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“Igual no conviene hacer algo sobre el 11M”

Fotografía de Eduardo Nave para la exposición 'Once de marzo'

Paula Corroto

Han pasado doce años desde los atentados del 11M, pero la tragedia continua siendo un asunto peliagudo para la creación artística. Desde entonces, apenas se han escrito novelas y las que existen rozan el tema de forma tangencial. Tampoco se ha producido la gran película sobre la masacre y sus consecuencias, si exceptuamos algún documental y el film No habrá paz para los malvados. Y el teatro no ha dado aún con un gran montaje que aborde lo ocurrido aquellos días de marzo. Es obvio que cualquier comparación con las obras realizadas en EEUU o Reino Unido a partir de los atentados sufridos en su territorio -como la enorme London river- es inútil.

Para muestra, la obra Ana el 11 de marzo que se estrena este viernes en el Teatro Español de Madrid y de titularidad municipal. El texto fue escrito por Paloma Pedrero en 2004. Se representó en 2005 dentro del proyecto 11 voces, de Adolfo Simón, en el que confluyeron varias obras sobre los atentados. Pero aquella fue una iniciativa que surgió al calor de la conmoción ciudadana. “Después del 11M estuve dos días encerrado en casa y no fui capaz de participar de ninguna forma en lo que estaba pasando. Pasados unos meses tuve la necesidad de hacer algo desde ese ámbito. Tuve la idea de convocar a autores para que escribieran un  texto y fue un trabajo de meses sin ningún tipo de apoyo inicial. Pero todo el mundo sentía que había que hacer algo”, cuenta Simón. Las obras se representaron en varias salas públicas y privadas de Madrid.

Y, después, la nada. Ana el 11 de marzo se publicó y fue representada en varias ciudades como Londres, Nueva York, Atenas, Estambul o Praga por diferentes compañías. En España, excepto en varios centros culturales y alguna lectura dramatizada, no encontró su sitio dentro de la temporada teatral.

“Hay gente que no quiere saber nada de nada, solo quiere vivir plácidamente sin tomar conciencia de las cosas”, intenta explicar la dramaturga y directora Paloma Pedrero. “No hay más que ver cómo está monumento al 11M, sucio y descuidado. Y es algo que nos debería importar”, recalca la actriz María José Alfonso, que participa en este montaje.

Y, sin embargo, no es una obra política en sentido estricto, sino sentimental. Narra el momento de incertidumbre de tres mujeres, la madre, la mujer y la amante de un hombre que iba en los trenes que estallaron. “Es una historia de amor que sucede el 11M, y es un grito de amor contra la violencia”, resalta Pedrero. Por eso a María José Alfonso le escandaliza que no haya más creaciones que hayan tratado el tema. “Es una parte de la Historia que no hay que olvidar. Los seres humanos tenemos la costumbre de solidarizarnos en las grandes tragedias, pero hay que hacerlo día a día”, admite la actriz.

“Renfe me puso trabas para las fotos”

Para que no haya más creaciones hay dos herramientas que juegan un papel importante: el escaso impulso por parte de las instituciones públicas y los programadores culturales y la propia autocensura de los creadores. Así lo reconoce el director y dramaturgo, Adolfo Simón. “Es muy sorprendente que no haya más obras sobre el asunto, pero hay que tener en cuenta que en los últimos años, tanto la profesión como el público han  optado por contenidos más ligeros. Es complicado abordar un proyecto que sabes que no va a tener una respuesta conveniente a nivel institucional. Y no olvidemos que aquí en Madrid es tocar en la herida. Si se les da a elegir entre un espectáculo sobre el 11M y otro más evasivo se opta por lo último. Habrá gente que ha querido hacer algo y se ha frenado porque igual no conviene”.

Precisamente estos obstáculos los sufrió el fotógrafo valenciano Eduardo Nave para su proyecto Once de marzo, una exposición de cuatro fotografías tomadas entre 2009 y 2012 en los mismos cuatro lugares y a la misma hora en la que estallaron las bombas. La muestra fue inaugurada el pasado día 7 por el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, en el Museo de Antropología -enfrente de Atocha-, sin embargo, no fue un encargo estatal.

“Yo había hecho otro trabajo sobre los lugares donde ETA asesinó que fue impulsado por la Fundación de Víctimas de Terrorismo y es esta asociación  la que promovió también este trabajo sobre el 11M”, comenta. Antes de ello, afirma que estuvo cinco años llamando a puertas para poder mostrar las fotografías y todas se le cerraron. “También Renfe me puso trabas para hacer las fotos. Y cada año que pasaba era peor”, añade. Renfe aparece ahora como una de las entidades colaboradoras de la exposición.

Al fotógrafo le molesta esta falta de interés y de apoyo por parte institucional. De hecho, desde el Ministerio de Cultura sólo se ha organizado el concierto de recuerdo a las víctimas en el Auditorio Nacional con la asistencia de las autoridades.  “A las instituciones les interesa que cuanto menos comprometido sea el arte, mejor, que no haga reflexionar a nadie”, constata. Reconoce que después este desinterés se refleja en la calle. “Cuando hacía las fotos a la gente les molestaba. Yo me colocaba en el sitio exacto y les molestaba la cámara, el trípode... A la gente se le olvidan las cosas muy rápido. No les molestaba que estuviera allí por los atentados. Era como si no se recordara que hay 193 personas que ya no están y 193 familias heridas”, señala.

En recuerdo de las víctimas

Quienes sí parecen abrazar este tipo de conmemoraciones son los familiares y víctimas de los atentados. Al menos así lo constató Adolfo Simón cuando se representó el proyecto 11 voces. “Aunque hubo cierta polémica a la Asociación de Víctimas sí le pareció que tenía sentido. Tuvimos una representación en una de las zonas donde se había puesto las bombas y vinieron algunas de las víctimas y estaban muy emocionadas”.

Sin embargo, estos artistas también son conscientes del dolor que todavía queda. “El día de la inauguración se acercaron varias víctimas y me agradecían que hiciera el trabajo pero por otro lado también me dijeron que para ellos era muy duro volver a ver estos espacios”, comenta Eduardo Nave. Desde el teatro, Paloma Pedrero calma a los que puedan sentirse removidos por esta obra: “Es un recuerdo desde el amor y la esperanza. No es un mal viaje”.

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