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100% ¿PSOE?

Javier Fernández Niño

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Ya está aquí. Ya estamos incursos en lo que podríamos denominar como “apoteosis del Susanismo”. Todo debidamente preparado y calculado para mayor gloria de la Presidenta de Andalucía.

Sin embargo, la espectacular puesta en escena de la candidatura a la Secretaría General del PSOE de Susana Díaz, ni debe ni puede hacernos obviar lo que los socialistas nos jugamos en la próxima convocatoria de Primarias.

Habrá que esperar a los próximos actos que la ya Pre-candidata celebre, en los que no habrá convocada “convenientemente” dos días antes de la exaltación a la candidatura una Conferencia Política a la que acuda toda la “jefatura” del Partido, para ver si el baño de masas (a prudente distancia siempre las masas) se queda en ducha o simple lavado de cara.

No fue ninguna sorpresa la afluencia a ese acto. El anuncio de que iba a anunciar su candidatura, no era otra cosa que una consigna para la movilización de todos los resortes del aparato, y para que se cumpliera el mandato, más o menos velado de que “quiero a todo el mundo en IFEMA”, incluyendo invitados. ¡Ay, los invitados!. Yo no necesito ser invitado a ningún acto de mi partido para acudir a él. Sencillamente, porque el Partido es, o debiera ser, mi casa.

Las cifras son frías por naturaleza, por más que el número elegido sea 100. El 100 presidió el acto, escoltando con toda su frialdad la entrada de la candidata al escenario. Aplausos, vítores y banderas al viento, desde luego. Pero una total ausencia de la encantadora anarquía que se vive cuando la muchedumbre se arremolina alrededor de alguien a quien se aprecia, se respeta y se admira, deseando transmitirle todo el entusiasmo y la convicción razonada que uno lleva en su interior. A veces, incluso, poniendo en peligro la estabilidad del protagonista, aunque éste sea de complexión fuerte y elevada estatura.

Cierto que la candidata intentó templar ese ambiente con su sonrisa (dientes, dientes, que diría aquélla), y con expresiones epidérmicas más propias de una histriónica actuación de la aludida, que las que requería la ocasión: establecer las bases de un proyecto razonado, convincente y estimulante.

El recurso a la arenga de las ganas y del ganar, no es suficiente. ¿Acaso los otros candidatos no tienen ganas, y no quieren ganar? En el caso de Pedro Sánchez, si no tiene esas ganas y ese deseo de ganar, sobre todo de ganar el Gobierno de España para desalojar de él al PP y a sus políticas consentidas por vía abstencionista por nuestro Grupo Parlamentario, lo disimula mucho.

Tampoco en sus invitados de gala cundió el entusiasmo de lo espontáneo. Desde las primeras filas hasta quién sabe cuál, se extendía el profesionalismo de la política. Esas indeterminadas filas que respondían educada y unánimemente con un aplauso en los momentos elegidos para ello, y en alguna ocasión sorprendidas por alguna indiscreta cámara, que plasmaba una sospechosa cabezada. Cosas de la edad, es de suponer, que ya no perdona. Para los integrantes de esas filas, ese acto es una actividad más al que han de acudir: el sueldo lo lleva y lo merece, aunque para ello haya que embarcarse en un viaje por la incómoda carretera que une Morella con Madrid, olvidándose que hay otro viaje de vuelta en cuyo destino el viajero habrá de encontrarse con sus propias Primarias y su propio Congreso.

Me permito elucubrar sobre las conversaciones que se establecerían en esas filas: que si unas subvenciones por aquí, que tengo determinados proyectos para el pueblo (o ciudad) que dependen de esas subvenciones, que necesitamos estabilidad presupuestaria para conseguir estabilidad orgánica… todo ello muy transcendente y muy sesudo. En contraposición, allá en Burjassot, un militante me enseñaba orgulloso el carnet de su padre, y me comentaba que había luchado en “La Motorizada” en defensa de la libertad y del socialismo. Y añadía que no iba a consentir, a sus noventa años, que el Partido por el que su padre había tenido que empuñar las armas, quedara reducido en un próximo futuro a unas siglas carentes de sentido. Así que él empuñaba las armas de hoy, las que Pedro Sánchez le entregaba (libertad, participación y convicción) para defender los principios en los que creía y dar cumplida respuesta a los nuevos retos que el futuro les depare a sus hijos y a sus nietos, porque él ya no tendrá tiempo de afrontarlos.

Este compañero lo había entendido. A los nuevos retos hay que responder con nuevas propuestas, y no con los recursos antiguos de sustituir a un líder por otro que arrastre a las masas por la intervención paranormal de los dioses del socialismo. Eso ya no vale. Y lleva un tiempo sin valer, aunque no lo queramos reconocer. El declive electoral del PSOE no es culpa de Pedro Sánchez, ni de Rubalcaba, ni de Zapatero. El responsable es el dudoso matrimonio que se estableció en la última legislatura socialista entre la élite gobernante y el neo-liberalismo, siendo su fruto más relevante el socio-liberalismo. Matrimonio al que se llegó tras años de noviazgo al que la familia socialista dábamos el beneplácito con la ilusión de que saliera bien. No ha sido así.

Hay, de entre esas filas, quien alza la voz, y personalizando las derrotas, ataca a quien “insulta a la derecha pero no es capaz de ganar votaciones”, haciendo abstracción de las nuevas circunstancias electorales a las que Pedro Sánchez se enfrentó. Si me atengo exclusivamente a esos dos parámetros (confrontación a la derecha y ganar elecciones), compañero García-Page, tú no estarías ahora donde estás, sencillamente porque habrías echado del Partido a nuestro fundador, que ni ganó elecciones ni transigió con la derecha, y, lógicamente, el PSOE no sería hoy lo que es.

También en esas filas podía divisarse a señalados y conspicuos miembros de la Gestora, enarbolando su neutralidad entre la compañera Susana y la compañera Díaz. Obscena neutralidad, muy lejos de la estética o de la ética (o de ambas) que ese órgano, cuya existencia y funciones se empeñan ellos mismos en poner cuestión, ha de exhibir. En este punto, sería conveniente y necesario que el compañero Mario Jiménez dijera en sus comparecencias públicas si lo hace en nombre propio o como Portavoz de la Gestora, pues la sombra de su distorsión de la realidad, cuando no sus mentiras, puede abarcar a todo el organismo, haciéndoles cómplices de sus falsas declaraciones. Pongo por ejemplo una de sus últimas perlas en RNE, cuando espetó que el proceder de un candidato es una constante negativa a lo que la Gestora propone. ¿Quién, compañero Jiménez, demandó al entorno de Pedro Sánchez cuando abrió una oficina de afiliación, por usurpación de símbolos: el puño y la rosa que figuraba en su fachada?¿Quién, compañero Jiménez, prohibió el método de captación de recursos que puso en marcha Pedro Sánchez? Fue la Gestora la que se enfrentó a cualquier iniciativa que ese candidato pudiera emprender, y no una contumaz desobediencia a las resoluciones de esa Gestora que padecemos.

Me da la sensación que las decisiones se toman, no desde el favoritismo, sino desde el resentimiento, recurriendo a la saña para mejor hacerlas entender y cumplir. Estoy convencido de que si Pedro Sánchez anunciara que se retira de la Primarias y de que apoya a la única candidata, vosotros, Gestora, se lo prohibiríais también. Compruebo con satisfacción que el NO es NO ha calado profundamente en vuestro ánimo, aunque esa satisfacción se convierte en tristeza cuando ese mensaje lo utilizáis contra uno de los vuestros en vez de ser principio fundamental de vuestro quehacer político con nuestros adversarios históricos: del pasado, del presente y del futuro.

Así, los que tenemos una legítima opción para estas Primarias, muy alejada de la que os empeñáis en difundir y apoyar, nos sentimos como apestados de la Edad Media, cuando no víctimas de una rediviva y modernizada Inquisición que impone su catecismo socialista con las razones de la soberbia del mando. Es, por tanto, una quimera recurrir por vuestra parte a la imprescindible unidad que el Partido ha de tener, porque vuestros hechos contradicen tozudamente vuestra credibilidad. Sois vosotros los principales responsables de la creciente, y quién sabe si irrecuperable, doble escisión en el PSOE. Por un lado, la que existe entre buena parte de la militancia y el aparato; y por otra, la que se produce entre los propios militantes. Y por más que lo intente, no veo a Susana Díaz solucionando este conflicto como Hada Madrina, sino más bien como Reina de Corazones.

Sé que tras toda la parafernalia, los eslóganes, las alfombras rojas y la mercadotecnia, ha de haber algo más. Por ello, he intentado ahondar en la profundidad de las candidaturas, para conocer los principios de los que se nutren y con los que pretenden alimentar y hasta saciar nuestro apetito de convertirnos en un Partido mejor, más fuerte, más preparado, más moderno. Así que, como buen socialista, y desconfiando de ese maná, me preparé mi buen bocadillo de espíritu crítico para ahondar en las propuestas que cada cual nos ofrece. He leído, corregido y ampliado el documento “Por una nueva Social-Democracia” que Pedro Sánchez ha colgado en su web para que todos podamos participar en la construcción de ese PSOE. También he asistido a la charla, más profunda y académica, en la que Manu Escudero desgranó el ideario de la candidatura de Pedro Sánchez, y, desde el análisis intelectual, he llegado a unas conclusiones, que decantan mi ánimo y mi voto hacia el que fue nuestro Secretario General.

He buscado algo similar en la candidatura de Susana Díaz… y no lo he encontrado. Es posible, sin embargo, que su ideario sea el que un día propondrá a la militancia uno de sus teloneros en IFEMA, el compañero Eduardo Madina, como máximo responsable de la parte política de la Ponencia Marco del próximo Congreso. Otra vez lo de la ética y la estética. Si ese va a ser el sustento ideológico que justifique la acción de una posible Ejecutiva presidida por la compañera Susana Díaz, es más que razonable animar a todos los compañeros y compañeras a inundar de enmiendas un texto que, por los indicios que tenemos, va a contribuir decisivamente a forjar un Partido con más aparato y menos militancia, con más mando y menos convencimiento, con más poder y menos socialismo.

Un pequeño futuro, de menos de dos meses, nos puede deparar un gran futuro, para los socialistas y para la mayoría social. No lo desaprovechemos y construyamos con nuestro voto y sin porcentajes un nuevo, identificable, autónomo y creíble PSOE.

Javier Fernández Niño es militante del PSPV-PSOE en la Agrupación València-Nord.

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