Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Qué ha sido de la petición del Papa a las parroquias para que acojan refugiados

Maribel, peruana, y su hija en la parroquia del padre Gian Piero Lampieri en Roma / Ismael Monzón

Ismael Monzón

Roma —

Hace un par de meses el modesto padre Gian Piero Lampieri se convirtió en uno de los párrocos más solicitados de Roma. Fue uno de los primeros en asumir el reto que el papa Francisco había lanzado en su mensaje dominical del Ángelus, coincidiendo con el punto álgido de la crisis migratoria. “Apelo a las parroquias, comunidades religiosas, monasterios y santuarios de toda Europa a expresar la concreción del Evangelio y a acoger a una familia de refugiados”, pidió el Pontífice el pasado 6 de septiembre desde el balcón del Vaticano. Un par de días más tarde, Gian Piero reunió la documentación necesaria para cumplir con el encargo y la llevó a la diócesis de Roma.

Después de dos meses de espera, por fin esta semana han llegado un joven de Gambia y otro de Mali a la iglesia de San Frumenzio, a las afueras de la capital italiana. El templo presenta el aspecto de las parroquias del extrarradio que se podrían encontrar en cualquier capital española, aunque a diferencia de otras, cuenta ya con las instalaciones para alojar a quien lo necesite.

El proceso de la acogida

Desde hace años, contiguo al espacio para la liturgia, se alza un edificio de tres pisos para la acogida. En los dos superiores residen únicamente madres inmigrantes junto a sus hijos. Aquí vive Maribel, una mujer peruana que llegó a la parroquia hace un año con su pequeña después de una mala experiencia con su expareja por la que se quedó en la calle. La planta baja cuenta con un taller y desde hace tiempo estaba acondicionada para recibir a estos dos nuevos inquilinos. Incluso existe otro apartamento anexo que también podría servir para este propósito.

El padre Gian Piero reconoce que el mensaje del Papa “supuso una sorpresa para todos”, por lo que así se puede explicar el retraso que se ha producido con los trámites. El párroco interpreta el anuncio del pontífice como una “provocación” para “poner en el centro a los pobres” y cumplir de esta forma “la reforma evangélica de la comunidad cristiana”.

Pero si los cambios en este aspecto presentan dificultades, el camino de la acogida no resulta más sencillo. Desde la organización católica Cáritas, que se encarga de coordinar las peticiones de las parroquias, reconocen que la cantidad de personas que se podrán beneficiar de esta situación es mucho menor de lo que se había esperado en un principio.

Requisitos que no abundan

Aún ultiman los datos para cerrar una estadística completa, aunque ya avanzan que los inmigrantes acogidos serán en torno a unos 500, nunca más de un millar. Aseguran que el modelo elegido no se preocupa tanto de la cantidad, sino del tipo de refugiado al que prestar ayuda. El inmigrante tipo sería un solicitante de asilo que se encuentra ya en Italia junto a su familia y ha dejado de ser asistido por los centros de acogida gubernamentales. En la mayoría de los casos, ni siquiera serían las parroquias quienes los atenderían directamente, sino familias ligadas a las comunidades religiosas que gestionarían su tutela junto a las iglesias.

El problema reside en que este perfil de inmigrante no abunda en Italia. Según los datos de la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados (UNHCR) en Italia, de las 140.000 personas que llegaron a este país por mar en 2015, ni siquiera 40.000 habían solicitado asilo en la primera mitad del año. Y la mayoría de los que lo han hecho se encuentran ya en otros centros.

La circular enviada por la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) aclara que la acogida se debe enfocar “preferiblemente a una familia o personas de la misma nacionalidad que han presentado demanda de asilo, que han visto atendida esta demanda o que cuenta con alguna forma de protección internacional”. El campo se ampliaría en caso de atender a los cerca de 10.000 menores no acompañados que han llegado este año a Italia, pero en ese ámbito el informe sostiene que “el lugar más adecuado no es la parroquia, sino una familia o una casa-familia”.

Solo 40 inmigrantes alojados en parroquias romanas

Cada diócesis debe llegar a un acuerdo con la prefectura –lo que en España sería la delegación de Gobierno- correspondiente para tramitar la acogida. Y donde manejan cifras más redondas es en Roma. De las cerca de 340 parroquias que existen en la ciudad, 86 se han sumado al proyecto, siempre según las cifras de Cáritas. Aunque de momento sólo 40 inmigrantes han sido ya alojados y no se espera que la cifra total supere los 170.

Cuando el Papa dirigió a la comunidad cristiana su propuesta, en las páginas de religión de los diarios italianos se hacía el siguiente silogismo: si en Italia hay casi 27.000 parroquias y cada una de ellas aloja a una familia de refugiados, se podría asistir a más de 100.000 personas. El cálculo de trazo grueso provenía de la CEI y de su organismo pastoral para la inmigración, llamado Fundación Migrantes.

Bajo los criterios elegidos y debido a la dificultad que entraña para muchas iglesias adaptar sus instalaciones a las condiciones mínimas de habitabilidad, el objetivo más plausible sería aliviar ligeramente el peso que la crecida del flujo migratorio ha supuesto para el Estado. La Iglesia italiana defiende que ya acoge a cerca de 22.000 personas, a través de distintas instituciones. Normalmente los inmigrantes reciben atención médica y psicológica, y cuentan con programas destinados a la integración. En los centros gubernamentales se calcula que permanecen actualmente otras 95.000 personas.

Los conservadores de la Iglesia: no ayudar a un “tráfico ilegal”

A pesar de la pequeña variación que se puede extraer del desafío planteado por el Pontífice, desde el seno de la Iglesia la opinión mayoritaria no se plantea otra cosa que no sea un éxito. “Los episcopados todavía buscan cómo hacer lo que el Papa pide, pero la acogida ha sido muy buena”, respondía hace unas semanas Antonio Maria Vegliò, arzobispo italiano y presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.

Quienes han utilizado incluso este tema para mostrar sus diferencias con el Papa han sido algunos de los más célebres exponentes de ese considerado círculo conservador que se opone a sus nuevas formas. El potente cardenal húngaro, Peter Erdo, respondió que no se puede ofrecer asistencia a un “tráfico considerado ilegal”. Mientras que desde Italia, el arzobispo de Bolonia, Carlo Caffara, publicó en septiembre una carta en la que dudaba de la viabilidad del plan y cuestionaba la visión de Francisco.

Finalmente el sínodo de los obispos, la asamblea convocada por los jerarcas de la Iglesia para aprobar las líneas maestras de la institución, aprobó en octubre un documento que sostenía que “la responsabilidad de ofrecer acogida, solidaridad y asistencia a refugiados recae sobre todo en las iglesias locales”. Para dar ejemplo, una parroquia del Vaticano alojó también a mediados de septiembre a una familia siria. Anécdotas que ocupan páginas en los periódicos, pero que son insuficientes para cambiar la suerte de miles de parias que siguen en Italia sin solicitar asilo ni ser siquiera registrados, mientras deciden dónde buscar su nuevo futuro.

Etiquetas
stats