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Sobre este blog

Reflexiones contextualizadas sobre la realidad valenciana en el marco propositivo de la Ciudad Construida (www.laciudadconstruida.com): urbanismo, economía y políticas públicas.

Reflexions contextualitzades sobre la realitat valenciana en el marc propositiu de la Ciutat Construïda (www.laciudadconstruida.com): urbanisme, economia i polítiques públiques.

Autores

Ramón Marrades @ramonmarrades

Chema Segovia

Vicent Martínez @vicentmartinez

Víctor Pons @vicpons

David Estal

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Olvidarse de la memoria

Col•legi Major de l'Art de la Seda / Vicent Martínez

Vicent Martínez

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A principios de este mes de abril un tuit del Museu d'Història de Catalunya puso sobre aviso al que escribe estas líneas de una efeméride que hasta ese momento desconocía. Un 7 de abril, en este caso de 1.261, el rey Jaume I juró los 'Furs' de Valencia en la primera reunión de las Cortes del flamante reino recién incorporado a la Corona de Aragón. De esta manera se sancionaba administrativamente la propia existencia de ese nuevo estado con un cuerpo legislativo y soberanía propios y privativos (entendamos estos conceptos en su sentido medieval), que duraría cuatro siglos y medio hasta que dejó de existir con la invasión militar borbónica y posterior promulgación del Decreto de Nueva Planta.

No deja de ser curioso que esta fecha pase absolutamente desapercibida para el valenciano medio o las propias instituciones patrias. Como decía Joan Fuster, los valencianos somos de los pocos pueblos con partida de nacimiento. Nos empeñamos en obviarlo. Este olvido, ya sea voluntario o por dejadez, nos permite hablar de la memoria y la historia como elementos de cohesión y como potenciales valores de marca para una ciudad y un territorio.

Valencia (y el País Valencià en general) no son demasiado dados a reivindicar su identidad histórica y convertirlas en elementos positivos de atracción. A menudo caemos en la falsa disyuntiva historia vs. modernidad sin caer en la cuenta que otros lugares han apostado con éxito por su pasado para contarnos su presente.

Ciudades como Barcelona potencian su relato de ciudad y valorizan el patrimonio no como elemento decorativo, no como islas solitarias de historia dentro del entramado urbano, sino como un continuo explicativo del relato colectivo que la envuelve. El Museu d'Història de la Ciutat, que recorre las entrañas del Gòtic (muy recomendable) y el más moderno Centre Cultural del Born son buenos ejemplos de esta voluntad. La actitud de las instituciones respecto a las efemérides también dista bastante de nuestro cap i casal. Ahora bien, ¿interfiere esto en la imagen de Barcelona como ciudad moderna y tremendamente competitiva en atracción de talento?

No solo no interfiere, sino que además probablemente la refuerce. Si no directamente en el interés del hipotético directivo alemán o creativo danés que se puede mudar a Barcelona, sí indirectamente a través del efecto identitario y de estima por tu ciudad que puede causar en la propia población, que como hemos comentado otras veces es el primer objetivo de cualquier estrategia de citymarketing.

Valencia, hasta el momento, ha decidido no hacerlo. Habrá opiniones para todo, pero el que escribe piensa que es una mala decisión. Con espacios como la Llotja, las Torres de Serrans i de Quart, el Palau de Benicarló, la Seu, el Micalet y tantos otros elementos cercanos que explican fácilmente los siglos de oro de la ciudad (XIV y sobretodo XV), que además se pueden complementar con espacios como la manifiestamente mejorable Casa de les Roques o el increíble y lamentablemente olvidado Col·legi Major de l'Art de la Seda, que nos remite a la primera industrialización de la ciudad, es una lástima que Valencia no se esfuerce en poner en valor su continuo histórico y renuncie a hundir las raíces de su relato colectivo en este patrimonio digno de cualquier Génova, Pisa o Barcelona que nos podamos encontrar. No es un mal intento, por ejemplo, el Museu d'Història de València: una lástima que viva solo y alejado de los elementos que lo completarían.

Este patrimonio evoca valores y atributos positivos para la marca Valencia: dinamismo, mediterraneidad, espíritu comercial, porosidad cultural... No hace falta inventar nada: los elementos están. Se trata de cohesionarlos. Renunciar a ello no aporta nada positivo. En el caso de Valencia, olvidarse de la memoria no le hace ningún bien a la marca de la ciudad.

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