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Una Rita y un descosido

Adolf Beltran

Ocurría en Madrid. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se deshacía este martes en elogios hacia una exalcadesa de Valencia, Rita Barberá, lamentablemente fallecida hace dos meses. A esa misma hora, en Valencia, agentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil registraban documentos de la fundación dedicada a la promoción turística municipal en el marco de una investigación sobre la posible financiación ilegal de la campaña más triunfal de Barberá, la de 2007. Un juzgado busca aclarar, en el marco del caso Taula, si la empresa que llevó entonces la campaña de Barberá se quedó con dinero de fundaciones, además de canalizar hacia el PP local hasta tres millones de euros “donados” por diversas concesionarias municipales.

Decía Rajoy en Madrid que fue “una excelente persona, buena decente y trabajadora”. Y estaba en su derecho de rendir homenaje a su correligionaria, que cuando falleció estaba apartada del PP, aunque protegida por su aforamiento como senadora, debido a la investigación judicial que pesaba sobre ella y que sigue pesando sobre su partido en Valencia. Sin embargo, el presidente y líder del partido de Bárcenas y Gürtel no hablaba en un acto organizado por amigos o familiares, ni por militantes. Se trataba de la entrega a título póstumo de la Llave de Oro del Municipalismo concedida por la Federación Española de Municipios y Provincias.

Fue el presidente de esa federación, el socialista Abel Caballero, sempiterno alcalde de Vigo, el que propuso la distinción, lo que le valió elogios de Rajoy por su “humanidad”. Algo que induce inevitablemente a preguntarse qué tiene que ver la humanidad con entregar una distinción honorífica en nombre de todo el municipalismo español a un exalcaldesa que presidió la organización unos años, sí, pero que ha fallecido mientras las sombras de la corrupción se cernían sobre ella, precisamente cuando siguen activas varias causas judiciales sobre su gestión.

Era una de los nuestros, parece que quiera indicar ese reconocimiento público tan poco prudente, propiciado por alguien como Abel Caballero, que vale igual para un roto que para un descosido. El alcalde vigués promueve ese homenaje a Barberá y prepara al mismo tiempo un acto de alcaldes socialistas en Madrid para apoyar a Susana Díaz, candidata de momento oficiosa a liderar el PSOE. Después se indignan cuando les acusan de seguir instalados en la lógica de la “casta”.

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