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“Anécdotas del corazón”, la otra cara de los famosos

"Anécdotas del corazón", la otra cara de los famosos

EFE

Madrid —

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Javier Osborne es una autoridad en el periodismo del “corazón”, después de dedicar casi cuarenta años de su vida a entrevistar a cantantes, actores y personajes relevantes de la vida social nacional e internacional, un bagaje del que guarda como un tesoro múltiples anécdotas que ahora plasma en un libro.

Sus últimos años como director adjunto de ¡Hola! y otros muchos en la revista “Diez Minutos” son una magnífica carta de presentación a la que van adheridas las alegrías y tristezas de muchos de los personajes que salen en las revistas.

Ahora que ya no está en la primera línea de la información, no le resulta difícil rememorar acontecimientos y encuentros llenos de chispa, con personajes con los que ha compartido tantas horas de entrevistas y saraos, en “Anécdotas del corazón” (Ed. Stella Maris), un libro en el que desvela el sentimiento más oculto de personajes que siempre han ocupado portadas.

No lleva la cuenta del número de entrevistas que ha realizado, pero sí recuerda con cariño a don Gonzalo de Borbón, con el que reconoce que pasaba muy buenos ratos.

“Era pintoresco, ingenioso, simpático, todo envuelvo con una humanidad y un señorío estupendo”, desvela Osborne, al que también reconoce como “muy amigo de sus amigos”.

Un personaje al que considera irrepetible, como don Jaime de Mora y Aragón. “Tenían tanta personalidad que es imposible que les salga una copia”.

A Isabel Preysler la reconoce como una mujer “única”, “invariable” al paso del tiempo.

“Siempre te allana el camino, te quita el apuro de acercarte a ella. Contesta con sencillez, con inteligencia y con veracidad”. Pasan los años, y aunque sus circunstancias cambien, “te recibe con misma educación, llaneza y sinceridad”.

Defiende a capa y espada el denominado periodismo “rosa”, al que define como “frívolo, pero serio”.

“Ya quisieran muchos que se dedican al periodismo que llaman serio, con sus infundados aire de superioridad, contrastar la información tanto como lo hacemos nosotros”, afirma.

Él, que tantos años ha ido de fiesta en fiesta, de casa en casa, anotando conversaciones y gestos, advierte que hacer “ese tipo de información es difícil, porque es muy difícil entretener”.

Osborne vale más por lo que calla que por lo que cuenta, como desvela esa mirada inquisitiva desde unos ojos azules que han visto mucho, templados y en los que siempre se adivina una interrogación.

“Los entrevistadores deben de tener criterio para saber qué es lo que, en el transcurso de una conversación, debe quedar en privado”, para no traicionar el momento de una charla que ha podido devenir en cómplice, y “no abusar de la confianza”.

Asegura que es difícil que una amistad se consolide entre un personaje popular y periodista.

“El periodista debe de ser muy consciente de en qué lado está. Es muy difícil consolidar una amistad de este tipo, y más si nace cuando el personaje aún no es conocido”.

Reconoce, sin embargo, que él “se ha llevado bien con todos aquellos a los que ha entrevistado” y recuerda con cariño a Carmina Ordóñez, “una mujer con clase”, que quiso acompañarle ser cercana cuando el periodista perdió a su madre y nadie la esperaba.

Recuerda a Diana de Gales como la típica inglesa “modosita que se ganó a la gente por su imagen”, desde la primera imagen que salió de ella en la puerta de la guardería en la que trabajaba. Un personaje al que siempre quiso acercarse... y no pudo a pesar de estar a escasos metros.

Carmen Sevilla y su sencillez, Lola Flores y su energía, Sara Montiel y su segunda boda, la baronesa Thyssen, don Juan de Borbón o el Lute comparten páginas de un anecdotario plagado de curiosidades.

Desvela, entre sonrisas, con cierta bonomía, que alguna vez, aunque pocas, han suplantado su personalidad para conseguir una declaración de un personaje popular.

“Ya no hay grandes. Es más difícil”, advierte. “Es más difícil que antes, porque ahora te conocen más. No hay misterio, está casi todo al descubierto”, apunta.

Considera que si lo que dice “¡Hola! va a misa, es por una profesionalidad y un rigor” que demuestran de manera constante porque “si con una información perjudicamos a alguien, nos duele”, concluye.

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