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Sobre este blog

Blog de la campaña del 26J en el que encontrarás detalles que a menudo pasan inadvertidos, contados por Andrés Gil y Gonzalo Cortizo.

El eje izquierda-derecha recupera terreno ante el eje nuevo-viejo

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en Moncloa.

Andrés Gil

Han pasado seis meses de la última campaña electoral. Y si en aquel momento el eje nuevo-viejo operó tanto o más que el eje izquierda-derecha, entre otras cosas porque dos de los cuatro principales partidos eran extraparlamentario, en esta campaña eso ya no ocurre.

Tanto Podemos como Ciudadanos ya no son extraparlmentarios, sino que representan al tercer y al cuarto grupo parlamentario más numeroso. Es más, la coalición Unidos Podemos suma más votos que el segundo partido más votado, el PSOE. Es decir: ya han pasado por las urnas, ya se han medido, ya han sido contaminados por el teatro de la institución, donde ha vuelto a centrarse el foco político y mediático en los últimos meses.

Todo ese concepto de cómo hacer política, en las Cortes, a menudo en espacios de penumbra, fue definido por el escritor y periodista  Guillem Martínez como CT o Cultura de la Transición. Y el 15M, en buena medida, era una impugnación a esa CT: puede haber política fuera de los partidos, puede haber política fuera de las instituciones, puede haber cultura fuera de los cauces oficiales. Y no sólo eso, precisamente mucho de lo que rodeaba aquel entramado intelectual, político y económico fue señalado como responsable de la crisis económica, del incremento de la desigualdad, de la corrupción. Lo hicieron la PAH, las mareas, los comunes urbanos, 15MpaRato...

El proceso de negociación de la investidura para el nuevo Gobierno resucitó de alguna manera ese espíritu de hace 40 años. Todo volvió a girar alrededor de los partidos y el Congreso –no ya las plazas y la sociedad civil–, con “los medios hipnotizados y obsesionados por el teatrillo político de la representación”, según ha descrito el editor y activista Amador Fernández-Savater: “La CT es la política de palacio y el periodismo que solo enfoca al palacio”.

Y el palacio es la institución, el Congreso, donde se sellan los pactos entre los representantes, y vuelve el eje izquierda-derecha, y la luces y alfombras influyen en los nuevos inquilinos, que cada día que pasaba eran menos nuevos.

Pero no sólo eso. El discurso también influye: cuando se habla de “centro moderado”, como Albert Rivera, se da por hecho que existe una izquierda y una derecha, en cuyo medio se quiere situar. Y cuando se habla de “nueva socialdemocracia”, como Pablo Iglesias –cuyo referente durante mucho tiempo en España ha sido al PSOE–, en el imaginario colectivo se sitúa a la izquierda, en oposición a modelos sociales defendidos por partidos liberales y conservadores: se produce un deslizamiento de la centralidad del tablero al lado izquierdo del tablero, a lo que se suma que IU, integrante de Unidos Podemos, incluye la palabra “izquierda” en su propio nombre.

En una entrevista en El País publicada este lunes, el periodista pregunta a Iglesias por este asunto: “La encuesta de EL PAÍS y del CIS insinúan el camino. También dice la encuesta que los españoles ven a Podemos en la extrema izquierda. ¿Cómo observa este fenómeno?” Y responde: “Por la incapacidad del eje izquierda-derecha de explicar la complejidad de la política española. Existen la izquierda y la derecha, pero como metáforas. Hay matices en juego”. Es decir, existe ese eje, “pero no explica la complejidad política española”.

Quizá por eso, para buscar un discurso inclusivo fuera de las etiquetas ideológicas tradiciones, también hablan de patria. “Pero no patria como aquellos que llevan pulseras con banderas y luego se llevan el dinero a paraísos fiscales”, repite Íñigo Errejón: “Somos patriotas porque estamos con la gente, con el que no puede llegar a fin de mes, con el que tiene que emigrar, con el autónomo que no tiene para pagar facturas”. En este sentido, la patria no se entiende como un conjunto de símbolos –bandera, escudos, himnos– sino como una mayoría social de un país, una colectividad, que se ve excluida de derechos –humanos y civiles– “por las políticas de austeridad y las leyes regresivas del PP”.

La estrategia electoral de los partidos tradicionales también contribuye a hacer retroceder el eje nuevo-viejo: el PSOE se reivindica como la verdadera socialdemocracia, en contra de las “imposturas de Unidos Podemos, coalición de comunistas y extremistas”; y el PP se disputa con Ciudadanos la bandera venezolana para erosionar a la candidatura de Iglesias y Garzón, y no pasa día sin que varios de sus dirigentes alerten de los “riesgos y peligros de los radicales y extremistas, amigos de Chávez, Maduro y Tsipras”.

¿Cómo afectará la vuelta la resurrección del eje izquierda-derecha como vertebrador de la campaña? De momento, según las encuestas, puede suponer un cambio en la hegemonía de la izquierda y que el PSOE ceda ante Unidos Podemos el lugar preponderante en ese espacio que ha ocupado desde la Transición.

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