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Ribó sale a la plaza a rendir cuentas de un año de cambio en Valencia

Joan Ribó y el resto de concejales de Compromís hacen balance de su primer año de gobierno en Valencia

Adolf Beltran

La campaña de las elecciones generales del próximo 26 de junio distorsiona un tanto el primer aniversario del cambio en la ciudad de Valencia. El alcalde Joan Ribó, de Compromís, que gobierna la ciudad desde hace un año gracias a la suma de los nueve concejales de su formación, cinco del PSPV-PSOE y tres de València en Comú, recorre los barrios en pequeños actos organizados por la coalición A la Valenciana, que forman Compromís, Podemos y Esquerra Unida, pero una de las convocatorias se ha salido del estricto guión electoral. 

Fue a última hora de la tarde del lunes. El alcalde y los otros ocho concejales de Compromís comparecieron ante un concurrido auditorio en la Plaça del Mercat, en pleno centro de la ciudad, junto al edificio gótico de la Lonja, precisamente en una zona ganada al tráfico por el nuevo equipo municipal, que pretende hacer de la peatonalización de ese entorno una de sus grandes actuaciones. Y respondieron a las preguntas de los asistentes.

“Valencia ha pasado del mapa de la corrupción al de la transparencia”, proclamó Ribó, quien desde que llegó al cargo ha marcado distancias con el estilo de su predecesora, la en otro tiempo todopoderosa Rita Barberá, del PP. “Apostamos por un urbanismo que mejore la vida de la gente, no el bolsillo de los especuladores”, argumentó el alcalde, que reiteró las nuevas prioridades en la política de movilidad: “el caminante, la bicicleta y el transporte público”.

Habló Ribó de temas más específicos, como el destino de la Zona de Actividades Logísticas (ZAL) del Puerto de Valencia, construida y sin uso hace años tras haber destruido una zona de huerta en La Punta, en medio de dramáticas escenas por el desalojo de los vecinos expropiados. La “reparación” a los afectados y la pretensión de un cambio de usos es ahora el objetivo de quien en otro tiempo proclamó la voluntad de revertir la ZAL en huerta. Gobernar obliga a ciertos ejercicios de realismo que no dejan de generar desencanto.

Las preguntas a las que dieron respuestas los concejales de Compromís, sobre educación, tráfico, los cambios en las líneas de la EMT o la candidatura de la Fallas a la declaración como patrimonio universal de la Unesco, evidenciaron cómo las preocupaciones concretas, inevitablemente, se imponen a posiciones políticas más genéricas, algo muy típico de la política municipal. Aun así, se habló del cierre del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la calle de Zapadores, de la intención de que la Iglesia pague el IBI por sus inmuebles y de otros temas. Ribó recordó que su equipo ha implantado las cláusulas sociales, por las que las empresas que contratan con el Ayuntamiento han de cumplir ciertos criterios éticos.

“Hemos conseguido un superávit de 21 millones de euros con rigor e invirtiendo en bienestar social”, proclamó el alcalde, en tono vindicativo durante un acto que sirvió para confirmar, sobre todo, el nuevo talante, un significativo cambio de estilo en la forma en que el gobierno de la ciudad se relaciona con los vecinos y que contrasta con el aparatoso triunfalismo imperante durante las dos décadas y media del PP en el poder. Valencia ha cambiado de mentalidad en el primer año de la era post-Barberá. Pese a lo cual, Ribó explicaba este martes a los periodistas, al hacer balance: “Lo hemos hecho mejor en un año que otros en más de veinte”. Ha añadido que le queda mucho por hacer.

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