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Periodismo cipotudo: el panorama valenciano

Raquel Miralles

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Me permito el lujo de coger prestado de Iñigo F. Lomana el término “cipotudo” –entiéndase como ese exceso de testosterona- para hablar del periodismo actual. Concretamente, del valenciano. ¿Tiene razón Maruja Torres cuando asegura que no hay nada más parecido al patriarcado que una reunión de primera en un periódico?

Primero, expondré algunos datos de un análisis propio. Solo el 17,3 por ciento de los directores o delegados de los medios de comunicación valencianos son mujeres. Cuatro de 22. Y eso pese a que el 54 por ciento de los periodistas son mujeres, según datos de la Unió de Periodistes Valencians (UPV). Además, en los debates televisivos y radiofónicos durante la pasada semana, solo el 27 por ciento de los participantes eran tertulianas.

Queda claro, pues, que las mujeres están infrarrepresentadas en la propia organización de los medios. Ahora bien, ¿cómo es el discurso? En los dos periódicos valencianos principales solo hay tres informaciones protagonizadas por mujeres en la portada durante ese periodo: “Un traje como el de pepita Samper” el lunes, “Tirotea a su exmujer cuando recogía su hijo del colegio en Elda” el jueves y “La víctima de Elda denunció a su asesino en tres ocasiones” el viernes. Todo lo demás, Gabriel Echávarri se aferra al cargo, Carles Puigdemont hace y deshace y Donald Trump, con el presidente de China. Hasta la jueza que ha enviado a prisión a Junqueras es la juez para los medios.

Y para explicar las informaciones, expertos hombres. Según el estudio del Global Media Monitoring Project de 2015, las mujeres representan solo el 28 por ciento del total de sujetos de las noticias y las fuentes expertas son solo el 9 por ciento. Ya saben, los hombres son los que hacen, mientras que las mujeres nos dedicamos simplemente a ser. Somos representadas como víctimas o como meros estereotipos. Ni siquiera el tratamiento de la información sobre violencia de género es el adecuado. No es aceptable que a estas alturas (con 44 víctimas oficiales sobre nuestras consciencias) leamos que un agresor “no podía soportar que la joven ya no quisiera estar con él” o que los vecinos aseguren que “el asesino estaba muy enamorado de ella”.

Con todo, pese a los avances como la Agenda de Expertas de la UPV o la firma de un pacto autonómico contra la violencia de género que incluye la creación de una guía de comunicación no sexista o la elaboración de un libro de estilo con perspectiva feminista, los medios van más despacio que la sociedad. El buen periodismo, en definitiva, necesita superar esa visión androcéntrica que sitúa al hombre como modelo de todo e incluir al otro 50 por ciento de la humanidad. Mientras tanto, la objetividad de los medios será la que define Adrianne Rich como “el nombre que se le da en la sociedad patriarcal a la subjetividad masculina”.

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