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LOS DISCOS DE LA SEMANA

Las canciones que Los Punsetes no se atreven a publicar

Luis J. Menéndez

Anntona

Internacional

Everlasting

POP

6/10

Manu Sánchez es uno de los principales compositores de Los Punsetes, lo que someramente nos ayuda a situar esta aventura en solitario que va ya por su cuarto álbum. Someramente, porque Anntona siempre se ha definido por oposición a la banda madre: las canciones que rechazan sus compañeros terminan en sus discos. Y, conociendo el humor mordaz y procaz de los madrileños, que una canción les resulte excesiva da un poco la medida del tipo de material que maneja este músico, guionista y actor ocasional, vinculado al humor chanante.

Casi siempre en el filo entre la búsqueda de la canción perfecta y la casete de chistes de gasolinera, en Internacional hasta reclama a Sebastián Litmanovich (Cineplexx, Papaya) para que ejerza de productor y eleve el nivel de anteriores grabaciones, cercanas al lo-fi. Termina imponiéndose el ejercicio de autosabotaje del propio Anntona, que dedica un tema a su pequeño pene, se autocalifica de imbécil internacional y asegura que no se aguanta y que lo suyo es “una mierda como un castillo”. Hasta dedica una pista de voz a hacer un chiste, como Gila o los Hermanos Calatrava.

Pero entre tanta autoparodia, que resulta imposible tomarse en serio, también brillan ejercicios de pop que no por extravagantes son menos valiosos: el arrepentimiento con la mano en el corazón de Plástico o la preciosa Aceras anchas. Sí, nos encantaría escuchar un disco de Anntona en el que no se protegiese tras el escudo de la ironía.

Emptyset

Borders

Thrill Jockey / [PIAS]

ELECTRÓNICA

8/10

En el pasado, el dúo formado por James Ginzburg y Paul Purgas publicó discos con puntos de partida fascinantes, como trasladar el estudio de grabación a una central nuclear abandonada o tomar como materia prima de sus “canciones” señales de radio captadas más allá de la ionosfera. Esta vez, para su puesta de largo en Thrill Jockey, los de Bristol se liberan del concepto y se centran en lo esencial: el sonido.

Ellos mismos han construido sus propios instrumentos, tanto electrónicos como analógicos (de percusión y una especie de cítara de seis cuerdas), lo que se traduce en una colección de once piezas con una extraordinaria coherencia sonora. Temas amenazadores, en los que las texturas cobran mayor importancia que las (inexistentes) melodías o incluso el ritmo. En la línea de sus compatriotas Raime, Old Apparatus y The Haxan Cloak, incluso más radicales si cabe, están llamados a enarbolar la bandera de la música industrial tal y como la definieron a principios de los ochenta Einstürzende Neubauten .

 

Japandroids

Near to the Wild Heart of Life

Anti / [PIAS]

ROCK

6/10

Aunque es bastante evidente que el indie rock vive su momento más bajo de los últimos treinta años, todavía surgen bandas que cumplen la función de renovadoras del panorama. Es el caso de Japandroids que, sin plantear un discurso especialmente novedoso, han creado escuela con sólo tres álbumes a las espaldas. Los canadienses son al género lo que The Black Keys al rock, hacen de la necesidad virtud y con una formación que se limita a guitarra y batería echan mano de efectismo y épica para meterse al público en el bolsillo. La verdad es que tampoco se rompen excesivamente la cabeza para conseguirlo: guitarra al once (como en Spinal Tap), estribillos coreables y una batería a tope de reverb que cubre todos los huecos (no es que David Prowse sea un pulpo, la verdad).

En el que es su primer trabajo para un gran sello no se aprecia demasiada vocación de cambiar la fórmula. Si acaso vira un poco más desde ese punk melódico que se percibía en sus inicios hacia una épica rockera cada vez más springsteeniana, igualmente sentimentaloide en el aspecto lírico y con una capa de maquillaje inédita hasta la fecha en la producción. Les irá bien, lo ponen muy fácil.

 

Mark Eitzel

Hey Mr. Ferryman

Merge / Popstock!

FOLK

7/10

Quién nos iba a decir hace dos décadas que Mark Eitzel (líder de American Music Club) y Bernard Butler (guitarrista de Suede en los mejores años de la banda) podrían hacer un tándem tan solvente. Butler produce e interpreta guitarras, bajo, piano percusión y batería en el que es el décimo disco del cantautor norteamericano, con una riqueza instrumental inédita en la obra en solitario de Eitzel. El antiguo guitarrista de Suede se lleva a su terreno las canciones, aportando un romanticismo inequívocamente británico.

En cualquier caso, a la hora de poner en la balanza, pesa más el Eitzel contador de historias que el compositor, aunque en esta ocasión se apoye en un fuera de serie como Butler. Cada canción es un universo en sí mismo, desde su descripción del maltrato en Nothing and Everything, la historia de fantasmas que atormentan a un ludópata que es An Angel’s Wing Brushed the Penny Slot o él convertido en personaje, pasando unas vacaciones infernales junto a unos familiares lejanos en In My Role as a Professional Singer and Ham.

 

Migos

Culture

Quality Control Music

RAP

7/10

Hace casi treinta años The Stone Roses aseguraron que llegarían a ser más grandes que los Beatles y los Rolling Stones juntos. Todos recordamos cómo terminó aquello. En descargo de Migos hay que decir que en este caso la comparación (“Migos son los Beatles de su generación”) no la hizo el propio grupo. Fue el actor Donald Glover, músico bajo el alias de Childish Gambino, quien su discurso en los Globos de Oro puso a las dos bandas al mismo nivel.

El comentario nos sirve de bastante poco a la hora situar la propuesta del trío formado por Quavo, Takeoff y Offset, aunque da la medida de la enorme expectación que este segundo álbum ha despertado en EEUU. Se entiende: hablamos de un país en el que la música negra comercial apenas deja hueco para otras propuestas en las listas de discos más vendidos. Además, Migos vienen de Atlanta, la ciudad que más ha hecho avanzar el lenguaje del rap en los últimos años y , al contrario que otros conciudadanos ilustres representantes del dirty South, sus encontronazos con la policía hasta el momento han sido, por así decirlo, menores. Son una versión para todos los públicos de la escuela más avanzada del rap en estos momentos.

Culture contiene de hecho casi todos los elementos que han puesto el trap, el rap macarra de Atlanta, en todo lo alto: el uso constante del charles en la batería, el sonido característico de los ritmos de la 808, las atmósferas misteriosas y esa cadencia característica. Bad and Boujee, en la que colabora el rapero de Philadelphia Lil Uzi Vert, es uno de los últimos hits del género. No es el único ilustre que se pasa a saludar: DJ Khaled, Gucci Mane y Travis Scott, además de la habitual lista-río de productores, aportan pedigrí a un disco y a un grupo que desde ya forman parte de la aristocracia del género.

 

Toothless

The Pace of the Passing

Island / Music As Usual

POP

7/10

El pasado de Ed Nash como bajista de Bombay Bicycle Club no aporta demasiadas pistas de por dónde van los tiros de este proyecto en solitario. Las aspiraciones comerciales de la banda madre dejan paso a una encantadora revisión de la tradición indie-pop, desde los gloriosos tiempos del C-86 hasta la definitiva explosión de principios de los noventa, que se traduce en temas con una producción más sofisticada.

Y el resultado es un disco que se diría sin demasiadas aspiraciones, pero que cuenta con una estupenda selección de canciones, una verdadera sorpresa para el aficionado a estos sonidos. Especialmente afortunado el arranque del álbum, con los delicados arreglos de cuerda de Charon a la que da réplica el single más evidente del disco, la saltarina Sisyphus.

 

Ty Segall

Ty Segall

Drag City / Popstock!

ROCK

8/10

La nueva vaca sagrada del rock’n’roll vuelve a la carga, manteniendo un nivel de productividad que haría feliz al más explotador de los empresarios. Entre los discos que publica bajo su propio nombre, aquellos que graba como componente de Fuzz, Broken Bat y GØGGS, además de alguna que otra aventurilla puntual con sus numerosos amigos, Segall sale a la friolera de tres o cuatro discos al año. Y lo mejor de todo es que el de Laguna Beach no da señales alarmantes de descenso en los estándares de calidad.

Su homónimo nuevo disco (ojo, porque ya hubo un Ty Segall al principio de los tiempos) es de hecho de lo mejorcito que ha publicado hasta la fecha. Una colección de canciones que se mueve entre el hard-rock borrico de Break a Guitar y Warm Hands y su faceta más romanticona, cuando se sienta al piano y por momentos llega a sentirse John Lennon o David Bowie. El suyo es uno de los ejercicios de nostalgia rock más sustanciales que están teniendo lugar en estos tiempos.

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