “El ritmo del Shangai”, unos asesores del emperador chino, o “Los imparciales”, la chirigota callejera que en el 2016 fueron “Los balconetti” y que se hacen pasar por directores de un periódico nacional para explicar, con un agudo tono crítico desgranado del humor, la labor informativa.

La “Chirigota del parchís”, que utiliza ese nombre debido a que sus componentes se disfrazan con tipos de los cuatro colores del juego de mesa, canta este año como “Los sultanes resultones” que, llegados desde Oriente Medio y muy gaditanizados, cuentan en un pasodoble una experiencia en un restaurante de comida moderna.

En carnaval en las calles de Cádiz se puede encontrar de todo, incluso con “Los hijos secretos de Donald Trump”, otra de las agrupaciones.

Estos hijos bastardos del presidente de los EEUU que viven en Rota se presentan con mucha cara y cuplés con doble sentido, como el dedicado al restaurante “Aponiente”, del chef del mar Ángel León.

Además, el público se agolpa para escuchar a “Los que gritan a las puertas del juzgado”, (que el año pasado fueron chirigota “V de Vavetta” o la antología de “Cadiwoman”, una de las chirigotas de mujeres más arraigadas en la cita gaditana.

Con faltas como la chirigota de “Los Guatifó”, que este año no ha salido, por el carnaval de Cádiz también circulan “Peña de Cargaores: la llevamos de categoría (Vulgo los Carguetis)”, que con su propio paso de Semana Santa van haciendo distintas paradas en las que cantan cuplés haciendo las delicias del respetable que se para a escucharlos.

La “Hermandad rociera de Puerto Urraco”; “Las inmortales”, que van de cucarachas; “Los titi dancing”, o “Los caraanchoas”, que se ha inspirado en el famoso vídeo de YouTube.

Desde el relato de los positivos que dieron algunos atletas rusos a la prohibición de circular coches con matrículas impares algunos días en Madrid, cualquier noticia del año está en boca de las chirigotas, transformada por su humor canalla y su crítica irreverente, para confirmar al Carnaval de Cádiz como la fiesta de la creatividad y el ingenio.

Una tarea en la que también se afanan los romanceros, una o dos personas que con tono jocoso y en octosílabos relatan una historia acompañados de un simple cartelón con imágenes que sirven como hilo conductor del relato y como señal para atraer a los aficionados a estos espectáculos callejeros.

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