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Entrevista | Rakel Winchester

“Odio a muerte 'El marío de la cannisera'”

David Sarabia

Raquel Riquelme saluda con un alegre “¡Qué pasa tío!” al otro lado del teléfono. La cordobesa, de 44 años, alcanzó la gloria en 2004 con su single El marío de la cannisera y un videoclip que no tardó en aparecerse hasta en la sopa. Era un fijo en las cadenas de televisión musicales. Era la rumba que alegraba la sobremesa en el verano que Hicham El Gerrouj pulverizaba todos los récords en Atenas. También la musiquita que ponía a bailar a los pequeños de la casa, aunque no pillaran ni papa de la infidelidad que Rakel contaba.

El segundo disco de la cordobesa se llamó Rutina matrimonial. Era el último con la banda Rakel Winchester, que la vocalista creó en 1994. “Ha tenido miles de formaciones”, dice. “He ido cambiándolas según la gente ha necesitado volar y hacer cosas que les han interesado más”. El 2008 dio paso al olvido mediático y los años sucesivos abrieron alguna puerta (un bolo aquí, una actuación allá...) que nunca terminó de abrirse lo suficiente.

Sobre aquella época, Raquel recuerda que estuvo “muy a gusto diciendo que no a los contratos discográficos” que le ofrecían cuando era más chica. La juventud, que además de dar vértigo, también asusta: “Todo lo que supiera que iba a tener un poco de relevancia me daba un poco de pánico”, reconoce.

En julio de 2015 publicaba el libro de relatos eróticos, Ábrete Corasón, una recopilación de los escritos que coleccionaba en el blog del mismo nombre y que le trajeron algún episodio amargo de ciberacoso y amenazas de muerte. Ni sus hit musicales ni sus relatos han convertido a Raquel en millonaria, ni le han permitido vivir del cuento ni de la canción. Es una artista que se ha pasado la vida tras la barra del bar, como ella misma reconoce. Ahora sirve copas en un garito de Córdoba, pero al menos durante tres días de noviembre volverá a sentirse parte de la música.

Volviendo a cantar

“Me lo comunicó Manu, el de Porco Bravo”, reconoce Raquel, un poco atorada e incrédula. El vocalista del grupo de rock vasco le ha organizado tres conciertos en Madrid, Barakaldo y Zaragoza empezando desde este jueves, hasta el sábado. “Ha sido él quien se lo ha inventado todo. Ha sido él quien ha estado investigando con quién me junto, a quién quiero, quién me quiere...”, dice la artista a eldiario.es

Raquel tendrá, en cada cita, un acompañante. En Madrid se subirá este jueves al escenario de la sala Jimmy Jazz junto a Poncho K, en el País Vasco lo hará con Santo Cabrón (Podri Rat-Zinger), el propio Manu y Asier de Porco Bravo; y en Zaragoza cantará con Manolo Kabezabolo.

“Entre otras cosas, él [Manu] lo que quiere es que me vean. Y me vaya a hacer música a otro sitio. El tío, a escondidas, ha estado hablando con unos y con otros, todos muy colegas. Cuando me contó la historia, imagínate...”, continúa explicando Raquel, que reconoce que recibió la noticia llorando. “Soy una llorona”, dice.

A diferencia de hace unos años, ahora Raquel vendrá con un número reducido de músicos. “Una formación sencilla no, lo siguiente. No voy como un cantaor flamenco porque no lo soy, pero casi”, dice. “Vamos los justos justísimos: un guitarrista y un tío que toca el cajón. Y se acabó”.

De la canción por la que todo (o casi todo) el mundo la conoce, El marío de la cannisera, la de Córdoba cuenta que ha llegado a aborrecerla. “La odio a muerte. ¡Socorro! Por donde vaya me la cantan todo el rato, es una pesadilla”, dice riéndose. Aunque al principio no sabe si la cantará en los bolos termina ablandándose: “Normalmente al final me emociono y hago las cosas. Veremos a ver si hacemos gracia o nos tiran al pilón. Aquí todos con sus mega bandas y de repente vengo yo aquí...”, dice con cierta duda la mujer del cannisero.

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