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“El mar nos mira de lejos” se adentra en el tiempo “suspendido” de Doñana

"El mar nos mira de lejos" se adentra en el tiempo "suspendido" de Doñana

EFE

Barcelona —

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Las grandes extensiones de dunas del Parque Natural de Doñana, en la costa de Huelva, y los pescadores con aspecto de “ermitaño” que las habitan son el escenario y los protagonistas de “El mar nos mira de lejos”, primer largometraje de Manuel Muñoz Rivas, que se estrena mañana en cines.

Bajo un silencio “impuesto” por la soledad de los personajes, Rivas acompaña a estos pobladores de Doñana, que resisten desde hace años las presiones de la administración para abandonar el lugar, pues “las cabañas son más antiguas que las leyes que protegen el parque”, ha señalado el director en una entrevista con Efe.

Como hilo narrativo, Muñoz Rivas introduce el relato de una leyenda que pesa sobre Doñana según la cual una antigua civilización yace enterrada bajo las dunas.

Precisamente, en busca de aquella especie de Atlántida perdida han visitad el lugar desde el siglo XIX diversos arqueólogos, con los que Rivas no puede evitar sentir una cierta afinidad. “Nosotros hacemos algo parecido a la arqueología, tratamos de encontrar la esencia del lugar”, explica.

El paso del tiempo, que parece quedar “suspendido” cuando el espectador se adentra en Doñana a través de la pantalla, es una idea central en el filme. Rivas se encontró rodeado de referencias en este sentido: la cadencia rítmica e “hipnótica” de las olas, las dunas móviles que todo lo sepultan o la imagen inevitable del reloj de arena.

En ese sentido, el embarazo de una de las protagonistas, explica, le permitió ir más allá del tono melancólico que reina durante la mayor parte del largometraje y hablar del tiempo en clave de futuro.

En “El mar nos mira de lejos” chocan “dos temporalidades y dos maneras de ocupar el espacio”. Por un lado, los pescadores que permanecen y observan las transformaciones a su alrededor y, por otro, los turistas que “armados con sus cámaras”, irrumpen en la escena y resitúan al público en el mundo moderno.

Para Manuel Muñoz Rivas, es un “espejo de una vida más despojada y más natural donde mirarse y entender mejor nuestra modernidad”.

Aunque pueda parecerlo, “El mar nos mira de lejos” no es un documental al uso y no busca registrar de forma fidedigna la realidad, sino que prioriza “las formas cinematográficas” sobre los hechos estrictos.

Por ello, el director no ha renunciado plenamente a su inicial “mirada romántica” sobre los pescadores. Lo que ve el espectador es una “intersección entre lo que realmente son y lo que a mi me gustaría que fuesen”, admite.

Contribuye al clima “mágico” que Rivas crea la inclusión de otro grupo de personas que atraviesan cada año las dunas de Doñana: los peregrinos de la Romería del Rocio. En la película, su aparición en plena noche, reunidos en comunidad alrededor de cientos de velas, evoca, según el director, la búsqueda de los colonos. “Van camino de la tierra prometida, flotando en un no-lugar, un no-tiempo”, explica.

La ópera prima de Rivas, que él define como una “exploración del territorio y sus criaturas”, aterriza mañana en los cines tras pasar por diversos festivales internacionales cosechando múltiples premios. Ha visitado, entre otros, el Festival Internacional de Cine de Hong Kong, la Berlinale, el Festival de Cine Europeo de Sevilla, el Cinespaña de Toulouse, el Festival de Lima Independiente o l'Alternativa, en Barcelona.

Preguntado sobre la comprensión que pueda alcanzar el gran público de un filme nada comercial, Rivas afirma que “más que ofrecerse al entendimiento, es una película que se siente, se vive”.

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