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Valencia estudia crear un macrorecinto para conciertos y festivales junto al mar

La zona de actividades logísticas (ZAL) del Puerto de Valencia.

Voro Maroto

La Generalitat, el Ayuntamiento de Valencia y el sector privado estudian de forma conjunta la creación de un macrorecinto en el sur de Valencia -en una zona de 40.000 metros cuadrados de huerta degradada junto al mar dentro de la ZAL (zona de actividades logísticas) del puerto- preparado para acoger conciertos, mítines, fiestas u otros acontecimientos masivos.

En las negociaciones, aún en estado embrionario, han participado la Agencia Valenciana de Turismo, en representación de la administración autonómica, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, y empresarios vinculados a la organización del Arenal Sound, el festival celebrado hasta ahora en Burriana (Castellón). La sintonía es buena.

La Generalitat añadiría un elemento más a la oferta turística valenciana: un recinto que ubique a Valencia en el circuito de grandes conciertos, que ahora, en España, raramente sale del duopolio Barcelona-Madrid. Se sueña, por ejemplo, con traer de nuevo a Valencia a Bruce Springsteen.

Turismo, que contempla los festivales como una elemento clave para reforzar la oferta valenciana de ocio, se ha implicado directamente en las conversaciones, aunque su titular, Francesc Colomer, minimiza el papel de la agencia en el proyecto aunque lo considera acertado. “Hay un déficit de recintos para conciertos en la Comunidad Valenciana”, dice.

El ayuntamiento, además de dinamizar la economía, conseguiría un objetivo doble.El primero, la revitalización de una zona antaño agrícola ahora totalmente degradada y sin uso. El área se recuperaría con mimo: un tercio se dedicaría a huertos urbanos y se restaurarían las alquerías abandonadas de la zona. El resto del recinto estaría ocupado por la zona de acampada y las instalaciones habituales.

Valencia, además, acabaría con los problemas generados por la falta de un espacio de estas características. El Festival de les Arts (que se celebra en la Ciudad de las Artes y las Ciencias), el Mare Nostrum o fiestas como la de las paellas universitarias -estas dos albergadas por la Marina de Valencia, donde han sido mal recibidas incluso por la dirección del espacio- podrían celebrarse allí.

La iniciativa privada también ve potencial en la idea. Un festival en una urbe de 800.000 habitantes, con zona de acampada, a caballo entre el mar y la Ciudad de las Artes y las Ciencias, y  cerca del centro de la ciudad, podría ser negocio, creen. También permitiría atraer a las estrellas globales del mundo de la musica, de caché elevado y, por tanto, inabordables sin recintos enormes. Un recinto ad hoc bajaría los costes respecto, por ejemplo, los estadios. 

De cuajar, se baraja la posibilidad de que el proyecto sea gestionado por un consorcio formado por las dos administraciones con participación empresarial, la llamada colaboración público-privada, o conceder toda o parte de la gestión a compañías con recorrido en ese campo.  A falta de concretar, la Generalitat aportaría capital, el consistorio los terrenos y la empresa, al menos, la capacidad de gestión.

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