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SXSW, la marea indie y cinco grupos que te volverán loco

Twin Peaks en SXSW

Marc Muñoz

A mediados de marzo la ciudad de Austin, Texas se transforma para acoger la llegada masiva de los asistentes al SXSW (South by Southwest). Hoteles con el cartel de completo, calles abarrotadas y cerradas al tráfico, colas en cada esquina, improvisadas “jams” al aire libre, filmaciones por doquier, y un bullicio de conferencias, proyecciones, “showcases”, fiestas, paneles y exhibiciones conforman su estampa a lo largo de nueve intensas jornadas.

Macrofestival o conglomerado de festivales, SXSW ha convertido a la capital tejana en el epicentro mundial de la música, el cine y la tecnología. Levantado en 1987 como lugar de encuentro entre los duentes creativos y aquellos que posibilitan su desarrollo comercial, su radio de acción se ha extendido más allá de las fronteras del estado y hasta las de los Estados Unidos, para convertirse en una referencia de la cultura indie. Allí se estrenó una pequeña y curiosa aplicación llamada Twitter, y allí se descubrió el talento de Lena Dunham, entre otros hitos.

En 2015, SXSW es el espejo en el que muchos festivales buscan reflejarse, incluyendo los más importantes de la península: Primavera Sound y Sónar son algunos de los que han absorbido, o están aplicando, algunas de las características que distinguen al festival tejano. Híbrido entre festival al uso, simposio y hub de “networking”, el evento norteamericano se erige como el marco idóneo para fomentar las sinergias y el contacto entre artistas, profesionales del sector, prensa y público general.

Música, cine, tecnología y mucha creatividad

La envergadura del SXSW no admite comparaciones. El festival tiene tres ejes: música, cine, y tecnologías interactivas. Sólo en su compartimiento musical ofrece más de 2.000 actuaciones repartidas a lo largo de seis días a través de toda una red de locales, pubs, clubs, iglesias y parques asociados como escenarios con el festival. Es tal la abundancia de conciertos y “showcases”, a lo que hay que sumar un buen número de proyecciones, conferencias, exhibiciones y keynotes, que una de sus ediciones dio lugar al término FOMO: Fear of missing out (miedo de perderse algo importante). Al asistente no le queda otra que seleccionar con esmero su itinerario (con la ayuda estimable del SXSW Go, una app que sirve de útil herramienta organizativa), para no ser devorado por la sobreoferta y la sobreinformación, a lo que se suma un exceso de publicidad y sponsoring de marcas.

Esta fórmula, aplicada cada vez con más firmeza en los festivales peninsulares, no deja de levantar fuertes críticas, sobre todo porque el patrocinio omnipresente repercute poco o nada en el bolsillo del asistente, más allá de bebidas alcohólicas gratuitas en algunos espacios, cosa que no ocurre en España, o bien, con muestras de producto, frapuccino, carga de la batería de móviles, etc. El asistente al SXSW paga sumas desorbitadas que ni siquiera le permite tener un sitio asegurado en los conciertos más importantes. Por ejemplo el Platinum Badge (pase platino) que da acceso a todas las actividades del festival cuesta 1.745 dólares. Si sólo quieres ir a los conciertos, el precio es de 895.

Estas sumas exorbitantes no cambian el factor que diferencia a SXSW de los demás festivales: su condición de barómetro de tendencias y grupos que podrían marcar los meses venideros. En la cita de Austin convergen sin pudor los géneros y estilos más dispares, creando una interesante marea de propuestas ecléctica donde confluyen desde el K-pop (variante coreana del pop), el rock clásico, la cumbia, el rock touareg o las presencias más abultadas de la música popular: indie-rock, electrónica y hip-hop. Además se desarrollan diferentes “showcases” destinados a la música de determinado sello o a la gestada en distintas regiones del planeta. Este año el Sounds from Spain contó por ejemplo con Oso Leone, Begun, Macaco, Disco Las Palmeras, Hinds y Ruo y la contrabanda.

Las cinco grandes promesas del 2015

De la avalancha de bandas que circularon por su última edición, estas son las aspirantes a convertirse en Next Big Thing.

Twin Peaks

Twin PeaksChicago, Il.

Han editado dos álbumes de estudio. El último en 2014, Wild Onion (2014, Grand Jury).

Mocosos e insolentes. De esos grupos guitarreros tocados por la energía ilimitada de cuando el acné asoma. Sus influencias abarcan desde el garage de los 60's hasta el garage-punk de los coetáneos The Black Lips o Ty Segall. Sobre los escenarios se despliegan como un huracán de gran fuerza, alimentado por los distintos perfiles de cuatro (cinco en el SXSW) músicos que se compenetran a la perfección, cada uno con una galería de tics corporales pasmosa de ver encima del escenario.

The Districts

The DistrictsPhiladelphia PA.

Han editado dos LP's hasta la fecha. El último A Flourish and spoil (2014, Fat Possum Records).

Parece que el sonido guitarrero de las islas británicas está perdiendo fuelle al contrario del macerado en suelo norteamericano. Otra de las bandas adscritas a ese sonido completó uno de los directos más rotundos e intensos de todo el festival. Su paleta de colores va desde los Kings of Leon de los inicios, pasando por The Strokes, también de los inicios, u otros que estuvieron por Austin, The Vaccines.

PC Music

El showcase de PC Music fue una de las veladas más comentadas, bailadas y celebradas. El sello con base en Londres y comandado por A.G. Cook lanzó una sonda hacia el futuro próximo de la electrónica y a su vuelta podría dejar no solo un nuevo quebradero de cabeza para los críticos más avezados en su desafío para acuñar un nombre para definir un nuevo estilo, sino la proliferación de una nueva tribu a su alrededor. Esa impresión saltó a la palestra observando los asistentes al show de Austin, entregados a GFOTY, el propio A.G. Cook, Hannah Diamond, QT y Sophie que desfilaron por el escenario para representar performances de motivos cibernéticos, sostenidas por un sonido que mezcla influencias tan diversas como: K-pop, happy hardcore, eurodance, trance, la banda sonora de las películas Hongkonesas de John Woo y el chiptune en una música obsesionada por los sonidos digitales y de las nuevas tecnologías.

SOAK

Derry, Irlanda del Norte.

Ha publicado varios EP, pero aún no ha sacado su debut en larga duración.

A esta diminuta cantante de Irlanda del Norte le basta una guitarra y abrir un corazón de inusitada madurez para una chica de 18 años para fundir el parapeto de hierro en el que muchos se refugian. Una tierna y delicada voz, una sensibilidad melódica, y una lírica de alguien que se ha saltado la adolescencia son armas más que suficientes para abrazar la próxima perla cantautora.

Tobias Jesso Jr.

Vancouver, Canadá.

Este mes ha editado su álbum debut, Goon (2015, True Panther).

La Cenral Presbyterian Church se erigió en un balneario ante tanta furia y ruido emergiendo de la arteria principal (la calle 6th) y sus calles colindantes. Una iglesia erigida en espacio idílico y mágico para dotar de una nueva dimensionalidad el formato de concierto pop y/o rock. Entre las más concurridas y comentadas la de un cantautor canadiense asentado en LA con números para convertirse en el “newcomer” del año. Harry Nilsson, Randy Newman y otras figuras de la década de los 70’s corren por las venas de este músico con un talento sobrado para la escritura, y dotado de un repertorio emotivo y melancólico que despliega con su voz y las notas de un piano que aprendió a tocar mirando vídeos en Youtube.

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