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De la adscripción de las personas que son noticia

José Cervera

El pasado día 8 una noticia sobre novedades en la investigación de la trama de blanqueo de dinero de Gao Ping provocó un aluvión de protestas en los comentarios y una queja formal al Defensor de la Comunidad. El problema era el titular original de la información: “El cerebro hebreo (y blanqueador de diamantes) de la red española de Gao Ping”, que algunos lectores y socios consideraron claramente antisemita. Ante las quejas eldiario.es procedió a modificar el titular y el texto, añadiendo la siguiente corrección a la página:

En una edición anterior, la noticia llevaba el titular: “El cerebro hebreo (y blanqueador de diamantes) de la red española de Gao Ping”. La identidad judía de la persona implicada en estos actos delictivos no es tan relevante en esta noticia y por tanto no debería haber aparecido en el titular. Puede aparecer en el texto en un contexto determinado, pero no en el titular y figurar varias veces en el artículo. Pedimos disculpas.

Pese a ello el lector Juan López López de Madrid escribía lo siguiente al Defensor:

“Mi queja es por el siguiente titular, claramente antisemita: ”El cerebro hebreo (y blanqueador de diamantes) de la red española de Gao Ping“. Aunque se haya corregido, es una muestra del alarmante antisemitismo de un periódico que dice tener por bandera la lucha contra el racismo y la xenofobia.”

El autor de la información, Antonio Maestre, explica por qué utilizó originalmente el término de la siguiente manera:

“Inclusión término hebreo en el titular.

En una escena de la película “La lista de Schindler” aparece una familia judía reunida en una mesa, madre, padre e hijos se sientan frente a una hogaza de pan en silencio. El padre empieza a desmigar el pan e introduce un diamante en cada pedazo para a continuación entregarlo a cada miembro de la familia para que lo traguen y así poder transportar el único patrimonio que podrán sacar de Alemania, si consiguen salir del país. Los miembros de la comunidad judía se especializaron en el comercio de diamantes casi obligados por la matanza de su pueblo por el régimen nazi. Los que pudieron huir se instalaron en diferentes puntos del planeta convirtiéndose en los principales comerciantes de diamantes y brillantes.

Tras la Segunda Guerra Mundial las autoridades belgas buscaron atraer con privilegios fiscales a esos comerciantes de diamantes hebreos que tras la diáspora provocada por el genocidio del pueblo judío habían conseguido huir. Esas medidas de las autoridades belgas ocasionaron que los comerciantes hebreos se instalaran en Pelikaanstrat, en Amberes. En la ciudad belga existe una de las mayores comunidades de judías en Europa en parte, por el progreso que ocasionó ese comercio de diamantes. En 1986 un escándalo de blanqueo de capitales en su mayoría de comerciantes de diamantes y joyas llevó a la detención de François Leiser e Hilaire Beileen, dos traders de diamantes belgas de origen hebreo. El nombre de François Leiser ya fue relacionado en 1976 en España con una trama de evasión de capitales usando los diamantes como método de blanqueo.

Son estos hechos los que han ocasionado que pareciese relevante incluir el término hebreo en el titular, ya que el comercio de diamantes en Amberes tiene un origen determinado por las circunstancias históricas que el pueblo judío sufrió durante la Segunda Guerra Mundial. No se puede entender el comercio de diamante en Amberes sin aludir a las circunstancias históricas, al holocausto y a las particularidades que este comercio tenía dentro de la comunidad judía. De forma correcta o incorrecta, acertada o erradamente, estos son los motivos por los que he considerado relevante incluir en el titular el término hebreo. Sin embargo, considero perfectamente comprensibles los argumentos que consideran que no debe incluirse el origen de François Leiser en el titular por creer que no es una información que determine la actuación del comerciante o por cualquier otro razonamiento. Acepto las enmiendas de los que piensan que es un titular incorrecto.“

Por su parte Belén Carreño, que participó en la edición y publicación de la noticia, explica:

“Yo fui una de las personas que di el visto bueno al titular y tengo que decir que en ningún momento me llamó la atención el término hebreo con una connotación religiosa despectiva. Simplemente, me parecía un calificativo aclaratorio del origen del personaje que, tal y como explica Antonio en la nota, tenía lógica con la historia que se contaba. La verdad, no me chirrió en absoluto la palabra, lo cual debe ser que tengo muy poca sensibilidad. Pero ni en un sentido ni en otro, me pareció un poco como decir un ladrón albanokosovar entra en una casa. La nacionalidad puede ser importante porque las bandas de ese país en concreto son conocidas por ciertas actuaciones. Pero nada más. Desde luego acepto que el uso no es bueno si tanta gente con criterio así lo señala.”

Los humanos somos primates tribales; la xenofobia (rechazo al ajeno) nunca está demasiado lejos de nuestro pensamiento, y es demasiado sencillo activarla. A lo largo de la historia el grupo al que pertenece una persona ha sido utilizado en innumerables ocasiones como arma política o bélica; la identidad lingüística, racial, nacional, religiosa, tribal, o incluso de barrio, pandilla o estilo musical se utiliza para crear enemistades y para justificar rechazos, ataques, a veces masacres. O genocidios, algo especialmente importante para el pueblo judío, uno de los que más ha sufrido a lo largo de la historia por culpa de este concepto hasta culminar en quizá la mayor atrocidad cometida por la humanidad, no sólo por las cifras, sino por su carácter sistemático, inclemente y metódicamente cruel: la Shoah.

Es por eso que si en general colocar el grupo humano al que pertenece una persona que es noticia en el titular es a menudo problemático, lo es mucho más cuando ese grupo es el pueblo judío. El antisemitismo que provocó la constante persecución de este pueblo a lo largo de los siglos y que puso en marcha el Holocausto desgraciadamente no ha desaparecido: cada día vuelve a ser visible en la política de determinados partidos, en el rechazo de determinados grupos, en las palabras de determinados líderes, en las acciones de determinados países. Tras lo ocurrido en los prolegómenos y durante la Segunda Guerra Mundial es necesario vigilar con especial cuidado y rechazar con especial vehemencia cualquier atisbo de antisemitismo. Porque conocemos demasiado bien a dónde puede llevar, si se le permite crecer y tomar el control de una sociedad.

Lo cierto es que raras veces es informativamente relevante subrayar la pertenencia de una persona a un grupo, raza, etnia o religión cuando se dan noticias. Casi siempre destacar que víctima o responsable de un crimen es gitano, latino, albanokosovar, judío, chino o marroquí no sirve para completar el cuadro informativo, sino que conlleva algún tipo de juicio subliminal. Lo demuestra el hecho de que raras veces se subraya de la misma forma cuando la víctima o el criminal pertenecen a grupos privilegiados o son nacionales de países ricos.

Por eso es necesario detenerse a pensar cuando uno se encuentra destacando la pertenencia de alguien a un grupo en titulares o subrayando su adscripción en el texto, en especial cuando se trata de grupos con historial de rechazo o persecución. En general hay que desconfiar de cualquier tendencia a describir la pertenencia de los protagonistas a cualquier grupo minoritario y pedir un estricto rasero de necesidad cuando la tentación surge. Y si eso es cierto en general, porque la tendencia a la generalización es muy poderosa y podemos acabar tiznando en ambas direcciones (del grupo al individuo, y viceversa) con adscripciones innecesarias para la noticia, mucho más lo es en el caso de grupos tradicionalmente perseguidos.

Antonio Maestre pensó, por las razones que expone, que en este caso estaba justificado. Buena parte del público lector, y algunos profesionales y responsables de eldiario.es discreparon, y ejecutaron una rápida corrección, que además se explicó en el propio texto. Ésta es la realidad; en el futuro cabe aconsejar a periodistas y editores una ración extra de atención y cuidado para evitar de antemano situaciones así.

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