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Echávarri no puede estar en la solución

José Antonio Fernández Cabello

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Tras más de veinte años de gobiernos  del PP, que han llevado a la ciudad a la ruina económica y al deterioro de la imagen de la ciudad, asociada a la corrupción y a la arbitrariedad, la ciudadanía dio su confianza y puso su esperanza en un gobierno del cambio cuyo valor era la pluralidad, el pacto político y la regeneración de la vida municipal al servicio del bien común y de la gente “sin supeditaciones a poderes privados ni a intereses particulares”, con especial cuidado en “prevenir y eliminar toda causa de corrupción y conductas indignas…”.

Hemos pasado el ecuador de la legislatura y cada día se cierne más el peligro de que esa esperanza se convierta en frustración.

Desde la autocrítica y la responsabilidad que cada uno de los socios deben asumir en este desencuentro, no me cabe duda que el principal obstáculo desde el minuto uno ha sido quien, como alcalde, tenía la principal responsabilidad y la competencia de coordinar la acción de gobierno desde el diálogo, el consenso y el acuerdo diario entre los tres grupos que conforman el gobierno.

No se trata sólo de su falta de liderazgo, sino de la arbitrariedad en buena parte de sus decisiones y la constante intromisión y obstaculización de la actuación de las diferentes concejalías de sus socios de gobierno, especialmente las de Guanyar Alacant: Ha recortado desde el área de Recursos Humanos el número de funcionarios necesarios para el adecuado funcionamiento de las concejalías, ha incumplido el pacto en asuntos como la ordenación de la apertura de grandes superficies, ha boicoteado la remunicipalización del albergue de animales, se ha entrometido en asuntos como la ordenación de veladores, la negociación con IKEA, el cambio de nombres del callejero alicantino en base a la Ley de Memoria Histórica o  la contrata de la limpieza de espaldas al concejal competente, facilitó el boicot de la oposición al proyecto de reforma del reglamento de participación ciudadana, ha puesto el veto a la remunicipalización de servicios y han sido constantes las descalificaciones a Guanyar Alacant -las últimas con motivo de la inauguración de la reciente edición de la Volvo o los actos de la Guardia Civil el 12 de Octubre-, las amenazas intolerables de puentear o quitarle las competencias o el desprecio que ha supuesto las órdenes dadas a la concejala de Hacienda de tramitar los presupuestos sin consensuarlos con sus socios.

Un alcalde en definitiva que, tanto por sus posiciones, como por sus actitudes autoritarias, se ha mostrado como un claro exponente de la peor derecha.

Su reciente imputación por el fraccionamiento de contratos en la concejalía de Comercio y la segunda que acaba de anunciarse por el despido arbitrario de la cuñada de un concejal de la oposición como represalia política, es la gota que desborda todos los límites de lo que debe ser un gobernante responsable y competente. Son hechos que, de nuevo, vuelven a poner la alcaldía de Alicante en el foco de atención de la opinión pública en el peor de los escenarios, el de la corrupción y las conductas indignas. La inadmisible presencia de un alcalde imputado, presidiendo los actos de la Volvo, recuerda tristemente la de Sonia Castedo en la anterior edición de la regata. 

Lejos de reconocer sus errores y de aplicar para sí lo que exigió para otras personas, Echávarri está demostrando una desafiante e intolerable chulería política ante sus propios socios, ante la opinión pública y ante la propia Justicia, amenazando con hacer de Alicante una ciudad ingobernable.

El Pacto de gobierno no lo hicieron Guanyar Alacant y Compromís con Echávarri, lo hicieron con el PSOE. Hay que distinguir entre Echávarri, verso suelto, desbocado y visceral, y el PSOE partido respetable y necesario. La afirmación de que, si él deja de ser alcalde, lo sería Luis Barcala es un falso dilema. Es más, en estos momentos la continuidad de Echávarri en la alcaldía sería la mejor baza del PP para su retorno, nunca deseado, al poder municipal.

La solución que permita reconducir la situación y recomponer el Pacto pasa por un amplio acuerdo en el Ayuntamiento, pero sin Echávarri.

Es responsabilidad del PSOE proponer otra persona del grupo socialista que pueda suscitar los consensos que él ha sido incapaz de generar y evitar que el PP, partido más corrupto de España, vuelva a la alcaldía de Alicante. 

Si el Partido Socialista está dispuesto a dialogar para reconducir la situación, el foro adecuado es la Mesa de Seguimiento del Pacto de Gobierno del que forman parte PSOE, Guanyar Alacant y Compromís.

Guanyar Alacant debe emplazar a Compromís y a PSOE a reunir la citada Mesa de Seguimiento como foro de diálogo. En caso de silencio, de rechazo de la misma o sustitución por cualquier otro foro de negociación, soy de la opinión de que la Mesa de Coordinación de Guanyar Alacant debería llevar a la Asamblea una propuesta de ruptura del Pacto de Gobierno. 

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