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“El invierno” muestra en Donostia la lucha por la supervivencia en Patagonia

"El invierno" muestra en Donostia la lucha por la supervivencia en Patagonia

EFE

San Sebastián —

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El argentino Emiliano Torres se adentra en su primer largometraje, “El invierno”, en las impresionantes extensiones de la Patagonia para situar en ese entorno hostil la lucha por la supervivencia de dos capataces de una hacienda en un relato con trazos de “western”.

Para este trabajo, Torres (Buenos Aires 1971) cuenta con su conocimiento del oficio, ya que ha desempeñado como ayudante de dirección y guionista en numerosas películas tras iniciar su carrera con los cortometrajes “El episodio” y “Lejos”.

Con este aprendizaje, ofrece en “El invierno”, que compite por la Concha de Oro del Festival de Cine de San Sebastián, un filme de espacios abiertos, “pequeña pero ambiciosa”, en la que aborda temas universales como la emigración o la soledad.

“Se trataba de ir más allá de la pintura costumbrista y folclórica que con frecuencia muestra el cine argentino sobre la Patagonia”, asegura el realizador en una entrevista con EFE.

“No aparecen ni pingüinos, ni ballenas”, remarca con ironía, sino que se muestra un lugar inhóspito con “residencias” (haciendas) del tamaño de la ciudad de Buenos Aires donde la lucha por la supervivencia rige la existencia de sus escasos habitantes.

Evans (Alejandro Sieveking) es un capataz, ya mayor, que dirige con mano de hierro una de esas fincas, adonde un verano llega el joven Jara (Cristian Salguero) desde el otro extremo del país para participar en la esquila de las ovejas como trabajador temporal.

Evans será reemplazado por Jara y entre ambos se establece una disputa que deberá pasar la prueba del invierno.

La chispa que dio origen al guión, también de Torres, fue un viaje que hizo hace 10 años a la Patagonia para rodar un documental.

Una tormenta de nieve le obligó a refugiarse en la primera estancia que encontró, donde conoció a su viejo capataz de origen anglosajón, “como la mayoría de los pobladores de la Patagonia”, asegura.

“En apariencia son gringos, pero son tan gauchos y tan o más pobres que el último peón que llega del norte” de Argentina.

De alguna manera, con este “personaje silencioso que solo hablaba de perros, caballos y ganado” y las vivencias como ayudante de dirección en varios trabajos sobre la emigración en Lampedusa y Colombia Torres construyó la película.

La emigración es uno de los grandes temas que afloran en el filme, que muestra la vida de esos trabajadores rurales en un lugar donde “la relación con la naturaleza es muy violenta y donde se mata o se muere”, señala Torres

“El invierno” plantea “una lucha de pobres contra pobres, una lucha sin testigos por un trabajo miserable en el último rincón del mundo entre dos empleados que tratan de ganarse el beneplácito del propietario, lo que lo hace aún más patético”

Los personajes no reclaman, no se rebelan contra la injusticia de su situación, “que depende de la buena voluntad de los terratenientes”, sino que la asumen con resignación como parte de su destino.

Pero además de sus dos protagonistas, el filme cuenta con un tercer personaje que tiene vida propia en la trama: el paisaje.

Inabarcables extensiones de meseta, desiertos infinitos muy alejados de la “postal de la Patagonia”, retratados con una cuidada fotografía, condicionan al extremo la actividad y la vida de los habitantes.

Para elegir a los actores, el director llevó a cabo un “casting” en el estado argentino de Corrientes, donde encontró a Cristian Salguero, un joven intérprete que contrasta con la veteranía de Sievenking, uno de los grandes de la escena chilena, autor también de numerosas obras dramáticas.

Ambos deben recurrir a los gestos y las miradas porque la película también en esto trata de retratar la realidad. “Los patagónicos son gente de enorme sensibilidad, pero que difícilmente ponen palabras a sus emociones, gente de gestos más que de palabras”, concluye Torres.

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