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DISCOS DE LA SEMANA

ToteKing salta a la cancha para luchar por el reinado del rap español

Luis J. Menéndez

ToteKing

ToteKing

Lebron

Sony

RAP

8/10

El baloncesto, la pasión que Tote siente por él y hasta alguna que otra metáfora relacionando ese juego con el rap han sido temas recurrentes en la discografía del sevillano. Pero nunca hasta ahora el juego de la canasta había cohesionado un disco al completo.

Tiene todo el sentido: Tote ha visto cómo la principal revolución musical de los últimos tiempos -el advenimiento del trap, la nueva música urbana o como queramos llamarla- amenazaba con llevarse por delante a los grandes referentes del rap en castellano, pidiéndoles paso libre y hasta acusándoles de inmovilismo. Al fin de cuentas, la situación no es esencialmente diferente a lo que ocurre cuando una estrella del baloncesto que lleva varias temporadas dominando la NBA se encuentra de la noche a la mañana con un nuevo jugador que amenaza su reinado.

Lebron, además de reverenciar al jugador más importante de los últimos años, tiene mucho de su espíritu competitivo. Las referencias a esas nuevas generaciones del rap en español son constantes (y no precisamente amables), el estilo más seco y aguerrido que nunca, con puntuales accesos guitarreros. El mejor ejemplo de ello es esa brutalidad de tema titulado Tonto, su particular Bring The Noise, con el que Tote pasa al ataque y presiona a toda la pista. Sin contemplaciones.

Tampoco las tiene a la hora de echar la vista atrás y rememorar su propia historia: en Puzzle Tote hace referencia a su particular fracaso como proyecto de jugador de baloncesto. También agradece a la Mala su ayuda decisiva cuando la carrera de Tote arrancaba y confiesa, así, a las bravas, que la publicación de su peor disco (El lado oscuro de Ghandi) le provocó una depresión. Por si todavía alguien dudara de la sinceridad brutal de sus raps.

En general ToteKing se presenta como ese apasionado del rap que sin duda es, frente a aquellos que “viven por pasta, matan por pasta, aman por pasta y mueren por pasta” (Nada es seguro). En lo que es el retorno de uno de los grandes letristas que ha dado el género dentro de nuestro país y la demostración palpable de que a la hora de la verdad no importa tanto el cómo como el qué.

Yung Beef

Yung Beef

Adromicfms4

La Vendición

TRAP

6/10

Desde que Jota de Los Planetas decidió otorgarle su bendición pública al ahora componente de Los Santos, este ha sido definitivamente entronizado por la parroquia independiente. Si hasta la diputada Andrea Levy, siempre pendiente de cuanto huele a tendencia, se declara incondicional suya en su cuenta de Twitter… Yung Beef es tendencia.

Yung Beef es el hombre que representa lo nuevo frente al status quo, Yung Beef es el lumpen al que aspiran a parecerse los más pijos del lugar. Y su nueva mixtape tiene todas la papeletas para convertirse en la referencia más importante de una carrera en la que el personaje pesa más, muchísimo más, que sus canciones. Hasta el punto de que, hoy por hoy, una biografía de Yung Beef resultaría un producto de consumo infinitamente más apetecible que cualquiera de sus discos, Adromicfms4 incluido.

Pero ocurre que, más allá de algún puntual acierto, sigo sin entrar en el universo de este granadino crecido al frío de la calle. Aún aceptando lo que representa -ese cambio de paradigma en el pop nacional- me resulta complicado introducirme en su particular mundo partiendo de la base de que buena parte del discurso de Yung Beef me resulta incomprensible -desde el punto de vista auditivo, quiero decir-. El resto se reduce a sentencias de un simplismo bochornoso tipo “nos colocamos tú y yo”. Si ese “estoy cayendo p’arriba” que escupía en Islamabad se ha convertido en santo y seña, en su mayor proeza lírica hasta la fecha, es que algo falla aquí...

Y todo esto al margen de algunas certezas a saber, como que las producciones de Steve Lean se encuentran a la vanguardia de la electrónica que se está produciendo en nuestro país ahora mismo. Y también que Adromicfms4 contiene una de las canciones más atractivas de cuantas Yung Beef ha firmado hasta la fecha.

Sin apenas desarrollo más allá de ese “me perdí en Madrid” que le da título, la producción de Lowlight -nocturna, y con ese punto de confusión vinculado la noche en la gran ciudad- convierte el tema en certero homenaje a la urbe desde el punto de vista de un recién llegado, a sus peligros y también a sus irresistibles encantos.

Adan Jodorowsky

Adan Jodorowsky

Esencia solar

Adan Jodorowsky

FOLK-POP

8/10

Es complicado saber cuál de sus encarnaciones es la más fiel a la esencia de un personaje tan poliédrico como Adam Jodorosky. El hijo de Alejandro Jodorowsky y la actriz mexicana Valerie Trumblay hizo carrera bajo el nombre de Adanowsky con una serie de discos en los que sobrevolaba la influencia gainsbouriana. Aquí sin embargo, un par de bandas sonoras al margen, es su primera referencia bajo su nombre real. Adan da un giro para alejarse de su patria (su pasaporte le señala como francés) y sumergirse en la tradición latinoamericana.

Y el resultado es posiblemente su mejor disco hasta la fecha, el más cercano en espíritu a aquel otro que hasta hoy ha ostentado ese título honorífico, Amador (2010). Además, por primera vez en su carrera uno de sus trabajos está íntegramente cantado en castellano. A lo largo de estas catorce canciones, Adan se debate entre las resonancias folklóricas de los singles Mi fe o Vivir con valor (con la colaboración de Natalia Lafourcade) o de esa preciosidad de aires caribeños titulada Color café, y un pop más convencional, emparentado con lo que ha sido su carrera.

Son las primeras, aquellas en las que el joven Jodo se convierte en una suerte de Devendra Banhart con dicción perfecta y mensaje libertario, las que convierten Esencia solar en un disco de notable alto. Y posiblemente el trabajo que Adan sienta más suyo.

Anna Burch

Anna Burch

Quit the Curse

Heavenly / [PIAS]

INDIE-POP

8/10

Una de las buenas noticias en el terreno de la música popular reciente es la reivindicación del indie-pop (el auténtico, no esa etiqueta amorfa de la que tanto se ha abusado en la última década) por parte de jóvenes músicos que han captado la atención de prensa y público.

Me refiero a gente como Frankie Cosmos, Cigarettes After Sex, Girlpool y un largo etcétera a los que ahora se suma esta joven de Detroit, recibida con los brazos abiertos por el sello británico Heavenly, el mismo en el que hicieron carrera Saint Etienne (o los madrileños The Parrots). Heavenly era el nombre también de una de las bandas esenciales del género, y de esta manera todo cobra sentido y el círculo se cierra

Porque a partir de la inagotable fórmula de guitarra, bajo y batería, la música de Anna Burch es sencilla, directa y altamente nutritiva en lo que a estribillos pegadizos respecta y escucharla nos transporta inmediatamente al universo de The Softies o los diferentes proyectos de Amelia Fletcher (Talula Gosh, Marine Research o, especialmente, los citados Heavenly). Encantadora.

Calexico

Calexico

The Thread That Keeps Us

City Slang / Music As Usual

POP-ROCK

6/10

Veintidós años y nueve discos después, Calexico ha convertido aquello que una vez se definió como “rock fronterizo” en un sonido propio inconfundible. Ese es, en esencia, el principal valor y también la cruz que arrastran Burns y Convertino, transformados prematuramente en clásicos con escaso margen para la capacidad de sorpresa.

Aquí vuelve a colaborar nuestro Jairo Zabala (Depedro), que canta Flores y tamales y participa como un músico más de la banda. Y, como no podía ser de otra manera, el rock de aires melancólicos e inspiración folk puntualmente vuelve a enriquecerse con vientos mariachis en los temas más vibrantes del disco.

En The Thread That Keeps Us, de hecho, las principales novedades las encontramos en el terreno de las letras. En un momento político en que la Administración Trump decide levantar un muro para separar a México de Estados Unidos, la formación de Arizona, una de las bandas que más ha hecho por reivindicar la tradición musical tex-mex, se alinea abiertamente en la lucha contra las fronteras.

Todo ello siempre desde un punto de vista doméstico, ejerciendo de emocionados cronistas de los desamparados y las clases humildes. “De las calles vacías a los hogares abandonados / los ojos escuecen / Un refugio subterráneo por si los grandes llegan / mi enfoque estaba borroso mientras el mundo llegaba a su fin”.

Hookworms

Hookworms

Microshift

Domino / Music As Usual

KRAUT-POP

7/10

Cualquiera que haya seguido la carrera de Matthew Johnson, líder de Hookworms y uno de los productores pujantes del pop británico contemporáneo, sabe que MJ no es precisamente la alegría de la fiesta. Sus problemas con la depresión ya habían asomado ligeramente la pata en el pasado en los discos de Hookworms, banda que desde el primer momento se asoció con la pujante ola neopsicodélica británica.

Su tercer álbum viene a demostrar varias cosas: por un lado, que Hookworms trascienden totalmente esa etiqueta, y también que las obsesiones de MJ lejos de remitir, se manifiestan hoy de la forma más cruda posible: “Siempre te querré / Es lo último que voy a decir / Sé que es lo último que voy a hacer / Sé fuerte”.

Es curioso que este descenso a lo más oscuro del alma tenga lugar precisamente en el contexto del disco más luminoso firmado por Hookworms hasta la fecha. Las capas de distorsión que caracterizaron anteriores entregas dejan paso a un tratamiento sonoro que da protagonismo a los sintes y le guiña el ojo a Sonic Boom y la etapa final de Spacemen 3. Por momentos el disco hasta amaga con transformarse en una suerte de rock sintético y bailable en la estela de LCD Soundsystem, a medio camino de la euforia y la histeria.

“Su tiempo es ahora” titulaba el semanario británico New Musical Express a propósito del lanzamiento de Microshift. Esperar un crecimiento desmesurado de la banda a partir de estos planteamientos personalmente me resulta ingenuo. Lo que no le quita ni un ápice de interés a un trabajo ejemplar.

Rhye

Rhye

Blood

Loma Vista / Music As Usual

ELECTRÓNICA-POP

8/10

En España su debut de 2013 pasó sin excesiva pena ni gloria, algo que no ocurrió en muchos otros rincones del mundo. Sin ir más lejos en Portugal, donde el proyecto de Robin Hannibal y Milosh alcanzó estatus de grupo grande. Una escucha rápida a su música y fácilmente puede entenderse el porqué.

Rhye es uno de esos extraños casos que parecen poner de acuerdo a público generalista y sibaritas del pop. Se sitúa entre el Rhythm and blues más sensual y el trip hop con vocación comercial, dos elementos al que hay que sumar la sofisticación de Sade -cuyo legado aumenta su trascendencia año a año- desde el día de su nacimiento como grupo con aquella hermosa canción titulada The Fall.

Un lustro después vuelve Rhye con Robin Hannibal bajándose del autobús y dejando a Milosh solo ante el peligro. Con el peligro, claro, de no situarse a la altura de aquel notable Woman. No es el caso. El espíritu de aquel disco se mantiene intacto, tanto como las capacidades vocales de Milosh, todavía más cercano al timbre de una mujer -la citada Sade como referente más evidente- que al de su propio género. Así completa un trabajo que ennoblece a ese concepto asociado generalmente al consumo rápido, al usar y tirar: el pop concebido como hilo musical.

The Soft Moon

The Soft Moon

Criminal

Sacred Bones / Popstock!

POST-PUNK

7/10

Luis Vasquez perfecciona la fórmula en el cuarto álbum de The Soft Moon. No hay trampa ni cartón: el músico de Oakland se lo guisa y se lo come él solito, si acaso con la ayuda puntual de Maurizio Baggio aportando arreglos a unas canciones que Vasquez ha compuesto e interpretado en la más absoluta soledad. Y que, a tenor de lo que transmiten, no surgen de un lugar especialmente confortable.

The Soft Moon nunca ha escondido lo genérico de su propuesta: postpunk de atmósferas tenebrosas, rayando en lo gótico. Criminal, con sus letras cercanas a la paranoia en las que el amor se convierte en un sentimiento malsano y posesivo (“No quiero perder la cabeza / por eso es por lo que te mantengo cerca de mí”), va un paso más allá en ese tratamiento. Conduce las canciones por el terreno de la música industrial, como unos Nine Inch Nails sin apenas presupuesto. No es agradable. Pero tampoco lo pretende.

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