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Salvar a Bonig

Josep Moreno

Una vez más, el PP demuestra su supremacía en el campo de lo estratégico por encima del resto de partidos políticos valencianos. En medio de las primarias del PSPV suelta una bomba mediática en la línea de flotación del gobierno bipartito: “Estamos pensando en cambiar a Bonig”. Ahí es nada.

Con semejante amenaza se deshilachan los mejores sueños y planes de una buena parte del establishment botánico que ya daban por sentado un nuevo gobierno de esos de los de  “tranquilos que habrá para todos”. Sin la impagable ayuda que, por lo menos hasta el día de hoy, les ha prestado la lideresa popular, el fantasma de una recuperación del voto conservador pasa del terreno de la quimera al de lo más que probable. El PP ha demostrado la extraordinaria resistencia de su electorado a la certeza de que aquellos a los que votan pertenecen a una organización criminal según los autos, escritos e informes redactados por la policía, la fiscalía, unos cuantos jueces y magistrados que así lo han reflejado en alguna que otra sentencia firme. Por otra parte, la recuperación económica es un hecho innegable. Aquellos a los que Zapatero arruinó cuando cobraban 4.000 euros al mes en la construcción con contrato indefinido han recuperado hoy sus trabajos a 800 euros al mes en la modalidad de obra y servicio, gracias a Rajoy y Montoro, lo que sin duda afianza las opciones del PP valenciano. La verdad, no creo que  estos ciudadanos estén por la labor de que vuelva otro socialdemócrata a arruinarles semejante fiesta.

Si se tratara de otro partido, una operación orgánica diseñada en Madrid para destituir a un líder territorial concitaría sin duda el rechazo mayoritario de la federación afectada. Miren si no el PSPV y sus primarias donde  aquellos que habitualmente se insultan, zancadillean y se amenazan a diario han llegado a unir sus fuerzas con el objetivo de hacer frente común contra la injerencia centralista. Pero el PP es otra cosa. El PP es una empresa seria y eficiente. Aquí todos se saben miembros de una corporación cuya junta general de accionistas tiene sus sede en la calle de Génova y punto.

El PP ya ha manejado en el pasado las instituciones valencianas como si de la delegación comercial regional de levante se tratara. Nombró un director provisional (Olivas) cuando decidió ascender a su directivo (Zaplana) al consejo de administración de la empresa. Después sustituyó al presidente regente por Camps, quien a su vez fue sustituido, vía fax, por Alberto Fabra. Con estos antecedentes cuando se trata de la institución más importante de esta tierra es más que verosímil que no les tiemble el fax en lo que al partido respecta.

Y la verdad, es una lástima que nos hagan esto  los populares valencianos. Después de sus primeras primarias en las que contaron con una alta participación (por lo visto la altura media de los votantes superaba con creces el 1’70) no les va a quedar bonito liquidar así, sin avisar ni nada, el sueño de Puig y Oltra de continuar regando con su amor las frondosas ramas del árbol del botánico. Urge impulsar un movimiento ciudadano, redoblar esfuerzos y reordenar agendas.  Todos debemos arrimar el hombro para salvar a Isabel. Porqué salvar a Bonig es salvar el Botànic y esa es una tarea demasiado importante para dejarla solo en manos de Enric Morera cada vez que se convoca un pleno.

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