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Un volumen antológico reúne casi 200 joyas de la pintura gótica catalana

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EFE

Barcelona —

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La Biblia de 1268, las tablas de Toses, el retablo de Santa Úrsula de Palma de Mallorca, varias Hagadá doradas de la British Library o el Políptico del taller de Ferrer Bassa de la Morgan Library son algunas de las casi 200 piezas incluidas en el volumen de “Pintura catalana” dedicado al gótico.

Rosa Alcoy, autora del volumen, editado por Enciclopèdia Catalana, ha explicado a Efe que se ha primado “la calidad de las obras y una representación geográfica de los territorios de la antigua Corona de Aragón, que abarcan tres siglos de pintura gótica, desde mediados del siglo XIII, antes de concluir el reinado de Jaime II, hasta la época de los Reyes Católicos, en el siglo XV”.

Sin una pretensión estrictamente académica, Alcoy ha hecho “una revisión y una nueva lectura del gótico” que incluye algunas obras inéditas o nunca publicadas en color como el retablo del santuario de Paretdelgada (Tarragona).

Las obras, remarca la historiadora del arte, aparecen en el estado en el que están, algunas recientemente restauradas como el retablo de “La Resurrección del Santo Sepulcro”, en Zaragoza, obra del taller de Jaume Serra.

En su enfoque, Alcoy señala el segundo cuarto del siglo XIV como “una época dorada para el gótico catalán y un periodo de fundamentación de la tradición pictórica posterior”.

El taller de Ferrer Bassa, conocedor de la cultura de Giotto y de sus compañeros toscanos, recibe los encargos de la corte, mientras que en el reino de Mallorca el arte cultivado en Pisa y Siena es interpretado por varios talleres.

Precedido por un período en que los artistas miraban más al norte (Inglaterra y Francia) se extiende un “perfil italianizante” en la pintura, que se mantendrá después de la Peste Negra (1348), por más que pintores como Destorrents, los hermanos Serra, Valldebriga o Llorenç Saragossa se replanteen numerosos aspectos.

En las últimas décadas del siglo XIV crecen las expectativas de los talleres locales y se multiplican los centros que pueden generar una pintura de calidad.

“Barcelona, con Lluís Borrassà, Guerau Gener, Joan Matas o Jaume Cabrera, continuará destacando, pero perderá la hegemonía, mientras que Valencia congrega una serie indiscutible de primeras figuras como Pere Nicolau, Gherardo Starnina, Marçal de Sax, los Gonçal Peris, Miquel Alcanyís o Jaume Mateu, que dan relevancia al gótico internacional, sostenido también por las escuelas y talleres de Castellón, Morella, Tortosa, Tarragona, Lleida, Girona, Perpiñán o Mallorca”.

Al gótico internacional de los siglos XIV-XV le sucederá un “gótico flamenquizante, o de raíces genéricamente flamencas, en pleno siglo XV”, con artistas como Jaume Huguet o Bernat Ortoneda, con taller en Huesca y Zaragoza.

Este estilo más flamenco está presente en las últimas obras del libro como las tablas del ciclo de la Resurrección de Cristo o en la “Piedad Desplà”, ambas de Bartolomé Bermejo, de finales del siglo XV.

La mayor parte del gótico que ha llegado a nuestros días, subraya Alcoy, es de temática religiosa, pero “no debemos fijarnos sólo en la iconografía, sino también en las formas o los aspectos estilísticos”.

También tiene un papel la pintura profana como se constata en los murales de la conquista de Mallorca, “aunque, en general, la frontera entre profano y religioso no era tan importante en la Edad Media, pues interactuaban”.

Admite la historiadora del arte de la Universidad de Barcelona que “el gótico es uno de los momentos de esplendor de la historia del arte catalán, una etapa interesante y de las más densas, con una producción de alcance internacional, como demuestra que muchas obras estén hoy en grandes museos como el Louvre, Filadelfia, el Metropolitan de Nueva York, la British Library, la Biblioteca Nacional de Francia o la de Venecia, y no siempre por expolio, sino también por obsequios o por compras”.

Una de estas piezas singulares que se incluyen en el libro es el “Retablo del Centenar de la Ploma, de Valencia, dedicado a Sant Jordi, hoy en el Victoria & Albert Museum de Londres; o el recientemente hallado Libro de Horas de María de Navarra, que se conserva en la Biblioteca Marciana de Venecia, obra de Ferrer Bassa.

En el resto de la península ibérica, indica Alcoy, “no se produce esta pintura italianizante, sino que domina más el gótico lineal o francogótico”.

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