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Haciendo zumo

Fernando Castelló Sirvent

Aviso: En este artículo, donde lean 'naranja' pongan ustedes 'ciudadano medio', 'ama de casa', 'empresario' o 'trabajador autónomo'.

Día a día, mes a mes. Cada vez que se desea zumo deben tomarse unas naranjas del cesto y abrirlas en canal. Presión tributaria. Y eso a la economía de las naranjas les sienta de maravilla.

Primero fue el anuncio sobre el IRPF. Luego vinieron otros. Siguen llegando, semana a semana.

Y justo entonces sucedió en nuestro país con Arthur Laffer lo mismo que había ocurrido años atrás con la Fórmula 1, justo a partir de aquel instante en que Fernando Alonso comenzó a ganar carreras. Todo el mundo había oído hablar de Laffer y muchos habían contemplado su famosa servilleta en una vitrina de la Bookings Institution de Washington.

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Subió el IRPF y en los bares no se hablaba de otra cosa. La curva de Laffer. La recaudación del Estado cae a partir de un cierto nivel de presión tributaria, o lo que es lo mismo -y fue la génesis de la idea de Laffer-, la recaudación estatal aumenta al bajar los impuestos.

Era el tema de conversación más frecuente. Que si el bueno de Laffer le dibujó la curva a Dick Cheney en la servilleta de un restaurante, que si era un modelo teórico que no se cumplía en la realidad. Que si era una treta de los neocons en tiempos de Ronald Reagan.

Cada vez hacía falta más zumo. No era posible parar. Voracidad extrema.

¿Sabían ustedes que con las mandarinas se puede obtener zumo? Pues sí, llegó el momento. Subió el IVA.

Entonces la demanda interna ofreció más jugo, todo por nuestro zumo.

Mientras tanto, se oían rumores de que los autónomos en módulos desaparecerían, pero finalmente sólo seccionaron una parte de muchas de esas naranjas.

Y luego les tocó a las naranjas más gordas. Subió el Impuesto de Sociedades. Estas naranjas daban mucho más zumo, pero en su mayoría ya estaban demasiado maduras.

Ante el riesgo de acabar pudriéndose, algunas emigraron. Sí, las naranjas emigran. O son obligadas a emigrar, y entonces el zumo siguen sacándoselo, quizá menos -o no-, pero desde otro país. Estas son las cosas que se aprenden cuando nos adentramos en el fabuloso universo de los zumos.

Y la Curva de Laffer era el tema de moda. No podías hablar de otra cosa con el gasolinero mientras te llenaba el depósito. Que si el impuesto sobre los hidrocarburos, que si la recaudación tributaria del Estado acabaría bajando en el caso de seguir subiendo los impuestos. Y así.

Un tema con variaciones. Cómo exprimir una naranja y sacarle bien el jugo.

La cosa no quedó ahí. Un buen día, cuando todo el mundo andaba ultimando sus compras navideñas en unos rebosantes Grandes Almacenes (what crisis?), entonces, en el albor de la lotería de Navidad, una batería de medidas inundaron el BOE.

¿Se han fijado en que, de un tiempo a esta parte, el BOE es de todo menos aburrido?

Pues sí, ocurrió lo que tenía que ocurrir. La vieja técnica de reducir gastos y aumentar ingresos no surtía los efectos deseados. El empleo había dicho que llegaba, pero parece que había un atasco, o puede que nos había dado plantón. Es que ya se sabe que el empleo hace lo que quiere. Y además nuestro déficit decía que no, una y otra vez.

Desde Bruselas mirándonos con el semblante serio, y nosotros silbando distraídos, mirando al suelo y dando tímidas pataditas a una lata de refresco vacía. El déficit no estaba bajo control.

Fue entonces cuando en el BOE vimos la luz. Mejor dicho, el fogonazo. Un destello que lo cambió todo. Las dietas de los trabajadores que aún quedaban (y todos los pagos en especie) empezarían a estar gravados por IRPF y cotizados en la Seguridad Social. Vamos, unas cuantas naranjas más, para zumo.

Pero aún quedaban naranjas en el cesto. Lo pensaron bien y el 1 de enero de 2014 no subieron los impuestos.

Sólo las cotizaciones a la seguridad social de autónomos. La mayoría de las naranjas no lo supieron hasta el día en que la TGSS les cargó el recibo de autónomos en la cuenta corriente. El último día de enero. Eran naranjas medianas, pero también muchas pequeñas, de las que aún podía sacarse sabroso jugo.

Todo eso y mucho más se respiraba a la hora del café. Decían que el IVA cultural bajaría, sí. Pero el caso es que la maquinaria de hacer zumo ya era para entonces muy eficaz.

Hoy no se habla de otra cosa, es como un Barça-Madrid, trepidante. En España se sigue haciendo zumo

Ya saben, señores, bébanse rápido el zumo antes de que pierda las vitaminas.

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