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El palacio del príncipe viajero egipcio muestra de nuevo sus secretos

El palacio del príncipe viajero egipcio muestra de nuevo sus secretos

EFE

El Cairo —

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Aunque nunca ocupó el trono de Egipto, el príncipe Mohamed Ali Taufiq logró convertir su palacio de El Cairo en uno de los más valiosos del país gracias a sus conocimientos artísticos y a las obras adquiridas durante sus viajes.

El palacio-museo, una especie de alcázar orientalista situado en la isla de Manial, en el río Nilo, reabrió hoy sus puertas al público tras casi nueve años de trabajos de restauración.

Construido entre 1899 y 1929, el complejo está formado por cinco edificios entre los que destaca la residencia del príncipe, el llamado salón de oro y la sala del trono.

Si el alcázar es considerado “una obra maestra de la arquitectura”, en palabras del ministro egipcio de Antigüedades, Mamduh al Damati, los árboles y plantas procedentes de todo el mundo también brillan con luz propia y convierten los espacios verdes en una suerte de jardín botánico.

El complejo fue cerrado en 2005 debido a su deterioro, que condujo incluso al colapso del imponente techo de la sala del trono, diseñada en el palacio pese a que Mohamed Ali Taufiq (1875-1955) no reinó.

En estos años, los expertos han reinstalado ese techo histórico, restaurado la estructura de los edificios y limpiado la excepcional colección de pinturas, tapices y alfombras persas, lámparas de cristal y mobiliario, algunos de los cuales se remontan a la Edad Media.

Uno de los asesores del Ministerio de Antigüedades en la restauración del palacio, Mojtar al Kasabani, explicó a Efe que la inauguración estaba prevista en 2011.

Sin embargo, la revolución de ese año, que derrocó al entonces presidente Hosni Mubarak, y la inestabilidad sufrida en Egipto posteriormente retrasaron su apertura hasta ahora.

Al Kasabani detalló que también han sido rehabilitados en estos años los jardines y los pequeños museos anexos, al tiempo que se han construido nuevos espacios para albergar por ejemplo las piezas textiles.

El complejo es propiedad del Estado egipcio desde 1955, dos años después de que la monarquía fuera derrocada por la llamada revolución de los Oficiales Libres, encabezados por Gamal Abdel Náser.

Su deterioro fue especialmente grave durante la década de los 70, cuando las autoridades cedieron el complejo a una cadena hotelera internacional.

Esta empresa hizo “un mal uso” y causó importantes daños en la decoración del palacio y, sobre todo, en los jardines, en los que hay desde cedros a cactus mexicanos, según Al Kasabani, catedrático de arte islámico en la Universidad de El Cairo.

La estructura es una mezcla de estilos en la que convergen elementos mamelucos y otomanos, con otros de las corrientes europeas del barroco y del “art nouveau”, aunque predominan los primeros de corte islámico.

Como señala Al Kasabani, Mohamed Ali Taufiq se decantó por el estilo islámico, frente a la moda europea de la época, debido a su personalidad “patriota e islámica”.

Por ello, el palacio -continúa el experto- en su parte externa representa la civilización del Imperio indio Mogul (islámico), mientras que otros sectores tienen gran influencia de la arquitectura de la zona del Levante (Siria, Líbano y Palestina).

El exotismo e interés del palacio de la isla de Manial va a la par del que despierta su dueño.

A su espíritu viajero se suma el hecho de que nunca llegara al trono. Al Kasabani no duda en hablar de una conspiración para apartarle de la jefatura de Estado, para la que se preparó durante años.

Al príncipe, este revés no pareció hundirle y se centró en convertir su palacio en un símbolo de la arquitectura islámica y en sede de fastuosos banquetes y recitales musicales.

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