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Si votar es un derecho, entonces, ¿por qué nos lo ponen tan difícil?

Javier Caro

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Estaba llegado el momento de las elecciones, estaba a una semana y media de poder depositar mi decisión en las urnas. Pero no me llegaba ninguna notificación para saber a qué colegio electoral tenía que acudir, en realidad era la primera vez que esto me sucedía. Y me extrañé. Llamé al Ayuntamiento, muy simpática la telefonista me comenta que el 1 de agosto terminó el plazo de censo. Incrédulo le pregunté qué tenía que hacer, su respuesta me indigno, me puso la sangre hirviendo, me sentí triste. El plazo del voto por correo había pasado. No me lo podía creer, si me había empadronado hacía meses, es verdad que después del 1 de agosto, pero cuando fui al padrón nadie me dijo nada, nadie me advirtió, pese a que ya se sabía que las elecciones iban a ser en diciembre.

No, el funcionario que me selló el padrón no me dio información, ¿acaso vería que no tenía pinta de querer votar?, ¿acaso tengo pinta de votar a alguien a quien ése joven no quería que se le votase?. O peor todavía, ¿ningún superior u normativa le había dicho que tenían que informar del voto por correo, del cierre del censo para los que nos íbamos a empadronar en esas fechas?. Al final voté, tuve que marcharme a mi ciudad de residencia anterior, ¿cómo iba a perderme unas votaciones tan trascendentales?. Por desgracia en ésta elecciones habrán muchos españoles que no podrán votar, españoles que no será tenidos en cuenta, que su decisión no valdrá nada. Sólo unos 115.055 de los españoles que viven ahora en el extranjero han pedido votar, un 6% de los 1.875.272 residentes con derecho a voto fuera de nuestras fronteras. ¿Vamos a obviar a tanta gente?. A más gente de la que vive, por ejemplo, en Extremadura.

Sin duda ese ingente número de votantes, tal vez descontentos con la pasividad del PP con generar trabajo de calidad y con futuro en España, sobre todo en investigación, puede que desequilibraran la balanza. En 2011 el gobierno nos coló otro gol, de esos de final del mundial, reformando la Ley Electoral pactando, algo que hoy suena extraño, el PP y el PSOE. Esta reforma obliga a los residentes en el extranjero a pedir el voto, aunque éste año los residentes permanentes pueden pedirlo por Internet, cosa que facilitar los trámites. Pero si eres temporal, Erasmus por ejemplo, tienes que rogar el voto en el propio consulado, y lo tienes que hacer un día laborable, en horario de trabajo y si vives en la otra punta del país, algo que puede suceder con frecuencia, tienes que desplazarte hasta allí. Como se puede comprobar, el gobierno quería con esta ley que la democracia fuera para todos. En las europeas de éste año rogaron el voto 62.002 votantes, pero por circunstancias diversas, sólo 34.310 pudieron hacerlo. Tal vez querían el cambio o no, pero su poder para llevarlo a cabo no tenía energía, pues sin votar, no se puede cambiar nada. La gente que se marcha lo hace con bastante inseguridad, un día pueden vender hamburguesas en algún local de Berlín y cuando no tienen trabajo, se marchan a Londres a probar suerte. La temporalidad es parte de la vida del ciudadano que vive fuera, no en todos los casos, pero sí en algunos, y eso provoca que con ésta ley tan injusta se pierdan decenas de votos, de ideas, que sueños de país. El que emigra suele ser joven, tal vez desencantado con el panorama laboral de España, con la incertidumbre de futuro, con la escasez de oportunidades. Quizás parte de ellos ya no se vean reflejados en los partidos tradicionales, y eso lo supieron ver tanto el PP como el PSOE.

Los jóvenes desencantados y con estudios que se van fuera no nos van a votar, ¡pues compliquemoselo!, que puedan votar, pero sea tan difícil que desistan, que ahí no perdemos votos, debieron pensar los gerifaltes de los dos partidos que se han repartido el pastel. Quizás sea la clave de esto que el mayor caladero de votos del PP sean los varones mayores de 65, y en general la gente con más edad. Esos mismos que ya no emigran, que ya no tienen la fuerza o la necesidad para buscarse la vida en el exterior, por ahí no se pierden votos.

El voto es importante para las personas, pero sin duda más la sanidad, poder tener acceso a ella de forma gratuita, pues el gobierno, quizás viendo venir las elecciones o quién sabe por qué, decidió que a partir del 1 de enero de éste año, si una persona era residente en un país, perdía a los tres meses la tarjeta sanitaria europea que les daba cobertura médica. Y claro, perder ese derecho era un peligro, ¿y si tenían un minijob o si perdían el trabajo, quién les iba a dar cobertura médica?. Con estos mimbres hacerse residente era algo que no entraba en los planes de nadie. Quizás el PSOE no valorara en su momento la que se les venía encima, la gente que está fuera puede ser progresista y algunas personas piensan que los socialistas reflejan mejor que nadie esos valores de modernidad con límites. Quizás a ellos sí que se les escapaban algunos votos por esa fuga, pero no había marcha atrás en la ley, no al menos con el férreo puño de los populares.

La Marea Granate ha conseguido conectar a personas que no iban a votar, porque claro ¿a quién vas a creer con todas las mentiras que hemos visto?, y a personas que deseaban ejercer su derecho, tal vez por un sueño de cambiar algo el país o por la morriña de sentirse parte de su tierra, aunque fuera unos minutos. Una idea que permitirá que algunas personas más voten, porque oigan, es muy complicado eso de votar por mail, o por lo menos el gobierno lo ve así.

Yo tuve que hacer un viaje para votar, pero es que era eso o pensar que no estaba haciendo nada para cambiar mi país.

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